"Y es que la Iglesia o lo es 'en salida', o 'no es Iglesia'" Sinodalidad y Escatología desde los últimos
"La sinodalidad no es algo marginal o aditivo al Pueblo de Dios sino algo esencial o fundamental a su realidad"
"En el presente histórico de nuestra realidad, Dios nos llama a caminar sinodalmente desde los últimos. Se trata de caminar juntos como hermanos en y con el pueblo de Dios"
"El Dios de Jesús y de los evangelios es más nómada que sedentario. Es un Dios viajero o sinodal, que va caminando hoy en y con las caravanas de migrantes, en las migraciones de latinoamericanos hacia Estados Unidos, hacia Europa los africanos"
"Caminar juntos como cristianos solo se puede en el seguimiento de Jesús que se nos revela en el camino caminando, precisamente porque él es el “camino” que conduce al Padre en el Espíritu"
"El Dios de Jesús y de los evangelios es más nómada que sedentario. Es un Dios viajero o sinodal, que va caminando hoy en y con las caravanas de migrantes, en las migraciones de latinoamericanos hacia Estados Unidos, hacia Europa los africanos"
"Caminar juntos como cristianos solo se puede en el seguimiento de Jesús que se nos revela en el camino caminando, precisamente porque él es el “camino” que conduce al Padre en el Espíritu"
| Hugo C. Gudiel García sj
Resumen
En este artículo presentamos las relaciones entre Sinodalidad y Escatología desde el punto de vista de los últimos y descartados de la historia, y lo hacemos en dos secciones. En la primera sección, exponemos el caminar juntos como pueblo de Dios. Y, en la segunda sección se proponen distintas concepciones de Escatología en donde mostramos que la perspectiva de los últimos es mucho más coherente con una teología latinoamericana e incluso iberoamericana. En la conclusión cerramos el trabajo afirmando cómo la Sinodalidad y la Escatología están íntimamente ligados y relacionadas.
Abstract
This article presents the relationship between Synodality and Eschatology from the point of view of the last and discarded in history. This is done in two sections. In the first one, we discuss our journey together as God's people. In the second section, we propose different conceptions of Eschatology, and we show that the perspective of the last is much more coherent with a Latin American and even an Ibero-American theology. In the conclusion, we claim that Synodality and Eschatology are intimately linked and related.
Palabras clave: sínodo, caminar, conjuntamente, Iglesia, descartados, Reino, sinergia, discernimiento.
Synod, to walk, jointly, church, discarded, kingdom, synergy, discernment.
0. Introducción
En este trabajo pretendemos explorar las relaciones que existen entre Sinodalidad y Escatología desde los excluidos de la historia. Queremos responder a la siguiente cuestión: ¿que relación existe entre Sinodalidad y Escatología, desde la perspectiva de los últimos y, cómo la sinodalidad remite necesariamente a la Escatología y ésta a la primera, en donde, en definitiva, ellas se retroalimentan?
La tesis que buscamos justificar expresa que solo podemos caminar juntos como Pueblo de Dios en la construcción del Reino, en una perspectiva escatológica entendida desde los últimos. Éstos son los que, en definitiva, han de marcar el camino y la dinámica de la sinodalidad y, por lo mismo, es desde ellos que se define la escatología.
Dos son las secciones que presentamos a continuación. En primer lugar, el caminar juntos como pueblo de Dios y, en segundo lugar, la Escatología desde la perspectiva de los últimos. Ambos aspectos, como veremos, están estrechamente ligadas y relacionadas. Examinemos la primera cuestión.
Caminar juntos como pueblo de Dios
Para responder adecuadamente al problema de cómo caminar juntos como pueblo de Dios, desglosamos a continuación las siguientes cuestiones: sínodo y sinodalidad; caminar sinodalmente como Jesús y como cristianos; sínodo, escucha y discernimiento eclesial y teológico; y, sinodalidad y escatología. Comencemos explorando a cuestión del sínodo y la sinodalidad.
