Vaclav Havel

El 18 de diciembre del año pasado falleció en Praga, Vaclav Havel, víctima de un cáncer de pulmón, producto del empedernido vicio de fumar. Su mayor aporte fue decirle al mundo: No a la mentira comunista y No a la tolerancia del mal de las Naciones. Político católico, escritor y dramaturgo, sufrió cárceles y vejaciones durante la dictadura comunista que azotó a Checoslovaquia hasta la caída del muro de Berlín en 1989.

Benedicto XVI expresó su condolencia con un cálido elogio en recuerdo de “cómo el valiente señor Havel defendió los derechos humanos cuando estos eran sistemáticamente negados en su país y ofrezcamos un homenaje a su liderazgo visionario en forjar un nuevo sistema político democrático, después de la caída del anterior régimen, y doy gracias a Dios por la libertad que el pueblo checo goza hoy. Como prenda de fortaleza y consuelo espiritual, les imparto cordialmente la bendición apostólica a todos aquellos que lo lloran, con la esperanza de la Resurrección a una vida nueva”.

A Havel le tocó iniciar una nueva era como presidente de Checoslovaquia, separada luego en dos repúblicas. Su liderazgo moral lo llevó a guiar el paso de la afrenta comunista al proceso de democratización de su país.

En su primer discurso como presidente checoslovaco ante el Congreso de los Estados Unidos en marzo de 1990, señaló: habiendo conocido solo el mundo de confrontación bipolar: la una defensora de la libertad, y la otra una especie de pesadilla, se hacía necesario crear sus propias banderas regionales de democracia e independencia, en una comunidad de “familia de hombres”. Se hacía necesario combatir los rastros dejados por el sistema totalitario comunista: un espectro de sufrimiento humano, de profundo declive económico y sobre todo de una humillación humana.

Lo tercero: la afirmación de que la Conciencia precede al Ser Humano y no lo contrario, tal como los comunistas quisieron clamar y por ello -según él, la salvación del mundo humano descansa en el corazón del hombre, en el poder del ser humano de poder reflexionar en el quehacer diario y su responsabilidad humana ante la historia.

Terminó indicando que “sin una revolución global en la esfera de la conciencia humana nada cambiaría para bien en la esfera de nuestra vivencia”, de un mundo que estaría encaminándose de lo contrario a una catástrofe ecológica, social y demográfica.

La historia la construyen los hombres como Havel: recios, constantes y persuadidos de que la verdad y el bien pueden más que las posturas acomodaticias de quienes medran a la sombra de regímenes que no respetan los derechos humanos y la libertad. Buen ejemplo a seguir para el año que comienza.


Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo
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