¿Fundamenta el mutuo respeto toda relación interpersonal?
A nivel humano, la justicia manifestada en el mutuo respeto, es imprescindible para toda relación interpersonal. A nivel cristiano, el reino de Dios es básicamente reino de justicia.
Muchas son las respuestas derivadas de la justicia y otras tantas de las relaciones interpersonales. De todas ellas, elegimos el mutuo respeto (justicia interpersonal) como la más importante porque fundamenta toda relación entre las personas y los grupos humanos. Sin el respeto, cae el edificio social de la verdad, justicia, libertad, paz, amor y vida. ¿Respuesta o relación? Al exponer el tema del mutuo respeto no tratamos sobre la respuesta personal de quien actúa “respetuosamente” sino de la relación existente entre dos o más personas que se tratan con justicia. Y todos hablan del respeto, pero ¿en qué consiste su identidad? A todos gusta ser respetados pero muchos ignoran las respuestas coherentes. En el fondo de muchos conflictos está presente la ruptura de una relación por faltar al respeto. Es lógico que guste saber el modo práctico de adquirir y mantener unas relaciones respetuosas.
Identidad El respeto mutuo surge de la conciencia de los derechos humanos más elementales, interpretados como los valores inviolables, universales, a los que “no puede renunciarse por ningún concepto” (PT 9). Son también las exigencias más elementales de la persona para mantener la vida, desarrollar las facultades y conseguir las legítimas aspiraciones del ser espiritual, libre y trascendente, para mantener la vida, desarrollar las facultades y conseguir las legítimas aspiraciones como persona. Pero cuando se habla de respeto mutuo la valoración corresponde a las dos partes. Cuando se trata de una respuesta individual, el respeto indica la coherencia de quien acepta un valor a conservar. Y en el fondo-fondo, resplandece siempre a la verdad; no se tolera bajo ninguna circunstancia la mentira, y repugna la calumnia y el engaño. También como respuesta respetuosa, el respeto puede estar motivado por el amor, el temor, el interés, el complejo de inferioridad, etc.
Según la etimología, respeto significa atención, consideración. Y por extensión, respeta quien valora al prójimo y acepta su condición, reconoce su valor, dignidad, poder, derechos y cualidades. El reconocimiento se extiende no solamente a la personas (autoridad o subordinado, personas ricas o pobres) sino al lugar que puede ser sagrado o lúdico, al tiempo oportuno o inoportuno. También merecen su respeto los animales, la creación entera y hasta las señales de tráfico.
Existe un respeto mutuo en los derechos humanos cuando cada persona: responde positivamente a la exigencia ajena con el deber prescrito por su conciencia, que se acomoda a las exigencias objetivas de la justicia; repara los daños ocasionados por anteriores lesiones de los derechos ajenos y es solidaria para promover el bien común.
Exigencias
Dos personas o dos grupos que desean que sus relaciones sean respetuosas cumplen varias condiciones y actitudes complementarias.
Las condiciones fundamentales son tres:
1ª tomar conciencia de cuál es la dignidad, los derechos y las necesidades del prójimo. Surge el respeto cuando se reconoce los valores de la persona o del grupo.
2ª ser conscientes de las responsabilidades o deberes propios respecto a tal persona, grupo o situación.
Y 3ª, actuar con justicia, es decir, dar a cada uno lo que le corresponde, con el trato que deseamos para nosotros mismos.
Entre las actitudes y opciones complementarias enumeramos:
-la coherencia
Todos pedimos el derecho a ser respetados por el prójimo en nuestro modo de ser, de actuar y de expresión. Esto exige de cada uno, el deber de corresponder con la misma medida a cuantos con nosotros conviven.
La comprensión
El respeto exige la comprensión del otro. Como popularmente se dice: “ponerse en sus zapatos” que implica tratar de comprender su carácter, sus modales y sus respuestas. No basta solamente con no agredirlo o ignorarlo. Implica escucharlo con atención y sin el ánimo de cuestionar sus ideas. La comprensión tiene un grado superior cuando se acepta la posibilidad de replantear o cuestionar los propios criterios.
La aceptación
El fundamento del respeto radica en la mutua aceptación: las dos partes valoran y asumen la importancia del otro por su dignidad, derechos y posibles reacciones. Cuando existe un rechazo interno, se hace difícil, el respecto en las palabras y actitudes.
La tolerancia
Es la actitud y opción presente ante las ideas ajenas cuando son diferentes o contrarias a las nuestras. La persona tolerante escucha las opiniones ajenas comprendiendo y aceptando el sentido que le da su interlocutor.
La flexibilidad
El valor de la flexibilidad permite al hombre acomodarse fácilmente al dictamen, a las exigencias de las circunstancias, a los requerimientos de nuevas situaciones o a las condiciones laborales, sociales o personales diferentes. La actitud contraria es la que sostiene la persona rígida, incapaz de aceptar una persona, un criterio o una situación que no se acomode con los personales.
La amabilidad.
Es definida como el estado o la actitud afectuosa, cordial de una persona con otra. Está acompañada de un trato suave, cortés, afable y cariñoso. Todo lo contrario de la actitud o respuesta agria, seca, exigente, autoritaria y agresiva. El respeto exige una comunicación amable y delicada. Así se convierte en la esencia de las relaciones humanas, de la vida en comunidad, del trabajo en equipo, de la vida conyugal, de cualquier relación interpersonal.
