Un sueño muy real La iglesia de cristal
Parecía hermosa, porque a través de sus paredes se podía contemplar el mundo, los más variados paisajes, el mar y la montañas. Pero con una peculiaridad. Podías solamente verlos, no acercarte a ellos.
Hijo, yo soy inocente. Yo no he construido esta iglesia de esta manera. Yo tenía mi iglesia como una comunidad que caminaba por los montes de Galilea.
Os la habéis inventado vosotros porque os da miedo el amor y la libertad. Yo os dije que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
Os la habéis inventado vosotros porque os da miedo el amor y la libertad. Yo os dije que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
| Pedro Miguel Lamet
Esta noche tuve un sueño. Me encontraba dentro de una iglesia de cristal. Parecía hermosa, porque a través de sus paredes se podía contemplar el mundo, los más variados paisajes, el mar y la montañas. Pero con una peculiaridad. Podías solamente verlos, no acercarte a ellos. El vidrio del que estaba construida la iglesia impedía aproximarte a la vida.
Pronto la sensación de belleza se trocó en una opresión de claustrofobia. Pero al fin y al cabo me encontraba en una iglesia. Jesús me ayudaría, me dije. Así que acudí al sagrario y para mi sorpresa el Maestro abrió la puerta, se presentó en persona ante mi y se sentó en el banco de al lado.
-¿Qué te pasa, hijo? -me preguntó.
-Nada, Señor, ya lo ves. Al principio de verme en esta hermosa catedral me sentía feliz. Bellamente construida, tan transparente, en el centro de nuestra ciudad me permitía ver el mundo, opinar sobre él, pensar que todo puede redescubrirse desde ella. Pero ahora me siento triste. Cuando he intentado salir para caminar por los campos, subir a las montañas o bañarme en la playa, ha sido imposible. Ese cristal me lo impide. ¿Por qué me has puesto dentro de esta iglesia que cierra las puertas a la vida?
-¿Yo? Hijo, yo soy inocente. Yo no he construido esta iglesia de esta manera. Yo tenía mi iglesia como una comunidad que caminaba por los montes de Galilea. Navegábamos por las aguas del lago de Genesaret, y celebrábamos la cena en casa de Pedro o cualquiera del grupo. Nuestras paredes eran los horizontes y nuestra única norma y código los imperativos de corazón iluminado por el amor a los pequeños.
-¿Y esta iglesia de paredes de cristal?
-Os la habéis inventado vosotros porque os da miedo el amor y la libertad. Yo os dije que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren, porque Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad. Os enseñé que el amor está la única ley y todos los profetas y que mi templo es sin otras paredes que el ancho mundo.
-¿Y qué me dices del Código de Derecho Canónico?
-¿Me ves a mi escribiendo un código de Derecho Canónico o un Syllabus,
hijo mío? Habéis convertido el amor en un centón de prescripciones.
-Ya, pero tus administradores insisten que han construido esas murallas de cristal para protegernos de los de fuera, los malos. Aseguran que ahora la iglesia tiene muchos enemigos: el laicismo galopante, el ateísmo, el materialismo, el indiferentismo, el agnosticismo, el consumismo…Que aquí dentro se está mucho más seguro, porque aquí está la verdad absoluta y sólo la tenemos los que vivimos dentro de la iglesia de cristal. Tras estas murallas dicen que hemos de protegernos y luchar contra ellos.
-¿Luchar? ¿Para qué? La verdad os hace libres.
-No en mi caso, Maestro, pues intento salir, y las paredes de cristal de la iglesia me lo impiden.
-Porque estás dormido.
-¿Dormido?
-Si, cuando despiertes se caerán estos muros. Tu iglesia estará dentro de ti y de tus hermanos; al raso, bajo las estrellas, y mientras remas en el mar; en los ojos de mis criaturas y hasta en el fondo de tus heridas. Estará en los abrazos gratuitos y en las noches de abandono. Tu iglesia será como la mía, sin paredes, sin otra guardia y protección que tu conciencia en diálogo con tus hermanos y pastores. Frágil y fuerte como la barca de Pedro, conmigo a veces dormido sobre las maromas de popa.
-¿Y cuándo despertaré?
-Ahora mismo. Basta que quieras y tengas tu lámpara encendida para cuando llegue el novio. Es decir con tu conciencia alerta. ¿Comprendes?
Entonces sonó el despertador. Todo había sido un sueño.
Pero una paz sin nombre reinaba en mi alma.