Cura vasco asesinado en la Guerra Civil Regresa a su casa el sacerdote José Sagarna Uriarte
(Jose Mari Kortazar).- Como en tiempos de la Inquisición, mucha gente aprovechó la situación de guerra de 1936 para tomar venganzas personales. A tenor de todos los datos, ese fue también el caso de José Sagarna: los militares franquistas lo fusilaron a raíz de una falsa denuncia puesta por un cacique del barrio. El domingo lo recordarán con una misa en Zeanuri, parroquia en la que fue bautizado y ordenado sacerdote.
En un cuadro que hay en la sacristía de Zeanuri, Pedro Atutxa explica brevemente el caso de esta forma: "José Sagarna Uriarte, nacido el 4 de febrero de 1910 en la casa denominada Sastrena de Zeanuri. Hijo de Félix y Encarna. El 20 de octubre de 1936 fue fusilado siendo sacerdote del barrio Larruskain de Markina. Lo mataron los franquistas. En opinión de un feligrés, murió porque era demasiado bueno y porque era cura".
Ese cuadro ha sido ciertamente profético. En aquel tiempo oscuro y negro, ese cuadro colgado en la pared se ha convertido en un grito a favor de un pueblo reconciliado y pacificado. En él figuran ocho clérigos que fueron asesinados en la guerra: siete matados por los republicanos y uno, José Sagarna Uriarte, por los franquistas. En él están Benito Atutxa Agirrelezeaga, que siendo párroco de Zeanuri fue asesinado el 7 de abril de 1937 en la plaza del pueblo, y Vicente Ocerinjauregui Uria, fraile franciscano que fue asesinado por los milicianos el mismo día en algún lugar de Zeanuri por ser fraile. Su cadáver no ha sido encontrado aún y este sería un momento adecuado para que quien sepa algo lo aclare.
De una familia de 10 hijos e hijas, él y otro hermano se metieron para cura. Nació el 15 de noviembre de 1911 (este dato viene equivocado en el cuadro de Atutxa) y fue bautizado al día siguiente.
Tras acabar sus estudios, fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1935, y ese mismo día recibió la encomienda pastoral de la iglesia de San Ignacio de Amalloa y de sus 249 habitantes. La misa nueva fue algo inhabitual. Ese día se ordenaron sacerdotes seis zeanistarras. Así cuenta dicho día el historiador Jon Urrutxurtu:
"Dicen que la la iglesia de Andra Mari estuvo a rebosar, que acogió a unas 2.500 personas, y que en la función tomaron parte dos obispos: Mateo Múgica, obispo de Vitoria, y el igorreztarra Eugenio Artaraz, obispo de Bach Nihine (Indochina). Acabada la celebración, bailaron delante de la iglesia los jóvenes dantzaris del pueblo y actuaron los bertsolaris Basarri y Uriarte".

Sus años como cura y sacerdote
Don José estuvo casi un año como cura del barrio Amalloa. Cada mañana celebraba misa y a la tarde impartía catequesis, esa era su forma de vida.
Al margen de eso, al decir de los vecinos pasaba el día escribiendo y leyendo. Lo recuerdan como amigo de todos, como un chico humilde y bueno. Además, iba muchas veces a los caseríos a visitar a los enfermos y a los ancianos. Todos los amallotarras lo quisieron mucho, a excepción de un cacique del barrio.
En junio de 1936 recibió el mandato de ir de cura a Berriatua. Poco después los golpistas iniciaron la guerra. Estuvo pensando en huir, pero al final le convencieron para que se quedara en el pueblo, aduciendo que no había hecho nada malo. Regresó a Amalloa, pensando que allí estaría mejor, más tranquilo. Fue una decisión mala y equivocada. Le detuvieron allí, estando rezando en la iglesia; le cerraron la puerta y dejaron a dos soldados junto a la ventana. De allí le llevaron preso a un caserío, y sin ningún juicio, en la madrugada del lunes día 20 lo sacaron a fusilar.
José Sagarna se confesó con el capellán de los golpistas, y le pidió que hiciera llegar algunas cosas personales a la familia. Además, pidió que le mataran de cara a la iglesia de Larruskain. Por eso, lo bajaron de nuevo a una campa cercana a Amulategi; entonces no había pinos y se veía la iglesia desde allí. Al parecer la denuncia la puso el cacique del barrio ante los militares. Tenía 24 años cuando lo mataron. Cargaron el cadáver en una carreta y lo enterraron en el cementerio de Larruskain.
