Lectura antipobrista de la Biblia - II: Un Belén sin figuritas.
Les propongo contemplar sin ideologías ciertos pasajes del Nuevo Testamento y sus personajes, como se hace con esas antiguas pinturas limpiadas de capas de suciedad hasta descubrir su original. Me refiero a la pobreza que nunca Jesús asoció a su mensaje, al menos con la demagogia populista con que ahora se nos atosiga. Porque, insisto en mi opinión, la pobreza que predica el Evangelio es la del espíritu dispuesto a desprenderse de toda riqueza, incluso de todo derecho antes que rechazar el favor o la llamada de Dios. Como fueron ejemplo Abraham o los cautivos de Nabucodonosor.
La Sagrada Familia.- Que José y María viajaran en un burro, tal que la gente común de su tiempo, y no en un Volkswagen de hoy, es para muchos una prueba más de su triste pobreza. Pero esa buena bestia era entonces un medio de viaje normal, como demuestra Jesús en su clamorosa entrada en Jerusalén. Aparte de que cumpliera así una profecía. El error es comparar con esquemas del presente aquella tierra y aquel tiempo en que los caballos eran controlados por los romanos o cualquier eslabón del poder.
Belén y el pesebre.-Miremos de nuevo ese folletín de los pobrecitos José y María a los que nadie quiso ayudar “porque no tenían dinero para el hospedaje”, haciendo a San José un zote impresentable como padre de familia. Lo que dice el Evangelio es menos rebuscado: Acomodaron al niño en un pesebre «por no haber sitio en el mesón» (Lc 2, 7). El singular sugiere que ese mesón era el único establecimiento, cosa muy probable pues que la Belén de entonces, aun como cuna de David, era una ciudad mucho más pequeña que la de hoy.
Lo que ocurrió fue que, aparte de para cumplirse las Escrituras, la Virgen dio a luz en un establo por emergencia que puede llegarle a cualquier mujer que ha salido de cuentas... San Lucas es conciso y claro: « (...) se le cumplieron los días del alumbramiento.» (Lc 2, 6) Efectivamente, se les hospedó en un establo pero, detalle que se desatiende, poco después los Magos «entraron en la casa y vieron al niño». (Mt 2, 11) Lo cual demuestra que lo del pesebre fue accidental.
San José.- De lo poco que se dice de San José podemos suponer que era un excelente artesano y que gozaba de buen nombre en su sociedad, en la que se le tenía por descendiente del rey David. Lo que no es cualquier cosa. De su profesión de carpintero lo primero que debemos considerar es que tal oficio en su tiempo era un muy buen medio de vida. Porque, si ser un buen carpintero está bien pagado en estos días, cuánto más en aquellos en que la madera era la reina en la estructura de las casas y del confort de sus interiores. Por tanto, podemos dudar que un profesional bien conocido fuese el San José en precario que nos presentan los miserabilistas.
«José, más que carpintero, era una clase de constructor, lo cual le proporcionaba ingresos aceptables. Si era “un hombre justo”, o sadiq, tenía que ser muy buen observante de la ley [...] conocería tanto el hebreo como el arameo, además de un poco el griego [el inglés de aquel tiempo] imprescindible en los negocios.» (Beretta y Brolli, Biblia.) A todo esto se suma que San José demostró tener medios suficientes, dinerarios y de relaciones, para huir a Egipto y residir allí durante aproximadamente tres años.
Nazaret.- Últimamente los exegetas – supuestos - nos dicen, yo lo he oído, que la Sagrada Familia “vivía en una cueva” de unas colinas cercanas a Nazaret. (?) Bueno, realmente tal hipótesis no señala que la Sagrada familia fuera pobre. La vida troglodita todavía hoy no es rara en las riberas del Mediterráneo. Hay cientos de laderas de montaña con verdaderas mansiones excavadas y habitadas por familias que se protegen así de los extremos del clima: son templadas en invierno y frescas en verano. En España, una sociedad hotelera explota diversas cuevas de la provincia de Granada, concretamente en Guadix.
"Bueno, es que realmente no eran cuevas. Queríamos decir humildes casas de adobe...", responden los pobres científicos. Pero de adobe eran las casas en general, por tradición egipcia y asiria. Fijense ustedes que hasta la muralla que hoy rodea la Alhambra de Granada se conserva de adobe, es de adobe, en muy notable extensión.
«Aquella tierra estéril».-La actual región palestina no fue pobre. La historia reciente demuestra que lo que los palestinos vendieron como calizas yermas sin cultivo, desde 1948 los israelíes lo han convertido en un vergel. Mas leamos qué dice Geza Vermes, intérprete de los Manuscritos del Mar Muerto (1953), miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de París (1957) y profesor de Estudios Judíos en la Universidad de Oxford (1965): «La Galilea de Jesús era populosa y relativamente próspera. La razón de su bienestar económico era la extraordinaria fertilidad de la tierra y el pleno uso que hacían de ella sus habitantes. Tal como nos la describe Josefo, «es tan rica en terreno agrícola y en pastos y produce tal variedad de árboles, que hasta los más indolentes se sienten tentados por estas facilidades a dedicarse a la labranza». Aunque más pequeña que Perea, sus recursos son mayores, «pues se cultiva toda ella y produce cosechas de un extremo a otro». Uno de sus productos era el aceite de oliva, que se exportaba en grandes cantidades para los judíos de Siria, Babilonia, Media, Egipto y Capadocia [...] Esta rica industria agrícola, junto con la pesca del Lago, y el trabajo en las artesanías..." (Muchnik, Jesús el Judío, Barcelona, 1994)
Es un fraude indigerible suponer que la familia y los discípulos de Jesús - de los que también trataremos - desaprovechaban aquel escenario de boyante economía, donde «hasta los más indolentes» prosperaban. Es más honrado pensar que «el aceite de oliva que se exportaba en grandes cantidades» fuese en porcentaje elevado el de la familia de San Marcos; que de «la pesca en el lago», San Pedro y su hermano Andrés y los Zebedeo tuvieron parte solvente. Y que del «trabajo en las artesanías», algo protagonizaran San José y Jesús, Nuestro Señor.
(Continuará).