Con Mosén Sol al Everest de la santidad sacerdotal

El 25 de enero de 1909 llegó a la casa del Padre el Beato Manuel Domingo y Sol, “uno de los sacerdotes que más han influido en el último siglo en la Iglesia española”; el “santo apóstol de las vocaciones” según le nombró Pablo VI en 1970.
Si cinco son los rasgos que unen a quienes caminan por diferentes sendas a la cima más alta, esos mismos rasgos encontramos en la vida y doctrina del Fundador de la Hermandad de sacerdotes operarios diocesanos. Como muestra de la autoridad del guía, sacerdote de Tortosa (1936-2009), unos cuantos rasgos y criterios.
1º Conciencia de la dignidad humana bajo el influjo del mundoLa primera condición para todo guía consiste en tomar conciencia de la dignidad personal con sus derechos y responsabilidades en el contexto histórico que le tocó vivir. La vida apostólica de Mosén Sol transcurrió en la segunda parte del siglo XIX. El sacerdote tortosino gozó de una extraordinaria personalidad. Mosén Sol testimonió muchos valores y virtudes humanas; poseyó los rasgos del líder social; logró la difícil ecuación entre corazón, cabeza y vida, y manifestó una madurez humana sorprendente que la fe transformó en el “santo apóstol de las vocaciones sacerdotales”. Quien le trató pudo afirmar: "difícilmente se encontrará quien tuviera una sola vez en su vida trato con nuestro don Manuel, que no quedara prendado de su persona...Todo en él era atrayente: su figura simpática y digna: su conversación deliciosa y a la vez edificante”. De “temperamento equilibrado, bondadoso, trabajador, infatigable, podemos decir que Don Manuel cultivó todas las virtudes por modo extraordinario"
Y una manifestación de su gran sensibilidad fue la sintonía con las muchas dificultades y problemas de la Iglesia de aquellos años. Trabajó en muchos campos pero pronto comprendió cuál era la llave de la cosecha: «la formación del clero es lo que podíamos llamar la llave de la cosecha en todos los campos de la gloria de Dios». Y para eso puso en marcha los llamados Colegios de san José para la formación de los seminaristas: al de Tortosa le siguieron los de Valencia, Orihuela, Murcia, y luego Almería, Burgos, Lisboa, Toledo, y el Pontificio Colegio español de san José en la ciudad de Roma.
2ºIlusión por los valores de las raíces que dan sentido a la vida
Es frecuente que toda persona formule estas preguntas: ¿dónde, cuándo y cómo mi vida tiene un sentido digno? ¿Cuáles son las raíces, las pretensiones, objetivos, ideales y metas que rigen mi conducta? ¿Qué pretendo en la vida según mis posibilidades y el contexto social que me condiciona? ¿Cuáles son los ideales que me atraen y las motivaciones que me empujan y dan sentido a mi existencia? La respuesta en don Manuel Domingo y Sol quedó centrada en la santidad como sacerdote, fascinado por continuar la obra de Cristo en la Eucaristía: “mi vida es Cristo, porque a él hemos consagrado nuestro cuerpo, alma, intereses, ambiciones, fuerzas, y cuanto tenemos”. Pero su amor a Cristo estaba dirigido hacia el sacramento de la eucaristía. En efecto, como seminarista y como sacerdote fue un ardiente enamorado de Jesús presente en este sacramento. Su amor era tal que centró su espiritualidad en la reparación al Corazón de Jesús, principalmente en la santísima Eucaristía. También su actividad vocacional y reparadora fue una manifestación de su “instintivo amor a Jesús sacramentado”. Y para superar dificultades el Beato Manuel Domingo aconsejaba una visita al Santísimo “que disipará nuestras dudas, calmará nuestra agitación y temores, devolverá la alegría y la paz” El Venerable apóstol de las vocaciones, impulsado por una ambición santa, insatisfecho con los trabajos realizado, ”quería llegar a todas partes” y aunar sus esfuerzos con otros sacerdotes, todos disponibles y desinteresados, para trabajar por la gloria de Dios donde fuera, y porque ”una ambición santa parecía que hubiera querido lanzarnos a todos los campos”. Y así desde sus primeros años de sacerdote, motivado por el reinado de Dios y el amor a Jesús sacramentado trabajó en diversos ambientes y tareas: jóvenes, pueblo fiel, religiosas, Adoración nocturna, en la prensa (un periódico y una revista) y en la comunicación epistolar: se conservan 4.630 cartas.