. Sínodo y sinodalidad
En primer lugar, la palabra y la realidad sínodo está formada por la “preposición σύν, y el sustantivo ὁδός, indica el camino que recorren juntos los miembros del Pueblo de Dios” (SVMI 3). Como puede verse, la expresión sínodo tiene su origen en los términos griegos syn (“juntos”) y hodos (“camino”), y expresa la idea de “caminar juntos”. Sínodo significa, textualmente “‘camino hecho juntamente’, es decir, la acción convergente de varias personas para un mismo fin”. Se trata efectivamente de caminar juntos en y con el Pueblo de Dios, en la construcción del Reino.
Citando a san Juan Crisóstomo, Francisco indica que “Iglesia y Sínodo son sinónimos”. En efecto, para este mismo Padre, la “Iglesia tiene nombre de reunión o de sínodo”.
En segundo lugar, el sustantivo “sinodalidad se refiere a la corresponsabilidad y a la participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y la misión de la Iglesia” (SVMI 7). Queda claro, pues, que “una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable” (SVMI 67 ) .
En el año 2015 el papa Francisco indicaba, en proseguimiento del camino del sínodo marcado por el Vaticano II, por el beato Pablo VI, por san Juan Pablo II, y Benedicto XVI, la importancia del sínodo. Por eso, señalaba la obligación de continuar “por este camino. El mundo en el que vivimos… exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión”. En efecto, caminar juntos en la misma dirección (sinodalmente) requiere de la “cooperación” de todos, es decir, del “trabajo en conjunto” (sinergias) de todos los miembros del Pueblo de Dios. La sinodalidad requiere, pues, de las sinergias; ambas realidades en mi opinión tienen una íntima conexión.
El papa Francisco puntualizaba a continuación, en modo visionario y revelador, que “precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. En esta afirmación tenemos ciertamente el “compromiso programático propuesto por el Papa Francisco en la conmemoración del quincuagésimo aniversario del Sínodo de los obispos por parte del Beato Pablo VI” (SVMI 1). Como puede verse, no solo se trata de algo programático, sino de la voluntad misma de Dios para su pueblo en este tercer milenio. Es justo lo que nos pide el Señor de la historia con la realidad del Sínodo, “caminar juntos”.
En tercer lugar, cabe distinguir, además, que la sinodalidad no es algo marginal o aditivo al Pueblo de Dios sino algo esencial o fundamental a su realidad; es efectivamente “dimensión constitutiva de la Iglesia” (SVMI 5). Es lo que certeramente constata la Comisión Teológica Internacional cuando testimonia que “la enseñanza de la Escritura y de la Tradición atestigua que la sinodalidad es dimensión constitutiva de la Iglesia, que a través de ella se manifiesta y configura como Pueblo de Dios en camino y asamblea convocada por el Señor resucitado” (SVMI 42). La sinodalidad se explica también, según M. Semeraro, como dimensión “ontológica de la constitución eclesial”.
En definitiva, y por ser dimensión constitutiva de la Iglesia, “la sinodalidad designa ante todo el estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia expresando su naturaleza como el caminar juntos y el reunirse en asamblea del Pueblo de Dios convocado por el Señor Jesús en la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio” (SVMI 70a). Ahora bien, caminar juntos como pueblo de Dios solo es posible con Jesús y, por tanto, siendo verdaderos cristianos. Es lo que toca explicar.
1.2. Caminar sinodalmente con Jesús y como cristianos
Generalmente, Jesús de Nazareth aparece en los Evangelios “de camino” (Mc 10,17), o “en camino”. Jesús, pues, se revela caminando. En efecto, “Jesús es el peregrino que proclama la buena noticia del Reino de Dios (cfr. Lc 4,14-15; 8,1; 9,57; 13,22; 19,11), anunciando ‘el camino de Dios’ (cfr. Lc 20,21) y señalando la dirección (Lc 9,51-19,28). Más aun, Él mismo es ‘el camino’ (cfr. Jn 14,6) que conduce al Padre, comunicando a los hombres, en el Espíritu Santo (cfr. Jn 16,13), la verdad y la vida de la comunión con Dios y los hermanos” (SVMI 16). Jesús, pues, se revela en el camino caminando, pues él mismo es el “camino”.
