"¡Gracias, papa Francisco, por la 'revolución litúrgica' de su Carta" Las misas que no fueron misas

Misa tradicionalista
Misa tradicionalista

"Si el fiel, oficial y verdadero espejo de la liturgia, es decir, de la Iglesia, es la misa, la ceremonia habría de recorrer largos y abruptos caminos para alcanzar la mínima condición de 'misas'"

"El panorama respecto a la misa y su celebración, no es optimista. A curas, y sobre todo a obispos ya nombrados, con suma dificultad se les puede hacer descabalgar de sus mulas blancas"

"Mons. Óscar Romero, mártir-testigo de la Eucaristía, escribió con letras de sangre: 'La Misa está unida a la vida … Yo les digo, hermanos, todos ustedes son sacerdotes que celebran la Misa en su propia vida. No pierdan el sentido divino de su existencia"

"¡Gracias, papa Francisco, por la 'revolución litúrgica' de su Carta … 'La Eucaristía que no es MESA, acaba siendo pura blasfemia', lo dijo y lo dice el santo obispo Pedro Casaldáliga y esto es y va a MISA"

“Las misas no fueron, ni son misas”, pudiera ser, y es, para algunos la conclusión tal vez desmedida a la que llegaran, después de la publicación de la Carta Apostólica del Santo Padre Francisco“Desiderio desideravi”-, sobre la reforma de la formación teológica del pueblo de Dios en toda la Iglesia del rito romano”.

En relación con el tema y las consecuencias que en tantas esferas del adoctrinamiento, catequesis y praxis pastoral de la tradicional religiosidad popular y propia y específica también del “Alto” y “Bajo” Clero, decido afrontar la redacción de estas sugerencias, a ampliar posiblemente en circunstancias distintas de lugar y de tiempo. Las 18 páginas y los 65 puntos del texto “franciscano” dan, y darán, mucho de sí, con reacciones “piadosas” tal vez impensables.

Es luminosamente claro, que ni en estas ni en otras áreas litúrgicas,la tarea-ministerio que propone la “Desiderio desideravi” en sus reiterados llamamientos a favor de la “formación teológica del pueblo de Dios” está ciertamente justificada, siendo una de sus lógicas consecuencias el éxodo - huida de iglesias y templos , de multitud de cristianos del rito romano, comenzando por los más jóvenes. Ellos y ellas pisaron poco o nada estos lugares “sagrados”. Y, quienes lo hicieron por motivos “sociales”, no siempre conservan recuerdos de los que el Evangelio es síntesis, expresión y esquema de la vida que merezca vivirse.

Si el fiel, oficial y verdadero espejo de la liturgia, es decir, de la Iglesia, es la misa, por ejemplo, la retransmitida por LA TRECE, mayormente “episcopable,” o por LA DOS –“idem de idem”- y otras celebradas, o por celebrar en pueblos y ciudades, la ceremonia habría de recorrer largos y abruptos caminos para alcanzar la mínima condición de “misas”. ¿Por qué siempre, o casi siempre, serán sus “celebrantes” obispos -los mismos o de idéntica cultura formación, concepción y proyecto de Iglesia- , poco conciliar por definición y oficio”?. ¿Acaso no hay curas de pueblo, capacitados para presidir la celebración eucarística, con sencillez, Evangelio y sin pretensiones de espectacularidad que dicen ser “religiosa”?

Los símbolos con los que se “predican”, “evangelizan” e intentan “educar en la fe”,- adoración a Dios y servicio al prójimo-, hoy no resultan ser ni siquiera cristianos. Son y se usan en concordancia con su vetusta procedencia en superlativo pagano, imperial, regia o feudal. Con mitras, anillos, báculos y tantos arreos, gestos y gestas , las misas no son misas , por episcopales que sean y de cuya solemnidad hayan dado testimonio las campanas de las catedrales , con el consabido susto ecológico para las cigüeñas censadas en ellas.

Laterminología -palabras y gestos- propias de las misas actuales del rito romano -en lengua vernácula o en latín clerical-, no hay quien la entienda y menos si se es, o se quiere ser, cristiano actual y hoy, en consonancia con el explícito adoctrinamiento de la” Carta Apostólica del Santo Padre Francisco”.

El panorama respecto a la misa y su celebración, es decir, de Iglesia, no es optimista. Y no es cuestión de cambios formales, de signos y símbolos. Lo es de mentalidad. A curas, y sobre todo a obispos ya nombrados o en ternas para serlo, y hasta cardenaliciamente “purpureables”, con suma dificultad se les puede hacer descabalgar de sus mulas blancas, despojándolos del aparato propio de la “toma de posesión” y del consagrado convencimiento de ser “Sucesores de los Apóstoles”, ministro s del Señor, únicos representantes de Dios “así en la tierra como en el cielo”, mientras que a los laicos -y mucho más a las laicas-, las definen de por vida la inopia propia de la periferia marginal del olor a incienso, con la necesidad ineludible de tener que pasar antes por el confesonario, con el “yo pecador y el “mea culpa”, como estandartes, antes de iniciarse la misa.

En la misa, y en la celebración pastoral de la vida, de entre los términos reales, cristianos y litúrgicos más abundosos y frecuentes, han de acentuarselos de “asamblea, reunión, estar juntos, reconciliación, conmiseración, misericordia, igualdad, hogar, cercanía, besos y abrazos, alianza, alegría, ternura, ayuda mutua, cuidar, dejarse cuidar, piedad, hacer del padrenuestro un programa de vida, solidaridad, hacer crear lazos de unión, cercanía, amabilidad, calor, vino y pan, presidir, -es decir, servir-, ensayar, conseguir y practicar que “cada uno no vaya a lo suyo”, desterrar la idea infame de que la mujer por mujer, es-tiene que ser- inferior al hombre, también en la Iglesia-, capacidad de entrega de sí mismo y de sus cosas a los demás,, perdón, elegancia…

Otros términos, actitudes, mentalidades y disposiciones distintos a los citados y similares, no es posible adscribirlos a la liturgia eclesial y menos a los de la santa misa que empieza y termina, en la COMUNIÓN, palabra que procede del griego “koinonía” -en latín” conmunio”, (“cum”-con) y “munus”, (“misión o encargo”), de hacer partícipes a los demás, de las vivencias experimentadas en la celebración eucarística-
Mons. Óscar Romero, mártir-testigo de la Eucaristía, escribió con letras de sangre:

La Misa está unida a la vida, no solo se celebra el domingo en la Catedral. Misa es la del hombre que hace de su vida un culto al Señor. Nunca brota de sus labios una mentira, nunca un odio, nunca un resentimiento… Y así está celebrando Misa el hojalatero, el carpintero, el barrendero, la señora del mercado, el estudiante etc. Yo les digo, hermanos, todos ustedes son sacerdotes que celebran la Misa en su propia vida. No pierdan el sentido divino de su existencia”.

¡Gracias, papa Francisco, por la “revolución litúrgica” de su Carta, con cuya lectura y praxis, los templos dejarán de ser espacios únicos y sagrados para los rezos del santo Rosario, del Vía Crucis, ocasión para confesarse y satisfacer otro tipo de devociones, pero no para intervenir y ser partícipes de la celebración Eucarística!

“La Eucaristía que no es MESA, acaba siendo pura blasfemia”, lo dijo y lo dice el santo obispo Pedro Casaldáliga y esto es y va a MISA.

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