De himnos nacionales y sus letras Los españoles seguimos en el insignificante club de países sin letra oficial de su himno nacional
"En 1928, un magnífico poeta gaditano, José María Pemán, compuso una letra para nuestro himno que hasta hoy no parece haber sido igualada por ninguna de las muchas que se han propuesto para ese fin, como puede uno descubrir en internet"
"Si en 1936, ocho años después de ser compuesta esta hermosa letra, el mismo Pemán no hubiera cambiado ‘la frente’ de la primera estrofa por ‘brazos’ y ‘los yunques y las ruedas’ de la segunda por ‘los yugos y las flechas’ es posible que hoy fuera la letra oficial del himno"
"Cierto que más tarde se unió políticamente al ‘movimiento’ franquista. ¿Y qué? Dejemos que la historia lo juzgue por lo que a eso atañe. En lo que a estas líneas se refiere, lo que importa es Pemán como escritor y autor de la mejor letra para el Himno Nacional que hasta ahora se ha escrito"
"De momento, seguimos en el insignificante club de países sin letra oficial de su himno nacional formado por Kosovo, Bosnia-Herzegovina y San Marino, aunque los dos últimos ya la tienen oficiosa"
"Cierto que más tarde se unió políticamente al ‘movimiento’ franquista. ¿Y qué? Dejemos que la historia lo juzgue por lo que a eso atañe. En lo que a estas líneas se refiere, lo que importa es Pemán como escritor y autor de la mejor letra para el Himno Nacional que hasta ahora se ha escrito"
"De momento, seguimos en el insignificante club de países sin letra oficial de su himno nacional formado por Kosovo, Bosnia-Herzegovina y San Marino, aunque los dos últimos ya la tienen oficiosa"
| Manuel Rodríguez Díez. Agustino
Además de brindarnos la oportunidad de admirar lo que los petrodólares pueden hacer en manos de los nuevos ricos-nietos de los pobres pescadores de perlas quatarís, de sorprendernos ante el empuje sorprendente de nuestros vecinos del otro lado del estrecho, y de la supremacía carioca (si es que en el equipo brasileño había alguno de tales latitudes), el último Mundial de Fútbol nos sorprendió con algo inesperado y nunca antes ocurrido en la historia del deporte: escuchar el silencio de dos equipos a la hora de interpretarse la música de su himno nacional. Uno, el iraní, cuyos jugadores pusieron en peligro sus vidas, literalmente, al llevar adelante un gesto de protesta contra los crímenes que el gobierno clerical de su país perpetra a diario contra muchos de sus propios ciudadanos que piden a gritos se les conceda la libertad. Otro, La Roja, por la obvia razón que todos conocemos: porque seguimos sin letra del Himno Nacional de España, que algunos se empeñan en seguir llamando Marcha Real, aunque sí lo sea como música histórica.
Sé que lo que sigue no va a servir de nada, pero, como todo ciudadano, tengo derecho al pataleo y esto, unido a eso que llamamos libertad de expresión, me impele expresar en papel lo que mi disco duro cerebral tiene almacenado hasta en la nube. En 1928, un magnífico poeta gaditano,José María Pemán, compuso una letra para nuestro himno que hasta hoy no parece haber sido igualada por ninguna de las muchas que se han propuesto para ese fin, como puede uno descubrir en internet. Por si alguno de los lectores no la recuerda, la cito a continuación:
“¡Viva España! Alzad la frente, hijos del pueblo español, que vuelve a resurgir. Gloria a la Patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol. ¡Triunfa, España! Los yunques y las ruedas cantan al compás del himno de la fe. Juntos con ellos, cantemos de pie la vida nueva y fuerte del trabajo y paz. ¡Viva España! Alzad los brazos, hijos del pueblo español que vuelve a resurgir. Gloria a la Patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol”. Siguiendo ese caminar del sol hacia el oeste y sobre el mar llevó a nuestros antepasados a las orillas de la América Hispana, que queda así incluida simbólicamente en el himno.