Para los primeros cristianos la Sinodalidad “significaba originariamente ‘viajar en común’” Y es que Dios, el Dios de Jesús y su Espíritu, al caminar con su pueblo, viaja con él, y así se revela más bien como un Dios nómada y viajero. En efecto, el Dios de los cristianos no es un Dios sedentario sino un Dios nómada y viajero. Dios hoy no sólo está en los templos sino, y sobre todo, está en la realidad histórica dándonos signos, razones y motivos reales para rastrearlo y creer en él. La esencia de Dios se revela caminando, viajando; ahí es donde actualmente se está revelando en modo histórico.
El Dios de Jesús y de los evangelios es más nómada que sedentario. Es un Dios viajero o sinodal, que va caminando hoy en y con las caravanas de migrantes, en las migraciones de latinoamericanos hacia Estados Unidos, hacia Europa los africanos, o en cualquier parte del mundo donde los empobrecidos migran, arriesgándose hasta la muerte, para buscar mejores condiciones de vida. Estos migrantes son los excluidos de cada uno de los países que han dejado, por la fuerza de la realidad de la miseria que se les ha impuesto. Precisando, diremos que Dios camina con este pueblo migrante pobre y excluido.
Para el papa Francisco “la sinodalidad expresa la figura de Iglesia que brota del Evangelio de Jesús y que hoy está llamada a encarnarse en la historia, en creativa fidelidad a la Tradición” (SVMI 9). El Pueblo de Dios camina con Cristo, por Él y en Él. Cristo, “el Caminante, el Camino y la Patria, otorga su Espíritu de Amor (Rom 5,5) para que en él podamos avanzar por el ‘camino más perfecto”” (SVMI 50)
Desde esa actitud jesuánica, y en este contexto, vale la pena preguntarnos aquí y ahora: nosotros como cristianos, “¿encarnamos el estilo de Dios, que camina en la historia y comparte las vicisitudes de la humanidad? ¿Estamos dispuestos a la aventura del camino o, temerosos ante lo incierto, preferimos refugiarnos en las excusas del ‘no hace falta’ o del ‘siempre se ha hecho así’”?. He aquí dos preguntas de envergadura que interpelan nuestro ser y quehacer cristiano desde este caminar juntos como pueblo de Dios, en la realidad histórica. Aquellas preguntas merecen una respuesta comprometida pero desde la praxis de los últimos y excluidos, para hacer la voluntad de Dios en la realidad histórica en la que estemos.
Y es que la Iglesia o lo es “en salida”, o “no es Iglesia”. La Iglesia “en salida” es precisamente la Iglesia que se convierte en Pueblo de Dios caminante. En este contexto vale la pena recordar a la Iglesia lo que dice el poeta A. Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. La Iglesia sinodal tiene que hacer camino en la praxis del andar, porque no hay camino hecho para el Pueblo de Dios: hay que hacerlo, precisamente caminando, y caminando en dirección escatológica.
“Salgamos”, “salgamos”, insiste el Papa Francisco señalando que prefiere “una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49). Caminar juntos como pueblo de Dios desde los últimos, pues, es una Iglesia que arriesga todo en el camino porque no hay camino hecho. Una Iglesia estática, sedentaria y establecida es una contradicción al ser y quehacer constitutivamente dinámico del Pueblo de Dios.
Esta Iglesia en salida y caminante debe ser “como un hospital de campaña que cura y sana heridas”, es decir, ha de ser como “hospital de campo”. Esta Iglesia en salida o sinodal ha de acoger, ante todo y sobre todo, a los que la sociedad descarta y desecha, a los excluidos (cfr. DA 65).
En el presente histórico de nuestra realidad, Dios nos llama a caminar sinodalmente desde los últimos. Se trata de caminar juntos como hermanos en y con el pueblo de Dios. Es decir, debemos caminar en medio de ese pueblo pero también con él, con los riesgos que implica estar con él. Esto significa hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad del pueblo, sobre todo de y desde los últimos. No se puede caminar aisladamente, hay que tomar conciencia que se camina en y con el pueblo. En efecto, el Papa Francisco afirma convencido que “hacer sínodo significa caminar juntos en la misma dirección”. Por eso, no se trata simplemente de caminar, sino de caminar juntos en el derrotero de la construcción del reino de Dios, un Reino presente aquí y ahora, pero todavía no totalmente realizado. De ahí la estrecha relación entre sinodalidad y escatología.
