Timocracia reloaded

No me asombra que las mal llamadas ONG para el desarrollo empiecen a llamar a las cosas por su nombre. Intermon Oxfam lo ha hecho y muy bien con su informe "Gobernar para las élites". Cáritas lo hace por medio de la Fundación Foessa. Me sigue doliendo que Manos Unidas siga en su línea de "alimentar hambrientos" forzada desde la Conferencia Episcopal en el año 2000, año en que abandoné mi colaboración con esta organización por parecerme incompatible el compromiso por la justicia y el abandono de la crítica de las causas reales de la misma. Recuerdo con emoción los años ochenta y noventa, cuando los misioneros nos traían la información que aquí se nos negaba: que la pobreza es causada por la riqueza, que el sistema es estructuralmente injusto y que nada resolveríamos si nos dedicábamos a la encomiable labor de dar de comer al hambriento sin atender a las causas reales del hambre. Aquello fue tildado de "ideológico" y combatido por la Conferencia Episcopal desde su propia ideología: que el cristiano no debe entrar en política, lo cual implica que otros nos la hacen. Pues bien, ahora, las mal llamadas ONG, entran en política y por la puerta grande.

"Política" es un término que posee una larga tradición y que ha venido a designar cuestiones menores precisamente cuando más falta hace su correcta utilización. De las formas de constitución política de las que hablaba Platón, había unas que podían ser entendidas como positivas debido al modo cómo atienden al bien de la polis, y otras que serían negativas y que procedían de la corrupción de las primeras. De esta manera, la forma de gobierno que implica el ejercicio del mismo por parte de unos pocos considerados los mejores se denomina aristocracia. Sin embargo, cuando esta forma de gobierno se pervierte y esos pocos atienden a su bien propio y no al común se degenera en timocracia. Pero aun que la timocracia es la oligarquía, el gobierno de unos pocos que ni siquiera son los mejores. Esto mismo es lo que estamos viviendo en los últimos años, esos que llaman de crisis. Cada vez menos gobiernan a más y lo hacen peor. Esa es la síntesis. Según los datos de Intermon Oxfam, el 1% de la población mundial, apenas 700 mil habitantes, poseen más del 50% de la riqueza. Dicho en otros términos, 85 personas se apropian lo mismo que 3.500 millones. Es un proceso que vienen gestándose desde el final de la Segunda Guerra mundial, especialmente desde 1980, pero con la crisis se ha acelerado el proceso y cada vez es más evidente que una pequeña oligarquía global gestiona los bienes de todos en su propio y único provecho. Los gobiernos títeres aplican las leyes y gestionan la política al dictado de aquellos pocos y todos nos vemos obligados a obedecer a estos señores del mundo.

Estamos ante el advenimiento de una nueva timocracia, una forma de gobierno en la que muy pocos son capaces de gestionar el planeta como si fuera su cortijo particular. Como la lengua castellana me lo permite, también diré que es una timocracia en sentido figurado: el poder se transforma en una farsa, un verdadero timo por el que aceptamos el sistema de gobierno como democracia cuando en realidad no es sino el ejercicio oligárquico de siempre con los medios del siglo XXI. Estamos ante un verdadero timo social y político y lo único que cabe hacer antes esto es la rebelión de los más contra los menos y sus lacayos. Echando mano de los clásicos, podemos justificar la revuelta de la mayoría contra la tiranía de la minoría.
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