Si en 1936, ocho años después de ser compuesta esta hermosa letra, el mismo Pemán no hubiera cambiado ‘la frente’ de la primera estrofa por ‘brazos’ y ‘los yunques y las ruedas’ de la segunda por ‘los yugos y las flechas’ es posible que hoy fuera la letra oficial del himno, como lo fue oficiosa durante el régimen de Franco. Cuando el poeta la compone en 1928, Franco era conocido por sus éxitos en la guerra de África, por haber llegado a los treinta y tres años a ser el general más joven de Europa, y porque el 1 de enero de ese mismo año había sido nombrado director de la Academia General Militar. Me pregunto cuánto más sabía Pemán de ese militar el año que nos ocupa. Sospecho que no mucho más.
Cierto que más tarde se unió políticamente al ‘movimiento’ franquista. ¿Y qué? Dejemos que la historia lo juzgue por lo que a eso atañe. En lo que a estas líneas se refiere, lo que importa es Pemán como escritor y autor de la mejor letra para el Himno Nacional que hasta ahora se ha escrito. ¿O es que la odiosa manía de politizar en este país todo lo habido y por haber me va a prohibir leer a Lope, Quevedo y Cervantes, Tirso y otros muchos porque eran monárquicos y católicos, o a los muchos y magníficos escritores modernos porque en su infancia quizás cantaron el Cara al sol o Prietas las filas? ¿O a Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Antonio Machado, Rafael Alberti, Miguel Hernández y otros muchos porque eran de izquierdas?
¿O vamos a quemar las obras de Picasso y Dalí porque no opinaban de igual manera que los políticos de turno? ¿O a derribar La Sagrada Familia (elegida hace unas semanas, por cierto, como el monumento número uno del mundo digno de ser visitado) simplemente porque es una iglesia? ¿O me voy a privar de escuchar Los Anillos del Nibelungo o Tanhäuser porque a un señor con un bigotito ridículo y lleno de gases se le ocurriese decir, casi sesenta años después de la muerte de Wagner, que la música del insigne compositor era algo así como el epítome musical de la raza aria con que el loco de él soñaba?
Si la mal llamada Memoria Histórica sigue en pie, quizás lleguemos a esos resultados. Después de todo, hay muchos que querrían ver la cruz del Valle de Cuelgamuros por los suelos, aunque sea la más alta del mundo y aunque se acerquen a ella para admirarla como tal miles y miles de personas que ni de católicos ni de franquistas tienen nada, aparte los otros muchos miles que sí lo sean.
De paso, hay algo que nunca me ha cuadrado en mis pensares: Si todo lo que huele a franquismo debe ser abolido y arrasado, ¿cómo es que ni la Memoria Histórica ni nadie habla de volar la mayoría de los pantanos de España, de arrancar millones de pinos que han cambiado la visión de muchas montañas españolas, de renunciar a las ‘pagas extraordinarias’ o a nuestra magnífica seguridad social, por más defectos que aún tenga? Y puedo asegurar que no me tengo por franquista, pero sí me creo poseedor de algún sentido común.
Pero volvamos a Pemán y su letra para el himno. El Partito Nazionale Fascista de Mussolini nace oficialmente el 7 de abril de 1921. Aparte ser noticia de algún interés en toda Europa, dudo mucho que los españoles, Pemán entre ellos y en 1928, dieran mucha importancia a algo que no les afectaba directamente. Y cierto, Mussolini, soñando con la ‘recreación’ del imperio romano –algo así como lo que le ocurre a Putin en este momento, solo que aplicado al zarista- impone el supuesto saludo romano, brazo derecho en alto, como símbolo de su nuevo partido.