Ahora bien, la sinodalidad en la Iglesia se vive en función de la “misión”. Efectivamente, la Iglesia “existe para evangelizar”. Por eso, en el Pueblo de Dios, “todo Bautizado es convocado para ser protagonista de la misión porque todos somos discípulos misioneros. La Iglesia está llamada a activar en sinergia sinodal los ministerios y carismas presentes en su vida para discernir, en actitud de escucha de la voz del Espíritu, los caminos de la evangelización” (SVMI 53). Para que esa sinergia sinodal sea de Dios, pues, la Iglesia tiene que escuchar y discernir lo que el Señor quiere de ella.
1.3. Sínodo: escucha y discernimiento eclesial y teológico
En primer lugar, el papa Francisco está convencido, además, de que “una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar ‘es más que oír’”. Ahora bien, se trata de una escucha mutua “en la cual cada uno tiene algo que aprender”: pueblo de Dios Pastores. “Y todos en escucha del Espíritu Santo, el ‘Espíritu de verdad’ (Jn 14,17), para conocer lo que él ‘dice a las Iglesias’ (Ap 2,7)”. El camino sinodal comienza escuchando al pueblo y prosigue escuchando a los Pastores. En este contexto, el Papa recuerda a los padres sinodales el “don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama”.
En la Iglesia sinodal la comunidad entera es llamada “para orar, escuchar, analizar, dialogar, discernir y aconsejar para que se tomen las decisiones pastorales más conformes con la voluntad de Dios. Para llegar a formular las propias decisiones, los Pastores deben escuchar entonces con atención los deseos (vota) de los fieles”(SVMI 68).
El discernimiento comunitario conlleva “la escucha atenta y valiente de los ‘gemidos del Espíritu’ (cfr. Rom 8,26) que se abren camino a través del grito, explícito o también mudo, que brota del Pueblo de Dios: ‘escucha de Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama’”(SVMI 114).
En segundo lugar, otro aspecto que merece especial atención en nuestro trabajo, y del hay que tomar conciencia, unido al escuchar, es que “el sínodo es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios” (cfr. Hb 4,12). En efecto, “la Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una ‘convención’ eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, para que no sea un parlamento, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu”.
Por tanto, se constata que la praxis del discernimiento está en el núcleo “de los procesos y acontecimientos sinodales. Así ha sucedido siempre en la vida sinodal de la Iglesia” (SVMI 113). La sinodalidad explica la vía “que se debe seguir para promover la catolicidad de la Iglesia en el discernimiento de los caminos que se deben recorrer juntos en la Iglesia universal y distintamente en cada Iglesia particular” (SVMI 61).
En este contexto cabe señalar, además, la íntima relación que existe entre la dimensión sinodal y el carisma de la teología, en cuanto que el discernimiento teológico de los signos de los tiempos es fundamental para la praxis de la teología, entre otras cosas. En efecto, “el carisma de la teología está llamado a prestar un servicio específico mediante la escucha de la Palabra de Dios, la inteligencia sapiencial, científica y profética de la fe, el discernimiento evangélico de los signos de los tiempos, el diálogo con la sociedad y las culturas al servicio del anuncio del Evangelio”. Junto a otras experiencias cristianas, “la teología contribuye a la penetración cada vez más profunda del Evangelio”. Además, el ministerio de los teólogos es personal, comunitario, colegial, y sinodal. En efecto, la “sinodalidad eclesial compromete también a los teólogos a hacer teología en forma sinodal, promoviendo entre ellos la capacidad de escuchar, dialogar, discernir e integrar la multiplicidad y la variedad de las instancias y de los aportes” (SVMI 75).
En definitiva, y como indica el Papa Francisco, “caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido” (SVMI 120). Ahora bien, caminar como Pueblo de Dios solo se puede desde una orientación escatológica. Y por eso cabe preguntarse ¿qué significa propiamente escatología? Es lo que veremos a continuación.