La sabiduría popular
Los del caserío Amulategi de Amalloa vieron el fusilamiento. Colocaron una estaca en dicho lugar, para recordar el sitio. Allí estuvo durante años. Desde entonces, lo que no podía decir de palabra, el pueblo lo explicaba a través de leyendas y costumbres. A quince metros del lugar donde lo mataron, un manzano fue derribado inesperadamente por una fuerte tormenta, pero al día siguiente siguió con vida y de pie.
Junto al caserío Amulategi de Amalloa había un manzano grande. Un jueves de junio de 1958 una tormenta derribó el viejo árbol, pero alguna raíz quedó bajo tierra y el árbol siguió vivo. Sin embargo, el 16 de noviembre, un jueves a la noche, la tierra volvió a su sitio y al día siguiente encontraron de nuevo en pie el manzano. Nadie podía explicar cómo ocurrió. Aquel manzano se encontraba a unos quince metros del lugar donde mataron a José Sagarna.
Aquel suceso extraordinario se extendió rápidamente en la comarca y el sábado siguiente se acercó al lugar mucha gente, principalmente de la zona de Ondarroa, para verificar la noticia. Corrieron también otros rumores. Que en la tierra donde cayó la sangre de Don José no creció más la yerba... que el manzano daba fruto fuera de tiempo (en noviembre)... que el cadáver de Don José permanecía incorrupto... La cosa es que el recuerdo de Don José se reavivó y lo del árbol la gente lo tomó como una señal prodigiosa en favor de los nacionalistas.
La gente peregrinaba para adorar el árbol y recordar la muerte de Don José. Los guardias civiles de Markina iban a impedirlo, a poner multas, etcétera. Las autoridades lo querían silenciar, pero el pueblo lo guardaba en la memoria.

Reposo en el cementero de Zeanuri
Fidel Sagarna, sacerdote hermano de Don José, fue en 1952 a Amalloa con la intención de llevar a Zeanuri sus restos. Pero viendo que los vecinos lo querían tanto, pensó que estarían mejor allí.
El 29 de diciembre de 2015 sus restos fueron traídos del cementerio donde reposaban y fueron enterrados en el de Zeanuri. Fue un acto familiar sencillo y emotivo. Se materializó un deseo de hace tiempo. El cadáver del cura José Sagarna Uriarte ha recibido el descanso eterno entre sus familiares. Antes de ser enterrado, dirigió una oración Ander Mantrola, cura y vecino de Zeanuri.
Dijo lo siguiente: "El cura José Sagarna reposa en su casa. Fue bautizado en la parroquia de Zeanuri, allí recibió catequesis, allí fue ordenado sacerdote... Su casa será ahora el cementerio de Zeanuri. Pero será principalmente la casa de Dios Padre, de quien fue hijo desde que fue bautizado".
José Sagarna no fue el único eclesiástico que mataron en la guerra. Él y muchos otros fueron recordados en el funeral colectivo que se les dedicó en la Catedral de Vitoria. La obra de Anxo Ferreiro recientemente publicada "Consejos de guerra contra el Clero vasco. La Iglesia vasca vencida" resulta esclarecedora en esta materia. Anteriormente realizó una gran labor el colectivo de curas vascos, recogiendo y publicando muchos datos concretos durante los tristes años de la dictadura.
Querella de las víctimas del franquismo
A solicitud de la jueza argentina Maria Servini, en septiembre tomaron declaración en el juzgado de Gernika-Lumo a José Sagarna Ocerin-Jauregi, sobrino del sacerdote José Sagarna Uriarte. La jueza Maria Servini, que dirige la querella argentina contra los crímenes del franquismo, dirigió en mayo al juzgado de Gernika la solicitud para dicha declaración. Así, Sagarna Ocerin-Jauregi denunció ante el juez el asesinato de su tío.
Como ha dicho un sobrino, "esto no lo queremos hacer por odio y venganza, sino para despedir dignamente a nuestro tío y para todo el pueblo avancemos por el camino de la paz".