Vuelvo a pensar que, cuando Pemán invita a los españoles a ‘alzar los brazos’, ni se le pasaba por la imaginación pensar en el fascismo. Si así fuera, y aplicando la misma lógica, debiéramos pensar que los hinchas del Real Madrid, cuando su equipo marca un gol y se levantan entusiasmados, brazos en alto y gritando oléoléolé, son todos fascistas. ¡Vamos, que no! En cambio, aunque la tele aún estaba en pañales, y las pelis eran casi una novedad, es muy fácil que en 1928 Pemán hubiera visto más de una foto de chavales sobrinos del Tío Sam recitando el Juramento de Lealtad a la Bandera, brazo derecho en alto como era costumbre desde 1892, gesto que se conocía como el Saludo Bellamy (en honor de Francis Bellamy, autor del Juramento), aunque en realidad el gesto del brazo alzado fue idea de James B. Upham, editor del periódico The Youth’s Companions (Los compañeros de la juventud), que en su número 65, pgs. 446-447, de 1892 dice lo siguiente:
“A una señal del director, los alumnos, alineados por filas, con sus manos a un lado, miran a la bandera. Se da otra señal; cada alumno hace el saludo militar a la bandera –la mano derecha levantada, con la palma hacia abajo, formado una línea cercana a la frente. Permaneciendo de este modo, todos juntos repiten despacio: ‘Juro lealtad a mi bandera y la república que representa: una nación indivisible, con libertad y justicia para todos’. A las palabras ‘a mi bandera’, la mano derecha es extendida grácilmente, con la palma hacia arriba, hacia la bandera, y permanece así hasta el final de la afirmación, momento en el que todas las manos son inmediatamente bajadas y colocadas a un costado”.
Millones de usamericanos saludaron así a su bandera desde 1892 al 22 de diciembre de 1942, cuando el Congreso de USA, para evitar comparaciones obvias en aquel momento, instituyó el gesto de la mano sobre el corazón como saludo civil durante el Juramente de Lealtad a la Bandera, gesto que sigue siendo oficial, que hemos visto cientos de veces en persona y en los medios de comunicación, que, además, se usa siempre cuando se interpreta el himno nacional del país, y que ¡ojalá! algún día copiáramos cuando escuchamos el nuestro. O sea, que en 1928, cuando Pemán compuso la letra del Himno Nacional, la inmensa mayoría de los millones que levantaban el brazo derecho como saludo a su bandera eran usamericanos, no fascistas.
Alguno pensará que la letra de Pemán, resulta un poco ‘empalagosa’. Pues compárenla con las siguientes: “¡En marcha, hijos de la Patria, ha llegado el momento de gloria! La tiranía alza su sangriento pendón contra nosotros. ¿Oís en los campos el bramido de aquellos feroces soldados? Vienen hasta vosotros a degollar a vuestros hijos y vuestras esposas. ¡A las armas, ciudadanos! Formad vuestros batallones. Marchemos, marchemos, y que la sangre impura riegue vuestros surcos”. Vamos, como para salir corriendo cada vez que los entusiasmados vecinos de Francia entonan LaMarsellesa.
“Yo soy Guillermo de Nassau, de sangre germana; me mantendré leal a mi patria hasta el día que muera. Yo soy un príncipe de Orange, libre e impávido; al rey de España siempre he honrado. / Ante Dios juro, enfrente de su gran poder, que yo nunca odié al rey [de España], pero que he tenido que obedecer a Dios, la más alta majestad, por toda la eternidad y con toda justicia”. Primera y última estrofa del himno nacional que, tan entusiasmados como los franceses, cantan los holandeses.
