Pocas miradas ha habido tan intensas, como sus ojos azules. No ha querido sin embargo que su rostro ocultara el paso del tiempo. Se fue llenando de arrugas, hasta ver su cuerpo consumido por el cáncer, el viernes pasado. Moría así a sus 83 años, el actor y director Paul Newman, en su casa de Connecticut, junto a su esposa Joanne Woodward. Vivió con ella durante medio siglo, lejos del mundo de Hollywood, donde se ha convertido en un mito. La leyenda del indomable, es ahora la del impecable. No sólo estaba entregado a causas humanitarias, sino que tenía su propia fe, que no era el judaísmo de su padre, ni el catolicismo que su madre cambió por la ciencia cristiana. Paul Newman era un devoto miembro de la Iglesia Unitaria Universalista. ¿En qué se basaba su religión?
Newman nació en Cleveland (Ohio, EE.UU.) en 1926. Sus padres eran americanos de segunda generación. Arthur era un judío alemán, no practicante, que tenía una tienda de artículos deportivos. Estaba casado con una húngara católica llamada Teresa, que cuando Paul tenía cinco años, se convirtió a la ciencia cristiana. Este es un movimiento religioso que nació en el siglo XIX con una mujer protestante, que se había criado en la Iglesia Congregacional, llamada Mary Baker Eddy (1821-1910). Muchos la confunden ahora con la cienciología del escritor de ciencia-ficción Ron Hubbard (1911-1986), pero la ciencia cristiana busca la sanidad por el poder de Cristo, aunque pretenda crear también una realidad con la mente.
Su madre mandó durante años a Paul a la escuela dominical de la ciencia cristiana, “pero no le entraba”, dijo en una entrevista. Algunos piensan que era por la influencia de su padre. De él recibió ciertos valores, pero sólo cuando se sentía presionado, decía que era judío, porque era para él “un desafío”. De hecho mucho tiempo dijo no tener ninguna religión. Su educación fue muy diferente en ese sentido a su segunda esposa durante cincuenta años, la actriz Joanne Woodward. Ella nació en una familia episcopal (anglicana) de Georgia, pero se había criado en pleno “cinturón bíblico” de Greenville, una localidad llena de iglesias conservadoras protestantes.