España se muere, otra vez.
La misma noche electoral, las encuestas a pie de urna daban los mismos resultados, incluso mejores para UP, que las encuestas anteriores. Pero, en cuanto se empezaron a conocer los escrutinios, desde el principio con el 10% escrutado, UP se quedaba empantanado en los 70 diputados. Nadie lo entendía, bastaba un paseo por las cadenas de televisión para ver que nadie podía entender lo que pasaba. El PP se plantó desde el principio en 133 diputados y el PSOE en sus 90, C's en los 30. Este resultado apenas varió hasta el final, lo cual resulta muy extraño, que con un 10% de escrutinio tengamos casi lo mismo que con un 100%. No es lo único extraño de estas elecciones. Habría que tener en cuenta que es altamente improbable que el aumento de la abstención, 1,2 millones de personas, coincida milimétricamente con la disminución del voto a UP respecto a las elecciones anteriores. Cuando aumenta la abstención es de todos, aunque siempre menos del PP, pero de todos. Este es el primer caso de la historia de las elecciones en España en el que toda la abstención de más se debe a un solo partido. Pero, más allá de teorías conspiratorias como la que indica que la empresa que gestionó el voto, INDRA, esté relacionada con Gürtel y Púnica y su presidente sea del PP, además de obtener la concesión para la gestión de las elecciones tras rebajar un 40% la oferta frente a sus oponentes, vayamos al análisis de los resultados.
Los resultados son una confirmación perfecta y acabada de las posiciones del PP. Si descartamos un fraude electoral, las urnas le han dado la razón al PP en todo. En primer lugar, el PP recupera votos de C's y este partido queda reducido a comparsa del PP. Ya no puede sumar con el PSOE para superar al PP. Es muy interesante que los resultados fuercen a C's a pactar con el PP. En segundo lugar, el PSOE sobrevive, pero con 5 escaños menos, lo que lo debilita pero no lo mata. Dejar vivo al PSOE era fundamental para el PP, pues es la garantía de la justificación del sistema entero. Los nacionalistas quedan en una posición aminorada, que les quita la fuerza que tuvieron con los anteriores resultados. Y por fin, están los resultados de UP. Son unos resultados interesantes pues obtiene los mismos escaños que el 20D, pero ahora no pueden sumar con los socialistas. Si estos hubieran obtenido 90 estaríamos justo en la misma situación de un posible pacto PSOE-UP, pero al bajar esos 5 los socialistas, estos se ven exonerados de tener que pactar con los que ellos llaman populistas. Es un resultado perfecto para el PP, y también para una parte del PSOE. Pero lo es más teniendo en cuenta que los únicos lugares donde UP sube son el País Vasco, donde era necesario para tener a raya a Bildu, y Cataluña, donde el incremento de En Comú Podem frena a los independentistas. Es muy curioso este resultado, pues en Galicia, donde no es necesario, En Marea ha perdido apoyos. En el resto del país, de forma proporcional y homogénea, UP ha perdido los apoyos suficientes como para no ser una fuerza que condicione un gobierno.
En realidad, si Moragas hubiera soñado los resultados no hubieran salido tan perfectos, sin embargo, todo se explica con facilidad. UP ha perdido apoyos allí donde era necesario y los ha mantenido o aumentado donde también lo era. Si en Euskadi y Cataluña se hubiera dado la misma tónica que en el resto del país, los beneficiados habrían sido los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes. Haciendo una aproximación: si En Común Podem hubiera perdido el mismo 20% que en el resto de España, ERC y DIL habría subido hasta cuatro escaños más y PNV y Bildú otros dos si UP hubiera bajado en Euskadi. Es evidente que eso hubiera reforzado el independentismo en el Estado. Pero no, allí, curiosamente, no baja UP.
Lo sucedido, además de suponer un mazazo brutal para Podemos, tiene un añadido de ensañamiento. Si hacemos la lectura de la mayoría de los medios de comunicación, la unidad de la izquierda ha resultado como siempre, en peleas y navajazos, es la izquierda cainita. Se dice que los votantes de IU se han abstenido de votar a UP en su mayoría, con lo que la alianza estaría tocada de muerte. También se dice que los moderados de UP son los que se han abstenido tras la alianza con IU; tocado de muerte estaría la estrategia de transversalidad. Sea como fuere, toda la estrategia política de UP habría sido falsada por la realidad. Ni las izquierdas pueden sumar ni España es un país para la transversalidad, los dos ejes estratégicos de UP. Y, si esto no fuera suficiente, la pérdida de votos es mayor allí donde ya gobierna en ayuntamientos, justo donde no lo está haciendo mal, donde reduce la deuda y destapa la corrupción, donde ha llevado un aire limpio democrático. Por decirlo gráficamente, todas las apuestas de Podemos se han ido a la mierda con estos resultados. Ahora vendrán las vendettas, las divisiones y la ruptura del proyecto común. Las élites están frotándose las manos. Ha sido un resultado milagroso, como caído del cielo para ellas.
Qué puede suceder en los próximos años, nos preguntamos muchos. Bien, mi análisis es este: en los próximos dos años podemos asistir a la muerte definitiva de Podemos como alternativa real, a la fascistización de la sociedad española en la línea iniciada en muchos países europeos y que vemos con claridad tras la victoria del Brexit en el Reino Unido, y a la descomposición de la estructura social que aún se conserva. Sí, lo creo porque Podemos era, en pretérito imperfecto, un dique a la desestructuración social. Era un dique porque suponía la espita por la que el malestar social se había canalizado en los últimos tres años. Lo era porque sus propuestas, muy moderadas, solo pretendían salvar al capitalismo de sí mismos, de su lado más salvaje. Lo era porque supone un soplo de aire fresco democrático: un partido sin corrupción, sin imputados, financiado por sus simpatizantes, con cajones de cristal, con gente normal que cobra un sueldo normal y que no tiene privilegios. Lo era, en fin, porque representaba el reformismo posibilista del sistema capitalista neoliberal. Ahora, tras la muerte de Podemos, no nos queda más que la transformación radical o la deestructuración social. No hay más alternativas. Cuando las reformas se bloquean solo queda lugar a la revolución. Pero esta no vendrá, por tanto, nos quedan cuatro años para la desestructuración de la sociedad española. España, lo digo otra vez, se muere, pero ahora espiritualmente.