Señor Director: Es lamentable apreciar que el hermoso desierto del norte de Chile se ha convertido en un cementerio. Van diecinieve seres humanos fallecidos en el legítimo intento de buscar una vida mejor para ellos y sus familias.
El drama de la sociedad moderna es la indiferencia y el desamor frente a los más necesitados. El tema, más que político, es moral y espiritual.
Hemos ido perdiendo una de las características más propias de la condición humana, el ser llamados a vivir los unos para los otros.
La globalización de la indiferencia, según las palabras del Papa Francisco, está haciendo de las suyas y las consecuencias están a la vista. La última fue una mujer encontrada muerta en pleno desierto.