El capellán del Hospital de Valdemoro nos habla de su compañero, en la UCI José Medina: "Jon García Escobar está luchando valientemente por salir adelante"
"En estos días con 52 años de vida y con 23 años de sacerdote, está ingresado en el Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, al haberse infectado del Covid-19"
"Parte del misterio de la cruz que está viviendo ha sido la partida a la Casa del Padre de Eva, su madre, quien estaba ingresada junto a él y por la misma enfermedad"
"Desde su cama de hospital, que es su Altar y su Misa, nos escribe y va mejorando"
"Desde su cama de hospital, que es su Altar y su Misa, nos escribe y va mejorando"
| José Medina Pellegrini, capellán del Hospital de Valdemoro
Jon García Escobar nació en Mondragón, Guipúzcoa, el 1 de agosto de 1968 y fue ordenado sacerdote en la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo el 21 de diciembre de 1997. Actualmente es el Cura Párroco de la Parroquia Santiago Apóstol de la ciudad de Valdemoro en Madrid. En estos días con 52 años de vida y con 23 años de sacerdote, está ingresado en el Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, luchando valientemente por salir adelante al haberse infectado del Covid-19, el Coronavirus.
La fortaleza admirable de una fe robusta y de un corazón eminentemente sacerdotal nos está edificando a todos los que le conocemos y está llegando a muchísimos lados por este mundo sin fronteras de las redes y medios digitales. Parte del misterio de la cruz que está viviendo ha sido la partida a la Casa del Padre de Eva, su madre, quien estaba ingresada junto a él y por la misma enfermedad.
Yo quiero aprovechar la oportunidad que Jesús Bastante me ha ofrecido y escribirles, con mi corazón sacerdotal en la mano, una semblanza sobre Jon, a partir de algunas vivencias compartidas, que presentarán distintos e incompletos rasgos de este querido “otro Cristo” al cual, con cariño y emoción, quiero referirme.
Si mal no recuerdo en el 2012 le conocí. Jon era el párroco de Nuestra Señora de la Concepción, de Ontígola; y yo de Nuestra Señora de las Angustias, de Aranjuez. En esos años muchos jóvenes matrimonios de Aranjuez habían comprado su primera vivienda en Ontígola, pero volvían a su ciudad de origen para bautizar a sus hijos. Por tal circunstancia nos conocimos, hablamos por teléfono, nos encontramos un par de veces, y fue la primera grata impresión de conocer a un pastor preocupado por sus ovejas, para que recibieran la adecuada catequesis, para que luego del bautismo de sus hijos siguieran un proceso de crecimiento y formación en la fe.
"Descubrí los profundos rasgos de su ser sacerdotal, al ver el cuidado hasta en el detalle del culto divino, su estilo celebrativo, sus homilías profundas y enjundiosas"
Pasaron los años y vuelvo a oír hablar de él en su labor, ardua y delicada, de acompañar a los jóvenes, que habiendo caído en distintas adicciones, ingresaban o ya estaban en la Comunidad del Cenáculo, lugar donde gracias a la oración, la vida en comunidad, el clima de fraternidad y el apoyo mutuo, reconstruyen sus vidas. Y en tal arduo apostolado el corazón de Jon se enciende en el cuidado de esos jóvenes y en el acompañamiento, nada fácil, de sus familias en el antes, durante y después del ingreso de sus hijos a esa Comunidad.
Sin dejar este apostolado desde junio de 2017 asume el pastoreo de la Parroquia Santiago Apóstol de Valdemoro y es ahí donde la vida nos vuelve a juntar hasta el día de hoy, donde le acompaño como confesor de su parroquia y celebrándole algunas misas cuando otras tareas le requieren fuera de la misma. Y es aquí donde yo comienzo a descubrir los profundos rasgos de su ser sacerdotal, al ver el cuidado hasta en el detalle del culto divino, su estilo celebrativo, sus homilías profundas y enjundiosas, su sed de almas, en fin, todo lo que desde el silencio sonoro de un confesionario un sacerdote puede percibir del buen hacer del cura del lugar, en este caso, de Jon.
