Colectivo Pax ante las próximas elecciones europeas "Ante nuestros ojos un doble genocidio: del pueblo palestino y de los migrantes en el Mediterráneo"
"Las religiones han funcionado históricamente como factores de cohesión nacional y movilización contra otros pueblos"
"La historia de Europa es una historia permanente de colonialismo y dominación de territorios por la fuerza y la violencia"
"La migración de pueblos, huyendo del hambre y las guerras provocadas por gobiernos europeos, es la principal víctima de los intereses de las grandes empresas transnacionales"
"No nos equivocamos al afirmar que la ausencia de gestos proféticos en las religiones las está reduciendo, si no a la complicidad, si a la irrelevancia social"
"La migración de pueblos, huyendo del hambre y las guerras provocadas por gobiernos europeos, es la principal víctima de los intereses de las grandes empresas transnacionales"
"No nos equivocamos al afirmar que la ausencia de gestos proféticos en las religiones las está reduciendo, si no a la complicidad, si a la irrelevancia social"
| Colectivo Pax
En el manifiesto “¡NO AL GENOCIDIO EN PALESTINA! ¡Paz, fruto de la justicia!” el COLECTIVO PAX constataba que las religiones han funcionado históricamente como factores de cohesión nacional y movilización contra otros pueblos.
En esta misma línea, ante las próximas elecciones al Parlamento europeo, hacemos públicas algunas consideraciones que sitúen nuestro voto en una perspectiva más amplia que dé razón de los desafíos que plantea a la conciencia europea el momento actual.
La historia de Europa es una historia permanente de colonialismo y dominación de territorios por la fuerza y la violencia.
La dominación de los pueblos del sur tenía el objetivo de extraer las materias primas, los ricos minerales que financiaban guerras y beneficiaban a grandes fortunas de la mano de las monarquías.
Poco a poco el extractivismo se mantuvo y provocó el desplazamiento de pueblos desposeídos de sus tierras, sus ríos y recursos naturales.
La migración de pueblos, huyendo del hambre y las guerras provocadas por gobiernos europeos, es la principal víctima de los intereses de las grandes empresas transnacionales.
En su mayoría, la población migrante intenta llegar a nuestros países. No lo consigue. Sus cuerpos están sumergidos en aguas del Estrecho construyendo una frontera Norte-Sur.
Las personas que llegan, que son pocas, son estigmatizadas, criminalizadas y despreciadas por su raza y color de piel.
Hay voces potentes en Europa que pretenden mano de obra barata, personas sin papeles, sin derechos, para seguir explotándoles. No deberíamos sucumbir a esas exigencias.
Por otro lado, reconocemos que líderes religiosos de diversas confesiones, incluyendo al Papa Francisco, el influyente grupo de obispos católicos de EE.UU., la Subcomisión de Misiones de la CEE y figuras destacadas del protestantismo como el Reverendo Olav Fykse Tveit del Consejo Mundial de Iglesias, han denunciado el Pacto Migratorio de la UE y han condenado las atrocidades en Palestina.
No obstante, es legítimo preguntarse si, ante la xenofobia creciente que se está fomentando en la ciudadanía por ciertas migraciones y la desesperación planetaria que está causando la arrogante impunidad de Israel en Palestina, son ya suficientes las palabras.
No nos equivocamos al afirmar que la ausencia de gestos proféticos en las religiones las está reduciendo, si no a la complicidad, si a la irrelevancia social.
Contrasta esta ausencia con las grandes manifestaciones que suelen convocar las confesiones religiosas cuando se trata de otros temas que, erróneamente, consideran de su incumbencia como lo tocante al comienzo y final de la vida o a la misma moralidad de la familia.
Ante este silencio jerárquico mayoritario sobre la xenofobia y el genocidio nos preguntamos si es para la jerarquía religiosa más importante la defensa del “no nacido” o del que libremente pone fin a su vida que la vida de los más de 12.000 niños y niñas bombardeados y muertos en la Franja de Gaza; si es para ellos más importante la defensa de una moralidad particular de familia que el genocidio de todo un pueblo.
Nos preguntamos finalmente —y le preguntamos a las jerarquías religiosas de todos los colores— si la humillación que supone para la humanidad la destrucción y muerte de un pueblo milenario como Palestina no es causa suficiente para salir a la calle —cerrando si fuera preciso las puertas de todas las iglesias, mezquitas y sinagogas— a gritar hasta que el corazón aguante y la mal llamada comunidad internacional vuelva a la cordura.
Los pueblos del Sur Global y sectores de jóvenes estudiantes de países del Norte están levantando su voz contra estas situaciones, a pesar del silencio y la impunidad con que se desarrolla ante nuestros ojos un doble genocidio: del pueblo palestino y de los migrantes de otros pueblos en las aguas del mediterráneo (“mare nostrum”).
Hacemos un llamamiento a la opinión pública para que apoye con su voto aquellos partidos políticos que tengan en cuenta estas situaciones y propongan medidas, desde las instituciones europeas, para hacerlas frente de manera efectiva.
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