Benedicto XVI, ¿renuncia o dimite? ©
Renuncia
En el Diccionario de la RAE se nos dice que renuncia es casi lo mismo que dimisión, pero no igual. He aquí su acepción: "Renunciar es hacer dejación voluntaria, dimisión o apartamiento de una cosa que se tiene, o del derecho y acción que se puede tener." Ejemplos de aplicación: En una disputa de límites entre fincas vecinas una de las partes renuncia a unos metros de línea porque prefiere eso antes que enemistarse con el propietario de la finca colindante. Otro ejemplo: Usted disputa con otra persona porque ésta asegura que los coches matriculados en Dinamarca llevan la letra D. Usted sabe que son las letras DK y que la D es la distintiva de Alemania (Deutscheland). Dado que el otro insiste en su error usted prefiere renunciar a la porfía sabiendo que ya se enterará más adelante por sí mismo.
Por tanto, renunciar es esencialmente "dejación voluntaria de una cosa que se tiene, derecho o acción que se puede tener". Esto es, prescindir voluntariamente de un bien en favor de otro fin probablemente mejor.
Dimisión:
El Diccionario de la RAE dice: "Renuncia, desapropio de una cosa que se posee. Se usa hablando de empleos o comisiones." Ejemplos de aplicación serían: Jesús orando al Padre en Getsemaní decide no complacer su voluntad y dimitir libremente de su misión redentora. Otro ejemplo: A usted le nombran Director General de una gran compañía pero como no le otorgan facultades ni le dan los medios necesarios, prefiere dimitir antes que seguir hacia un fracaso seguro. En ambos casos la dimisión es un abandono de obligaciones tácitas o expresas.
Opino que el verbo que debe usarse en la noticia de la cesación del Papa es: Dimitir.
¿Por qué se ha usado el verbo Renunciar?
Cabe suponer que por el canon 332,2 del Código de Derecho Canónico, donde se usa el verbo renunciar. Sin embargo, este canon merece estudiarse puesto que la ley se funda en el Derecho y éste en el origen, oportunidad y motivaciones de su definición. Lo cual nos lleva a descubrir que la renuncia de un papa, en el sentido que actualmente vivimos, se ha dado muy escasamente. Casi puede asegurarse que nunca. El canon citado, que obliga a que la renuncia se haga libremente y sin coacción, fue utilizado en la Iglesia primitiva cuando los romanos apresaban al papa y le llevaban, por ejemplo, a trabajar a las minas, de donde ya no se salía vivo. En tales casos, la Iglesia acudía al afectado para pedirle firmara o proclamara su renuncia a un pontificado que él nunca podría ejercer, para que la Iglesia no quedara descabezada y eligiese al sucesor. Otro ejemplo: Que habiendo tres papas a la vez se les pide a cada cual su renuncia para que uno nuevo traiga paz y gobierno a la Iglesia.
Que un papa renuncie en bien de su función no es comprensible. El papa, si tiene la cabeza clara y ágil la percepción de las cosas, aun con cien años puede atender sus obligaciones. Para eso tiene sus servidores, ayudantes y curia a los que puede nombrar, destituir y comisionar. No tiene que descargar un camión de ladrillos. Ni que viajar por el mundo en desgaste innecesario de fuerzas y para ausencia de su torre de mando. Los obispos unidos al Papa son también pontífices de la Iglesia de su diócesis y los medios de comunicación son muy eficaces, instantáneos y fiables para usarlos en sus gobiernos.
Por último, queda saber si lo que se pretende es extender al Papa la norma, impuesta por Pablo VI, de dimisión voluntaria de los obispos, al cumplir 75 años, e instituirla para el Papa. Para, por ejemplo, diez años más tarde. El humo que según el papa Montini inundó el Vaticano durante su pontificado sabe que si los cargos de orden apostólico dejan de ser vitalicios el paso siguiente será descartar que vienen de Dios. Y así la desacralización de la religión se habrá logrado.
Lo digo por decir.