"Hacen falta penitencia y reparación" Las 95 tesis, aún vigentes para la Iglesia de hoy

(Antonio Aradillas).- Se preparan ya las solemnes y universales programaciones religiosas con ocasión del Quinto Centenario de la Reforma Protestante, sintetizada en la colocación por parte de Lutero de sus "95 tesis contra la venta de las indulgencias y el fundamento escasamente bíblico de la autoridad papal", colgadas en las puertas de la Iglesia dedicada a Todos los Santos, del castillo de Wittenberg, en gesto desafiante del teólogo agustino, el día 31 de octubre del año 1517.

Los obispos católicos alemanes han iniciado corporativamente tales actos conmemorativos, con la publicación del documento titulado "La Reforma en la perspectiva ecuménica", en el que reconocen y destacan, por ejemplo, que "Martín Lutero fue, y es, pionero religioso, testigo del Evangelio y maestro de la fe", después de confesar, reconocer y admitir estos obispos "nuestras culpas y arrepentimiento por ambos lados". El hecho conmemorativo de este Centenario sobrepasará límites y fronteras no solo religiosas, sino políticas y sociológicas, por lo que se justifican las siguientes sugerencias y consideraciones:

Los relatos acerca de la Reforma y de sus principales artífices como Lutero, tal y como nos fueron, y nos son, enseñados a los católicos, constituye uno de los más oprobiosos capítulos de la historia universal. La manipulación de hechos, comportamientos de las personas, presentación y análisis doctrinales, fueron, y siguen siendo, de tal catadura, que sonrojan a quienes pretendan estudiar y situarse ante la realidad con criterios limpiamente intelectuales, con referencias a la verdad, y más si esta es de carácter religioso.

Como todo proselitismo obnubila las mentes y, por definición, se enemista con la sabiduría, la ciencia, la conciencia, las pruebas y aún con los documentos, a católicos romanos como a reformadores les serán imprescindibles buenas dosis de penitencia y de reparación para aprovechar religiosamente las gracias que puedan ser otorgadas con ocasión del citado Centenario.

Partir de juicios y hechos de tanta transcendencia en la historia de la humanidad de los últimos 500 años, es requisito y condición imprescindible para que, con toda humildad, sensatez, arrepentimiento y propósito de enmienda, unos y otros nos dispongamos lo más certeramente posible, a la búsqueda, encuentro y entendimiento no solo ecuménico, sino integral e integrador, en tantos círculos, actividades y empresas, tanto espirituales como materiales.

Leídas y releídas las 95 tesis, "colgadas en gesto desafiante" por Lutero, es factible llegar a la conclusión de que la mayoría de ellas siguen teniendo vigencia plena en relación con la Iglesia que pretende reformar y catequizar el Papa Francisco, pudiendo y debiendo ser suscritas por todos los cristianos, tanto por los católicos romanos, como por los protestantes. Ellas son programáticas para la salvación de la idea de la Iglesia, como fiel respuesta a los problemas del mundo actual, con dolorosa mención para la burocracia curial, sus procedimientos, "dignidades" , "cargos" y emolumentos.

Respecto a los aberrantes excesos, objetivos y verbales, cometidos por los "reformadores", basta y sobra con sugerir que también los católicos hicieron uso de procedimientos similares. Al dibujo del "Papa Asno", del luterano Rödingen, respondió convenientemente el del católico romano Cócleo, con el de "Lutero, el monstruo de las siete cabezas". Los ex-agustinos luteranos Voco y Van den Eschen fueron quemados vivos el año 1523 en Bruselas por católicos, al igual que lo fueron los protestantes, con toda clase de argumentos teológicos administrados por los tribunales de la "Santa Inquisición".

Las conmemoraciones que se preparan para el Quinto Centenario de la iniciación de la Reforma ayudarán a católicos y a protestantes al encuentro mutuo por la caridad, ejercida sobre todo en su ministerio a favor del pueblo. Martín Lutero calificó la imprenta como "regalo divino y el más grande y el último don de Dios". En los tiempos de las constantemente renovadas tecnologías en la comunicación, servirse de ellas para la proclamación y difusión del evangelio, es uno de los retos eclesiales a afrontar con mayor urgencia. El número 62 de las tesis luteranas refiere expresamente que "el sacrosanto evangelio -no sus glosas e interpretaciones- es el verdadero tesoro de la Iglesia y una gracia de Dios", mientras que su lectura les estaba prohibida a los católicos.

En el número 72 de sus tesis, Lutero llama "bendito a quien se preocupa de luchar contra la desvergüenza y licencia verbal de predicador de las indulgencias", después de haber descalificado en la tesis 27 a quienes en el nombre de Dios y de la Iglesia les aseguraban a los adoctrinandos que "el alma vuela al cielo en el mismo instante en que suena la moneda echada en el cepillo", enseñanza de actualidad, digna de ser tenida en consideración también en la valoración y "cobro" de las misas.

Habiendo rechazado Martín Lutero el capelo cardenalicio para obtener su silencio, tal y como está documentado, en su obra "A los magistrados de todas las ciudades alemanas", les hizo la siguiente consideración: "Si hasta ahora han tenido que perder tanto dinero y tantos bienes en indulgencias, misas, vigilias, fundaciones, mandas, cabos de año, frailes mendicantes, cofradías, romerías y otras aberraciones por el estilo, y se han visto para siempre liberados de tales robos y donativos por la gracia de Dios, sería muy conveniente entregar parte de lo que ello suponía, como la mejor inversión en beneficio de las escuelas y de la educación de los niños pobres".

¿Qué católico, apostólico y romano no adjuntaría en este caso su firma a la de Lutero, aunque tuviera que hacer algún gesto o finta de repulsa y rechazo a determinadas palabras satíricas del ex-monje, antes o después de haber leído en la tesis 79 que "es una blasfemia afirmar que la cruz erecta, con la insignia de armas pontificias, equivale a la cruz de Cristo"?

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