Escatología y sinodalidad
Hemos visto la importancia de caminar juntos como pueblo de Dios en discernimiento de los signos de los tiempos. Y hemos señalado también que solo se puede caminar juntos escatológicamente desde los últimos de manera general, pero no hemos definido todavía cómo entendemos la escatología. De ahí la necesidad de esclarecer a continuación la identidad general de la escatología para poder considerar la íntima relación entre ambas realidades.
2.1. Qué es la Escatología cristiana
En esta sección pretendemos explicar el significado de Escatología en sus aspectos más generales para luego ver su íntima relación con la sinodalidad. La pregunta central aquí es: ¿qué es la escatología? Veamos tres maneras de entenderla.
En primer lugar, una primera y general definición de escatología indica que el término tiene su origen del griego “éschatos (último) y de lógos (discurso, tratado)” (Uu 17). Aquí, escatología significa “tratado sobre las ‘ultimidades’ o lógos sobre los éschata”. Clásicamente se entendió la escatología como tractatus de novissimis (Uu 18). Pues bien, en esta perspectiva, “escatología se traducía generalmente como tratado de los novísimos o postrimerías”. La temática de esta concepción sería “la muerte; el juicio; la resurrección de los muertos”; y para terminar “las postrimerías propiamente dichas: cielo, infierno, purgatorio”. Esto sería en rigor, “lo último” (Uu 18).
Pero este planteamiento tradicional de escatología como tratado de los novísimos o de las postrimerías, tiene sus insuficiencias radicales que, en definitiva, no contribuyen en manera alguna a revelar la íntima relación que existe entre sinodalidad y escatología. En efecto, hay en esa concepción una falta de conciencia histórica. Al mismo tiempo se revela como un planteamiento individualista pues no tiene en cuenta la colectividad. Es también una concepción espiritualista de origen platónico y no cristiana, en donde lo que importa es la salvación del alma y no del cuerpo. Además, es un planteamiento dualista que insiste en la “separación de alma y cuerpo”. Y finalmente, es una concepción que tiende a la escisión entre la realidad como “historia y eternidad, individuo y colectividad, alma y cuerpo... cielo y tierra… (cfr. Uu 19-29).
En esta visión tradicional de la escatología el problema radical consiste en que se le ha despojado “a la historia mucho de su densidad teologal”. Y ya no se tendría en cuenta que, efectivamente, Dios “ha entrado en la historia ( cfr. Gal 4,4), la ha hecho suya y nada de lo que en ella acontece puede serle indiferente” (Uu 21). En otras palabras, se deshistoriza la encarnación de Dios y su carácter trinitario. Por esta vía, la relación dinámica entre sinodalidad (caminar juntos colectiva e históricamente) y escatología se revela pobre, insuficiente y deshistorizada.
En segundo lugar, escatología también significa la posibilidad de la “última palabra” (éschatos lógos), en el sentido pleno de la expresión. Ahora bien, esta “última palabra” solo corresponde en definitiva a Dios, pues solo él puede decirla (Uu 18).
En efecto, nos damos cuenta de que esta última palabra solo puede ser proferida por Dios. “Solo quien ha dicho la primera palabra puede decir la última”. Los seres humanos, en cambio “por estar radicados en la parcialidad, no podemos decir esta ‘última palabra’”. Solo “Dios puede decir esta ‘última palabra’, como dijo la primera”. Las nuestras solo pueden ser palabras intermedias o penúltimas (Uu 35).
En tercer lugar, y finalmente, escatología puede entenderse también como “el lógos sobre (y de) los últimos (éschatoi)” (Uu 18). En otras palabras, “la escatología daría voz a la esperanza de los ‘últimos’, de los pobres, de los marginados”. En este sentido, escatología “sería la ‘voz de los sin voz’” (Uu 18-19).
