¿Qué puede hacer la Iglesia frente a esta lacra? De hombres y de 'manadas'
"El sexo, con cuyo ejercicio se alcanza la finalidad sagrada del “creced y multiplicaos”, no es ni solo ni fundamentalmente, zoología. Es humanidad, respeto y agradecimiento mutuo, diálogo, ternura y familia"
Los términos y conceptos “hombre” y “manada” con de por sí académicamente incasables. “Hombre” -“ser animado humano racional del sexo masculino”-, y “manada” –“hato, rebaño o conjunto de animales de la misma especie que andan reunidos”, o “cuadrilla o pelotón de gente”-, por muy benevolentes que se sea en la interpretación de estas palabras, jamás se podrán matrimoniar con seriedad y responsabilidad.
Pero el hecho más que dramático en todo orden de cosas, es que “hombre” y “manada” aparecen en coyunda informativa con desdichada y preocupante frecuencia. Los titulares de los medios de comunicación social así lo delatan, si bien el caso concreto de hoy, con la alegría judicial de que, por fin, la ley se ha inclinado de lleno a favor de lo que el clamor popular da y proclama como justo acerca de la degradante situación -también legalizada- en la que malvive la mujer por mujer.
El problema es grave. Tremenda y bochornosamente grave. La reflexión sobre el mismo en las madrugadoras páginas de RD, se hace imprescindible y urgente.
El machismo sigue campando
De una manera o de otra, el hecho incuestionablemente cierto y avalado por multitud de sinrazones, es que el machismo campa –“pacer por el campo un animal” ó “reconocer el campo una tropa”-, con todos sus sagrados derechos y deberes y “caiga quien caiga” – que sigue siendo la mujer-, es el común denominador que define a nuestra sociedad en sus diversas situaciones y esferas.
La carencia de originalidad, siempre a favor del hombre-varón, sacraliza una vez más el problema y lo eleva hasta a las mismas fuentes veterotestamentarias de la manzana, de la costilla de Adán y la formación de Eva, por lo que, en resumidas cuentas, la mujer, por mujer, es y estará de por vida al servicio-servidumbre del hombre, dado que “por” y “para” eso, este fue creado el primero y ella- la mujer- fue formada de los propios “huesos largos y arqueados que nacen de la columna vertebral” varonil, sumido entonces en un sueño profundo y fecundo.
Dar desde aquí el paso de que el hombre, es decir, el dueño y señor del universo, y la mujer es su “cosa” o esclava, está en rigurosa consonancia con la lógica y con el plan inicial creador de Dios, aunque se explicara que su voluntad santa fue y es la de “haberlos creado hombres y mujeres, con identidad de derechos y deberes”. (El problema no es solo judeo-cristiano, sino de la mayoría de las culturas y religiones, por antiguas que sean, todas ellas fundadas e inspiradas por hombres varones).
Reconversión: del machismo a la verdadera religión
En el duro y arduo proceso de la reconversión del machismo a la autenticidad de la verdadera religión cristiana, predicada y vivida por Jesús en los santos evangelios, y con el fin tan elemental de que el hombre no corra el riesgo de sentirse en permanente predisposición de delito de violar a la mujer, ha de contar necesariamente la reeducación- formación – información religiosa y cristiana.
El sexo precisa de otros planteamientos, además de los expresamente asignados y “doctorados” en las Ciencias Religiosas al uso, de la sagrada teología, la ética y la moral. El sexo, con cuyo ejercicio se alcanza la finalidad sagrada del “creced y multiplicaos”, no es ni solo ni fundamentalmente, zoología. Es humanidad, respeto y agradecimiento mutuo, diálogo, ternura y familia. No es imposición, fuerza, “débito”, y hasta violencia. La violación llamada y considerada como matrimonial y sacramentalizada, no dejará jamás de ser violación…
La proclamación- evangelización de tal verdad cristiana y humana, difícilmente podrá ser tarea-ministerio de los célibes, acaparadores/as de la catequesis para la preparación de quienes pretenden contraer el matrimonio “por lo canónico” o “por lo civil”.
Educar los hombres como hombres varones, a las mujeres como mujeres, y a unos y a otras como seres humanos, es tarea ministerial propia de Nuestra Santa Madre la Iglesia, pero desdichadamente hoy en manos de inexpertos, o de casi- enfermos, obsesionados con lo del “mundo, demonio y carne”, y convencidos teológicamente de que “pecado y mujer”, incapacitada esta para el sacerdocio, es, o ronda, la calificación de “casi” dogma de fe.
En los “Sanfermines”, festivos o no, con toros o vacas, y en el acontecer de la vida ordinaria, con discreción o sin ella, y a veces con los ojos lujuriosamente saltones, los comentarios ”varoniles” normales pasan casi sistemáticamente por lo que identifica a la mujer con el sexo-sexo.
Toda entidad, organismo e institución educadora, con inclusión de la Iglesia, que no despeje y purifique los caminos de la discriminación de la mujer, “des-sexualizando” a las “manadas” al acecho de de coger, agarrar y violar a su “ presa”, sin tiempo y conciencia de pensar si es o no menor de edad y consentidora plena, precisa con urgencia una revisión de vida y de procedimientos en las tareas educadoras de las que son responsables de alguna manera.