¿Poner la otra mejilla?

Uno de los muchos pasajes mal entendidos y peor explicados de los Evangelios es el archiconocido de Mt 5, 39, "a quien te abofetee en la mejilla derecha preséntale la otra". La explicación tradicional lleva el dicho al terreno de la necesaria mansedumbre y humildad a la hora de relacionarte con alguien malvado, de ahí la no resistencia al malvado que se había dicho justo antes en Mt. Esta forma de entenderlo ha sido utilizada incluso en contra del sentido original del propio texto y llega hoy a causar escándalo entre aquellos que creen en la inspiración divina de estas palabras y la necesidad de aplicarlas en su propia vida. De esta manera, cuando alguien que se considera cristiano recibe una ofensa debe ser capaz de no responder con otro mal, al contrario, debe intentar hacer un bien o dejar que le avasallen. Bien, esta forma de interpretar no tiene presente lo que la antropología cultural nos dice de la época y la zona donde surge el dicho.


En Palestina, hace 2000 años, en general en todo el mediterráneo, se da una cultura local muy acentuada que está marcada por un vector social, las pirámides de patronazgo, y otro cultural, el patrón de honor y vergüenza que estructura las relaciones personales y familiares. Estos dos vectores se cortan formando una cruz. En el eje vertical medimos la posición social, en el eje horizontal el honor y la vergüenza. Una persona podía estar enmarcada en alguno de los cuadrantes que quedan determinados por los dos ejes. Si pertenece a la élite social en la parte superior, de lo contrario en la inferior. La distancia entre la élite y la no-élite era abismal, hasta el punto de estar supeditado vitalmente cualquiera que no perteneciera a la élite. El otro eje, el horizontal establece una división dentro de la misma distinción de clase social. El honor pertenece por naturaleza al varón, la vergüenza a la mujer. Solo los varones de edad adulta disfrutan de honor, pero también son los encargados de defenderlo. Las mujeres, de la élite o no, corren el riesgo de caer en la vergüenza, principalmente por cuestiones sexuales. La mejor posición es, naturalmente, arriba a la derecha; la peor, abajo, a la izquierda.

Entendido esto podemos comprender mejor el dicho de Mt 5. Una bofetada es un gesto de desprecio y sometimiento, ayer y hoy, pero si además la bofetada es en la mejilla derecha, quiere decir que se ha realizado con el envés de la mano y no con la palma, lo que aumenta el deshonor del trato. Indica displicencia y absoluto desprecio. Quien te golpea con la palma te reta a defenderte, quien lo hace con el envés te desprecia de forma absoluta. La posición del Jesús de Mateo es: si alguien te desprecia de esa manera, rompiendo tu dignidad como ser humano, sé digno, muéstrale la mejilla izquierda para que te trate con dignidad. No te sometas, no seas indigno. Ya que no puedes devolver el golpe, lo que te acarrearía la muerte, hazle saber que te debe tratar con dignidad. Sí, sé que en la práctica sirve de poco, lo más probable es que te vuelvan a golpear, pero tu dignidad personal no se ve hundida. Como ser humano te respetas a ti mismo y eso tiene un valor extremo. Mostrar la mejilla izquierda es afirmar que no te sometes moralmente, aunque no puedas hacer otra cosa a nivel material. Es dar un mensaje de rebeldía extrema, la única posible en ocasiones. Dar muestras de que no te sometes, pero tampoco aceptas el terreno de juego del agresor ni sus armas.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca hace exactamente eso, poner la mejilla izquierda. Mediante la presión ciudadana muestra la dignidad de ser hombres hoy. Parar un desahucio, aunque sea momentáneamente, es un gesto de dignidad. Por mi parte, creo que si todos los desahuciados, en lugar de someterse y entregar la casa tal cual, hicieran un acto supremo de dignidad, la cosa estaría cambiando desde hace tiempo. Lo hemos visto, cuando las entidades financieras ven las de perder negocian. Poner la mejilla izquierda, hacerles ver que no nos sometemos, decirles que estamos en pie de igualdad, sería tomar un marro y destruir la casa el día antes del desahucio. Tendréis las casas, pero de nada os servirán, no podréis hacer negocio con ellas. De esa manera, las entidades financieras negociarán, es decir, tratarán de tú a tú a las personas, las tendrán por tales.

La invitación de Jesús es clara: sé digno, pon la mejilla izquierda.

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