3º Interiorización de una mística que entusiasma con el paradigma vocacional
Quien aspira a una meta exigente necesita razones fuertes que le motiven como es el amor a la familia, la fe del creyente, el interés comercial, la ambición, el dinero, el poder del político, o la belleza del artista o el miedo ante el peligro. La persona motivada, especialmente con el amor, la que está entusiasmada, posee una fuerza especial para vivir según el paradigma y la doctrina de quien es tomado como referente y modelo a imitar.
El Apóstol de las vocaciones interiorizó a Cristo y a su Reino en su persona y tareas apostólicas
Y así, desde sus primeros años de sacerdote, motivado por el reinado de Dios y el amor a Jesús sacramentado trabajó en diversos ambientes y tareas. Ahora bien, con el tiempo, el apostólico sacerdote, Don Manuel, comprendió que la formación de los futuros sacerdotes era la primera y de más gloria a Dios; pues así contribuía a dar muchos y buenos sacerdotes a la Iglesia”. Por ello, desde febrero de 1873, con el encuentro con un seminarista pobre, Mosén Sol vio muy claro y para siempre que la clave de sus anhelos era “dar pan y cariño, ilusión sacerdotal y formación adecuada a los futuros sacerdotes”. Y a la tarea vocacional, dedicó la mayoría de sus trabajos que fueron tan fructíferos que al morir dejó a los 75 operarios que componían la Hermandad 10 colegios de vocaciones, 18 seminarios, 2 templos de reparación y el Colegio Español de Roma. .Todo eso fue el fruto de un sacerdote santo, que no se cansó de amar, de sembrar, de trabajar infatigablemente, movido por el amor apasionado a Cristo,su mística que le entusiasmó para trabajar en el paradigma vocacional.
4º Decisión y radicalidad ante las dificultades y conflictos
La existencia de conflictos es palpable en cada persona por la tensión entre el yo ideal y el yo pasional. Y palpables son las tensiones inherentes a toda convivencia, unas ordinarias y otras más difíciles. Pero, ¿son insuperables tantos conflictos y tensiones, que constituyen una amenaza para la realización personal y la convivencia pacífica? La vida de Mosén Sol estuvo llena de conflictos al intentar realizar sus proyectos a favor de los sacerdotes. Pero su personalidad de hombre bueno y pacífico pero con radicalidad evangélica, logró superar muchas tensiones y obstáculos. Él afirmaba: “La perfección consiste en cumplir la voluntad de Dios y con la mayor perfección que podamos en el ejercicio de nuestros ministerios, con constancia y docilidad”. Respecto a la pobreza absoluta. “conociendo lo desprendido que debe estar el sacerdote de todas las cosas, y lo feo que resulta el ser interesado, además de no tener apego a nada, procuraré con el permiso de mi director, en las festividades principales, quedarme sin nada”. Y como alma generosa testimonió lo que afirmara: “debemos practicar la caridad cuantas veces sea conveniente y, una vez convencidos de la necesidad, socorrerla, aunque para ello tengamos que vender la camisa”. Y como secreto para su radicalidad: “Gracias a Dios no teníamos, aun antes de nuestra ordenación, ninguna mira humana, ni aún de ésas que son licitas en la carrera eclesiástica”.

5º Coherencia para seguir la ruta elegida
Qué camino elegir para llegar a la meta suprema? Una vez aceptada la ruta, el guía y los expedicionarios tienen que ser fieles y permanecer unidos. Sin coherencia y unidad, imposible escalar y conseguir el objetivo propuesto.
Mosén Sol como sacerdote fue coherente en su camino personal hacia la santidad con la práctica de las virtudes y de la oración. Don Manuel como hombre prudente, palpó la necesidad de colaboradores para sus empresas. Como líder y hombre de Dios supo transmitir sus ilusiones a muchas personas. Y así durante los primeros años de funcionamiento de sus Colegios de san José de vocaciones eclesiásticas, fue cayendo en la cuenta de que el hombre y sus obras pasan y los problemas permanecen. Pero él quería dar consistencia a su "Obra" e irradiar su actividad a otras diócesis de España y de Latinoamérica. A fin de perpetuar todas las tareas que llevaba entre manos, Dios le inspiró el 29 de enero de 1883 que fundase también una Institución de sacerdotes seculares: la “Hermandad de Sacerdotes Operarios del Corazón de Jesús”, declarada Instituto secular por su Santidad Pío XII. Y desde el 22 mayo de 2008 ha sido constituida como una Asociación clerical de Derecho Pontificio “para lograr -sus miembros- más fácilmente su santificación en medio del mundo y promover con mayor eficacia en las diócesis los intereses de la gloria de Dios”.
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