Para otro artículo quedaría el tema de los obstáculos para al respeto mutuo, “los medios” para conseguir unas relaciones respetuosas y sugerir el cómo insertar el respeto en la mística del Reino de Dios.
Muchas son las respuestas derivadas de la justicia y otras tantas de las relaciones interpersonales. De todas ellas, elegimos el mutuo respeto (justicia interpersonal) como la más importante porque fundamenta toda relación entre las personas y los grupos humanos. Sin el respeto, cae el edificio social de la verdad, justicia, libertad, paz, amor y vida. ¿Respuesta o relación? Al exponer el tema del mutuo respeto no tratamos sobre la respuesta personal de quien actúa “respetuosamente” sino de la relación existente entre dos o más personas que se tratan con justicia. Y todos hablan del respeto, pero ¿en qué consiste su identidad? A todos gusta ser respetados pero muchos ignoran las respuestas coherentes. En el fondo de muchos conflictos está presente la ruptura de una relación por faltar al respeto. Es lógico que guste saber el modo práctico de adquirir y mantener unas relaciones respetuosas.
Identidad El respeto mutuo surge de la conciencia de los derechos humanos más elementales, interpretados como los valores inviolables, universales, a los que “no puede renunciarse por ningún concepto” (PT 9). Son también las exigencias más elementales de la persona para mantener la vida, desarrollar las facultades y conseguir las legítimas aspiraciones del ser espiritual, libre y trascendente, para mantener la vida, desarrollar las facultades y conseguir las legítimas aspiraciones como persona. Pero cuando se habla de respeto mutuo la valoración corresponde a las dos partes. Cuando se trata de una respuesta individual, el respeto indica la coherencia de quien acepta un valor a conservar. Y en el fondo-fondo, resplandece siempre a la verdad; no se tolera bajo ninguna circunstancia la mentira, y repugna la calumnia y el engaño. También como respuesta respetuosa, el respeto puede estar motivado por el amor, el temor, el interés, el complejo de inferioridad, etc.
Según la etimología, respeto significa atención, consideración. Y por extensión, respeta quien valora al prójimo y acepta su condición, reconoce su valor, dignidad, poder, derechos y cualidades. El reconocimiento se extiende no solamente a la personas (autoridad o subordinado, personas ricas o pobres) sino al lugar que puede ser sagrado o lúdico, al tiempo oportuno o inoportuno. También merecen su respeto los animales, la creación entera y hasta las señales de tráfico.
Existe un respeto mutuo en los derechos humanos cuando cada persona: responde positivamente a la exigencia ajena con el deber prescrito por su conciencia, que se acomoda a las exigencias objetivas de la justicia; repara los daños ocasionados por anteriores lesiones de los derechos ajenos y es solidaria para promover el bien común.
Exigencias
Dos personas o dos grupos que desean que sus relaciones sean respetuosas cumplen varias condiciones y actitudes complementarias.
Las condiciones fundamentales son tres:
1ª tomar conciencia de cuál es la dignidad, los derechos y las necesidades del prójimo. Surge el respeto cuando se reconoce los valores de la persona o del grupo.
2ª ser conscientes de las responsabilidades o deberes propios respecto a tal persona, grupo o situación.
Y 3ª, actuar con justicia, es decir, dar a cada uno lo que le corresponde, con el trato que deseamos para nosotros mismos.
Entre las actitudes y opciones complementarias enumeramos:
-la coherencia
Todos pedimos el derecho a ser respetados por el prójimo en nuestro modo de ser, de actuar y de expresión. Esto exige de cada uno, el deber de corresponder con la misma medida a cuantos con nosotros conviven.
La comprensión
El respeto exige la comprensión del otro. Como popularmente se dice: “ponerse en sus zapatos” que implica tratar de comprender su carácter, sus modales y sus respuestas. No basta solamente con no agredirlo o ignorarlo. Implica escucharlo con atención y sin el ánimo de cuestionar sus ideas. La comprensión tiene un grado superior cuando se acepta la posibilidad de replantear o cuestionar los propios criterios.
La aceptación
El fundamento del respeto radica en la mutua aceptación: las dos partes valoran y asumen la importancia del otro por su dignidad, derechos y posibles reacciones. Cuando existe un rechazo interno, se hace difícil, el respecto en las palabras y actitudes.
La tolerancia
Es la actitud y opción presente ante las ideas ajenas cuando son diferentes o contrarias a las nuestras. La persona tolerante escucha las opiniones ajenas comprendiendo y aceptando el sentido que le da su interlocutor.
La flexibilidad
El valor de la flexibilidad permite al hombre acomodarse fácilmente al dictamen, a las exigencias de las circunstancias, a los requerimientos de nuevas situaciones o a las condiciones laborales, sociales o personales diferentes. La actitud contraria es la que sostiene la persona rígida, incapaz de aceptar una persona, un criterio o una situación que no se acomode con los personales.
La amabilidad.
Es definida como el estado o la actitud afectuosa, cordial de una persona con otra. Está acompañada de un trato suave, cortés, afable y cariñoso. Todo lo contrario de la actitud o respuesta agria, seca, exigente, autoritaria y agresiva. El respeto exige una comunicación amable y delicada. Así se convierte en la esencia de las relaciones humanas, de la vida en comunidad, del trabajo en equipo, de la vida conyugal, de cualquier relación interpersonal.
Para otro artículo quedaría el tema de los obstáculos para al respeto mutuo, “los medios” para conseguir unas relaciones respetuosas y sugerir el cómo insertar el respeto en la mística del Reino de Dios.