Si en este contexto nos volvemos a preguntar: ¿qué es escatología?, diremos que ella pretende asumir el desafío de dar razón de la esperanza (cfr. 1 Pe 3,15). Ahí es justo donde cobra importancia el verbo esperar (cfr. Uu 40-41). Éste es precisamente “el verbo que más se conjuga en escatología”. Aquí no se trata de saber, sino propiamente de esperar (Uu 43). La escatología convierte en tema central de su discurso y reflexión la “esperanza cristiana”. Y ésta tiene su fundamento en “Jesús Crucificado y Resucitado, Primero y último, Alfa y Omega” (Uu 385). En definitiva, “la escatología es la reflexión creyente, esperante y amante sobre la salvación que Dios ofrece -sobre el Dios que es nuestra salvación-” (Uu 47).
Ahora bien, “esta esperanza universal solo puede venir de los últimos, de los de abajo. Porque solo Dios, de quien proviene toda salvación, puede ‘abajarse’ de verdad”. Los seres humanos “solo nos abajamos hasta cierto límite”. Dios es el único que puede “descender a los infiernos” (Uu 383). En esta perspectiva, y recordando el título de un libro de Jon Sobrino, podemos afirmar que fuera de los pobres no hay salvación, y en este contexto lo podemos parafrasear afirmando que fuera de los pobres y últimos tampoco hay esperanza. Solo desde los empobrecidos y de las víctimas viene la esperanza.
Ahora bien, los últimos lo son en realidad porque algunos “han intentado hacerse los primeros”. Ciertamente, no puede negarse que “hay algunos ‘últimos’ que lo son por opción, por solidaridad con los que han sido hechos últimos: estos ‘se han hecho’ últimos” (Uu 383). Las víctimas o los últimos hacen presente la “herida parcial” de la realidad, lo cual significa que “toda la realidad está algo herida”. Las víctimas o los últimos “nos recuerdan la necesidad de ‘humanizarnos’”. Humanización es curación y salvación (Uu 384).
2.2. Sinodalidad y escatología
Teniendo en cuenta lo anteriormente señalado de la escatología, cabe señalar que la sinodalidad revela la naturaleza peregrina de la Iglesia “Iglesia” (SVMI 49) y, en ese sentido, se pone de manifiesto el carácter histórico del Pueblo de Dios. Pero, en nuestra opinión, es un peregrinar histórico con una clara orientación escatológica, de ahí la íntima relación entre sinodalidad y escatología. Sinodalidad expresa el aquí y ahora como modo propio o constitutivo de ser Pueblo de Dios, y escatología manifiesta el todavía no del caminar juntos como Iglesia. Pero es un todavía no que se va fermentando y fraguando precisamente en el aquí y ahora histórico y real y no en una más allá metafísico mal comprendido. Es justo en el aquí y ahora histórico donde va emergiendo el todavía no escatológico.
En efecto, “la sinodalidad es la forma histórica de su caminar en comunión hasta el reposo final (Heb 3,7-4,44)”. Aquí es donde las virtudes teologales tienen una función fundamental. En efecto, “la fe, la esperanza y la caridad guían e informan la peregrinación de la asamblea del Señor ‘en vista de la ciudad futura’ (Heb 11,10)”. Y es que no puede no ser así, ya que “los cristianos son ‘gente de paso y extranjeros’ en el mundo (1 Pe 2,11), marcados con el don y la responsabilidad de anunciar a todos el Evangelio del Reino” (SVMI 50).
La Iglesia tiene una orientación escatológica connatural e innegable. Efectivamente, “el Pueblo de Dios está en camino hasta el fin de los tiempos (Mt 28,20) y hasta los confines de la tierra (Hch 1,8). La Iglesia vive a través del espacio en las diversas Iglesias locales y camina a través del tiempo desde la pascua de Jesús hasta su parusía. Ella constituye un singular sujeto histórico en el que ya está presente y operante el destino escatológico de la unión definitiva con Dios y de la unidad de la familia humana en Cristo” (SVMI 51).
Por tanto, es inherente al Pueblo de Dios el caminar juntos; pero ese dinamismo de la sinodalidad tiene una orientación escatológica. Pertenece, pues, a la naturaleza de la Iglesia la sinodalidad escatológicamente entendida. La vocación sinodal es original y connatural al pueblo de Dios (cfr. SVMI 72).
Conclusión
En definitiva, queda puesto de manifiesto la íntima relación y la referencia mutua entre sinodalidad y escatología.