Pocos meses compartidos pero muy intensos, algunos momentos muy felices, como cuando llegué un día y había convertido todo el presbiterio de la parroquia en un gran Belén para la Navidad (lo pueden ver en una de las fotos que acompaña este artículo). Yo le pregunté si Steven Spielberg había pasado por la parroquia para hacer tal superproducción navideña, y de ahí, por un par de semanas, le decía Padre Spielberg, ante su cara sorprendida y la risa de los monaguillos.
En las pocas veces que le he suplido por un par de días en estos meses, habitualmente en sus escapadas para acompañar a jóvenes que luchan por recuperarse de sus adicciones, al celebrar la última misa de esas oportunidades, luego de la bendición final, les decía a los de las primeras filas, señalándoles con un dedo, y guiñándoles un ojo: “A portarse bien, que mañana vuelve vuestro Cura Párroco”, y recuerdo la amplia sonrisa, llena de santo orgullo, del padre de Jon, entre los feligreses allí presentes.
Pero el pasado domingo 9 de marzo, todo cambió… Fui a confesar en las misas de 11:00 y de 12:30 hs como habitualmente, y le vi desmejorado, con el aspecto de una fuerte gripe invernal. Cuando nos despedimos me dijo: “Cuídate, estoy muy preocupado por ti”, claro, yo venía de días particularmente complejos y dolorosos como Capellán del Hospital de Valdemoro. Vinieron muchos días de cama y con altísima fiebre, y con gran preocupación especialmente por la delicada salud de su madre. Y en medio de todo esto, el jueves 12 me escribe un wasap: “Que me tienes preocupado… mis oraciones y mi ofreciendo x ti!!!”.
Al final fue ingresado junto a su madre al hospital, en estado muy grave ambos. Su madre muere. Les decía poco después a sus feligreses: “Como muchos sabéis ya, este mediodía falleció mamá. Con paz, rodeada de estos ángeles con bata verde (uno de ellos de nuestra parroquia) que están dando la vida con inmensa profesionalidad y heroicas dedicación y afabilidad. Seguro que su otro Ángel, el de su guarda, la acompañaba".
Ahora Jon en medio de su gravedad, está estable y mejorando muy despacio. Y desde su cama de hospital, que es su Altar y su Misa, nos escribe cosas cómo éstas:
“Perdonadme una confianza, porque estoy pensando mucho en todos vosotros, en todos los sacerdotes. Y quería animaros a no abandonar las parroquias, a no abandonar nuestros altares. Celebrad la misa, los que tenéis la suerte de hacerlo, en el altar de la parroquia. Ahora sí que podemos decir: por el pueblo, por nuestro pueblo. (…) Es una hora muy importante para nosotros, porque todo esto nos enseña que somos unos imbéciles, que nos encanta hacer, no sé, grandes eventos evangelizadores, tener muchas cosas en nuestras parroquias, sobre todo si va a llegar el obispo a visitarlas. Pero lo más grande que tenemos en nuestras parroquias es nuestro sacerdocio, ser sacerdotes. No hacer cosas, sino ser sacerdotes. Y ahora todos tenemos la oportunidad de hacerlo, incluso yo que estoy en la cama. Pero eso nadie me lo puede robar: el ofrecer la vida, y el ofrecer la vida sacerdotalmente, por nuestro pueblo.”
Quiero terminar esta semblanza, pobre e incompleta, de un alma sacerdotal enorme, que desde su Calvario de la cama del hospital está “completando en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo en su iglesia” (Col 1, 24). Gracias Jon, por todo y por tanto… Yo sólo espero, que no muy lejos en el tiempo, pueda volver a celebrar la Santa Misa en tu parroquia y después de la bendición final, pueda decirles a los de las primeras filas, señalándoles con un dedo, y guiñándoles un ojo: “A portarse bien, que mañana vuelve vuestro Cura Párroco”.