“Y ¿dónde está esa chusma [de ingleses] que con tanta prepotencia juró que los estragos de la guerra y la confusión de la batalla nos dejaría sin hogares y sin patria? Su sangre ha limpiado la contaminación de sus puercos pasos. Ningún refugio podrá salvar a los mercenarios y a los esclavos del terror de la huida o de la penumbra de la tumba. Pero la bandera tachonada de estrellas ondea triunfante sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes”. Tercera estrofa de la oda The Star-spangled Banner (Bandera tachonada de estrellas), compuesta por Francis Scott Key el 13 de septiembre de 1814 al descubrir por la mañana, desde un barco inglés en que estaba temporalmente detenido, que la bandera del Fuerte McHenry, bombardeado sin tregua durante la noche, aún seguía ondeando orgullosamente. Naturalmente, hablo del Himno de los Estados Unidos de América. Para más inri, la oda se popularizó rapidísimamente y, como nadie se ocupó de componer una música para ella, se le adaptó la del ‘himno’ de la Sociedad Anacreóntica de Londres, un club de hombres que se reunían una vez al mes “para combinar la apreciación musical con la comida y la bebida”. Vamos, algo así como era Asturias Patria Querida antes de que los muy inteligentes asturianos hicieran de la popular canción su hermoso himno regional.
Debo añadir que los usamericanos, además del himno oficial aquí mencionado, tienen otros dos ‘oficiosos’ que también son usados en muchas ocasiones y que todos los ciudadanos conocen: “God save America” (Que Dios salve a América) y This land is my land (Esta tierra es mi tierra).
El himno nacional de Nueva Zelanda, God defend New Zealand, (Que Dios defienda a Nueva Zelanda, (Aotearoa en maorí) fue aprobado oficialmente en 1940. Se canta una estrofa en maorí y otra en inglés, las lenguas oficiales. Pero una parte importante de la población deseaba que, como himno, se aprobara un Haka maorí como el que el equipo The All Blacks (Todos Negros), selección nacional neozelandesa de rugby y ganadores del Premio Príncesa de Asturias a los Deportes de 2017, interpretó en el Teatro Campoamor tras recibir el premio y que originó uno de los aplausos más contundentes jamás oído en la historia de los premios, a pesar de que el Haka suena y se ve como algo casi aterrador.
Finalmente, el himno nacional de Australia Advance, Australia Fair (Adelante, hermosa Australia), estuvo a punto de perder la batalla ante el que aún sigue siendo enormemente popularWaltzing Matilda: “Una vez un alegre vagabundo acampó junto a un remanso de un río, bajo la sombra de un eucalipto. Y cantaba mientras miraba y esperaba que su tetera hirviera: ‘Quién vendrá a vagabundear conmigo? Y así llegó una oveja a beber agua del remanso; saltó sobre ella y la agarró con alegría; y cantaba mientras escondía la oveja en su alforja: ‘Tú vendrás a vagabundear conmigo”. Realmente, por cómica que resulte la letra, es el himno nacional ‘oficioso’ de down under, o sea, de los antípodas.
"Un himno nacional es un símbolo de unidad, como lo es una bandera; no importan mucho ni la música ni la letra"
Comparado a lo anterior, amado y defendido y orgullosamente cantado por los pertinentes nacionales, lo de “Viva España, alzad la frente hijos del pueblo español” y lo que sigue, y fuese su compositor franquista o comunista, ateo o creyente, católico o mormón, blanco o negro, rico o pobre, alto o bajo, gordo o flaco, es una soberbia letra para una no menos soberbia marcha. Un himno nacional es un símbolo de unidad, como lo es una bandera; no importan mucho ni la música ni la letra, como se aprecia por lo aquí citado.
De momento, seguimos en el insignificante club de países sin letra oficial de su himno nacional formado por Kosovo, Bosnia-Herzegovina y San Marino, aunque los dos últimos ya la tienen oficiosa. ¡Como para estar orgullosos de pertenecer a este club! Pues me temo que podemos acabar siéndolo simplemente unitario.
Me pregunto qué ocurriría si, tras una explicación nacional como la expresada en estas líneas, se preguntase al pueblo español en un referéndum qué letra elegirían para nuestro himno. Yo apostaría que ganaba la de José María Pemán. Pero me temo que en la España actual, tan malévolamente politizada, esto nunca se cumplirá y seguiremos todos tarareando Lalalala, laralalalalala…, como se ven obligados a hacer todos nuestros atletas en eventos deportivos internacionales. ¡Qué pena!
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