En primer lugar, sínodo y sinodalidad son realidades fundamentales para los miembros del pueblo de Dios que pretenden caminar juntos en la dirección de la construcción del reino de Dios. Se trata de caminar juntos en y con el Pueblo de Dios. Y esto requiere de la Iglesia “el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de la misión”. Y es que justo “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. La sinodalidad es “dimensión constitutiva de la Iglesia” (SVMI 5,42).
En segundo lugar, caminar juntos como cristianos solo se puede en el seguimiento de Jesús que se nos revela en el camino caminando, precisamente porque él es el “camino” que conduce al Padre en el Espíritu. Y esto porque el Dios de los cristianos es ante todo y sobre todo un Dios nómada, un Dios migrante, un Dios de los últimos y las víctimas. Caminar juntos como cristianos requiere la escucha mutua de pueblo y pastores y el discernimiento eclesial y teológico.
En tercer lugar, existe una íntima relación entre sinodalidad y escatología, pero no desde la definición tradicional de escatología, sino desde la perspectiva de los últimos. En efecto, solo podemos caminar juntos como Pueblo de Dios en la construcción del Reino, en una perspectiva escatológica entendida desde los últimos. Éstos son los que, en definitiva, han de marcar el camino y la dinámica de la sinodalidad y, por lo mismo, es desde ellos que se define la escatología. La sinodalidad remite necesariamente a la escatología y esta a la primera. Ambas realidades se retroalimentan como dos dimensiones de una sola realidad: caminar sinodalmente en la construcción histórica del reino de Dios y hacerlo escatológicamente desde las víctimas y los últimos de la historia. He ahí su relación y mutua referencia.
Bibliografía
Bossetti, E., “Apología”, Diccionario de Teología Fundamental, Madrid 1992, pp. 118-121.
Comisión Teológica Internacional, “Sinodalidad en la Vida y en la Misión de la Iglesia”, Roma 2018.
Ellacuría, I., “Hacia una fundamentación del método teológico latinoamericano”, en Escritos Teológicos I, San Salvador 2000, p. 187-218.
Francisco (Papa), “Conmemoración del 50 aniversario de la institución del sínodo de obispos”, Roma 2015, p. 4.
Giménez, J., Lo Último desde los últimos. Esbozo de esperanza y escatología cristianas, Cantabria 2018.
González Faus, J.I., “Sinodalidad eclesial”, en Razón y Fe, Nov-dic, 2021
Luciani, R., y Compte, Ma. T., Hacia una Iglesia sinodal. De Pablo VI a Francisco, Madrid, 2020.
Luciani, R., “Medellín como acontecimiento sinodal: La emergencia de una forma de proceder”, en Efemérides Mexicana, Vol. 36, No. 108. (Sep. – Dic.; 2018) 0188-1450, pp. 375-400.
Madrigal Terrazas, S., “Sinodalidad e Iglesia sinodal: sus fundamentos teologales a la luz del Concilio Vaticano II”, en Salterrae, Tomo 107/10, No. 1,249. (Nov.; 2019), pp. 871-885.
Madrigal, S., “Sínodo es nombre de Iglesia (San Juan Crisóstomo). Corresponsabilidad, autoridad y participación”, Sal Terrae 89 (2001) 197-212.
Nocke, F-J., Escatología, Barcelona, 1984.
Pié-Ninot, S., “Sinodalidad”, en C. O’Donnell y S. Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiología, 991.
Pedro Trigo, “Caminar juntos hacia la fraternidad de las hijas e hijos de Dios por el camino que es Jesús de Nazaret”, Bogotá 2022, inédito.
de Sivatte, R. Dios camina con los pobres. Introducción al Antiguo y Nuevo Testamento, San Salvador, 1997.
Sobrino, Jon, Fuera de los pobres no hay salvación, San Salvador, 2007.
Tourón, E., “Escatología”, en Diccionario Teológico. El Dios Cristiano, pp, 414-440.
Tornos, A., Escatología I, Madrid, 1989
Zubiri, X., Sobre la esencia, Madrid 1985.
*Hugo C. Gudiel García sj
Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar
Guatemala, ciudad.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Etiquetas