¿Es la amistad, la primera de las relaciones interpersonales?
Por encima de las relaciones sinceras, respetuosas, responsables, corresponsables y tranquilas, está la comunión de quienes aman y a su vez se sienten amados por la otra persona o por los integrantes de su comunidad. Es la amistad, el amor mutuo, el correspondido, la condición para la felicidad, el corazón de toda convivencia y elemento esencial del reino de Dios.
Sí, la relación interpersonal de mayor calidad es la amistad o amor mutuo correspondido. Y la dimensión esencial del reino de Dios es la del amor en su triple proyectiva: como donación personal, relación amistosa y unión entre los miembros. El amor relacional asienta sus raíces y la solidez de su tronco en la amistad. Y como ramas o manifestaciones: las que existe entre compañeros de cualquier tipo, entre novios, esposos y familiares. Con mayor o menor grado, el amor mutuo tiene sus manifestaciones, se alimenta con especiales motivaciones, encuentra obstáculos y necesita medios para conservar su calidad.
La amistad, primera entre las relaciones interpersonales La gran aspiración del ser humano consiste en amar y en sentirse amado. Uno de los objetivos más grandes y que más sentido dan a la vida es el poder amar y el recibir amor, el tener personas con quienes poder convivir con la dinámica del dar-recibir. La realización personal se realiza con la donación de sí a otros, pero necesita del afecto y de la ayuda del prójimo. Dar y recibir son dos aspectos esenciales del vivir humano. Quien tiene “cosas” pero no ama ni es amado, es un pobre de solemnidad. Y muchos, que son pobres en riquezas materiales, encuentran el sentido a su vida porque se ven acompañados de personas y familiares (a veces, de animales), a las que quieren y que a la vez le dan compañía, afecto y ayuda
Cierto que son imprescindibles las relaciones sinceras, respetuosas, responsables, libres, comprometidas y tranquilas. Pero ¿de qué serviría una convivencia con esas relaciones si falta el amor mutuo y la unión entre sus miembros? También es cierto que la amistad se presenta como una meta difícil y que necesita para su desarrollo las exigencias de la ética, de la ley y de los compromisos personales. Por su parte, la historia confirma que según sea la modalidad amistosa así serán mayores o menores las manifestaciones, dificultades y motivaciones. Porque no es igual la amistad sin compromiso en la convivencia entre compañeros de clase escolar, que la que el amor de una familia con varios enfermos que necesitan cuidados especiales.
¿Algo que añadir desde la fe? Mucho porque la relación amistosa, amor fraterno mutuo y correspondido, es un elemento esencial del reino de Dios enseñado por Cristo. El Maestro, no solamente enseñó el amor como don personal hacia el prójimo sino como relación interpersonal, ayuda mutua y unión en la convivencia. Después de tratar la dimensión humana de la amistad habrá que dedicar atención las nuevas perspectivas que ofrece el mensaje del Evangelio.
Muchas son las amistades
Con la base común de simpatía, ayuda mutua, confianza y comunicación sincera, muchas son las amistades de la persona. El niño tiene sus amigos con quienes juega y el joven se divierte con los compañeros entre los cuales existen algunos más íntimos. De mayor, las amistades femeninas pueden cristalizar en noviazgo y matrimonio. Algunos padres-madres de familia presumen de ser amigos de sus hijos y de otros familiares. El profesional, en ocasiones, comparte amistad y trabajo con los compañeros de oficio. Y lo mismo se diga de quienes participan en la Iglesia, en la política, en las diversiones, etc. De las muchas amistades en las que cristaliza el amor relacional, nos fijaremos en la posible amistad existente en el matrimonio y en la familia.
Identidad: ¿y qué es la amistad?
En plan genérico, este vocablo está conectado con el latino “amicus”; amigo, que a su vez deriva de amare, amar. Sí, amistad es una relación afectiva, amorosa en mayor o menor grado, que existe entre dos o más personas. Históricamente, la relación amistosa es de las más comunes y que normalmente han existido en la vida de las personas. La amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. La verdadera amistad dura toda la vida.
Pero conviene concretar algo más y fijarnos en la dinámica de la relación como amor-don mutuo. Un rasgo esencial del amor consiste en el dar. La amistad entraña una donación mutua y desinteresada entre el yo y el tú a nivel individual o grupal. En tal relación se da la realización interpersonal como resultado de la libre inclinación, de la mutua comunicación fundada en la simpatía mutua y en los mutuos intereses. Por lo tanto, presentamos la amistad como amor mutuo correspondido entre las personas que se ven iguales y fomentan la comunicación de bienes, la afinidad de voluntad y el gusto por compartir cuanto tienen.
¿Qué elementos integran la amistad? Además del amor-don están la empatía, confianza, fidelidad y sinceridad. La relación de auténtica amistad facilita hablar y actuar como realmente se piensa. Por ello, R.W. Emerson escribió:. "Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta". Conviene observar la diferencia existente entre las modalidades de la relación amistosa, entre la que surge por interés, por placer y por el bien. A esta última modalidad, la que surge del bien, merece llamarse amistad.
El proceso. En la amistad se recorre todo el proceso del amor que arranca del interés para desembocar en el don desinteresado o amor de benevolencia. En el proceso descendiente encontramos los conflictos, el enfriamiento, las distancias, las ofensas y hasta el final de personas que terminan por odiarse.
Otras manifestaciones La amistad como plenitud del amor. Además del genérico “dar” la amistad como auténtico amor se materializa en el compartir y servir, en el respeto, afectuosidad, la mucha confianza, facilidad para el diálogo, prontitud para comprender la situación del amigo, receptividad a la hora de aceptar las críticas, valor para corregir sin herir, un estímulo para poner en práctica los consejos recibidos, facilidad para disculparse, motivación fuerte a la hora de tener que defender los intereses de la persona amiga. Y capacidad para sacrificio por las personas amadas.
Ante el atractivo de respuestas se comprende que los sabios y poetas de todos los tiempos hayan exaltado siempre la amistad. Además del amor, se necesita la amistad. Para los filósofos griegos, la amistad auténtica , es un regalo de los dioses.
Insistamos en las manifestaciones. La amistad se demuestra en la preocupación por el amigo interesándose por su bienestar, por sus problemas y logros. Por esto procura reunirse, comunicarse o convivir con él. Un amigo es el que está en todo momento, el que te levanta cuando estás decaído. Es en la turbación donde la amistad se pone a prueba. «Sólo en el peligro se conoce al verdadero amigo». La amistad se da en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia y trascendencia. La amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. La verdadera amistad dura toda la vida.
El amor auténtico en clave de amistad Para que la relación amorosa del “yo-tú” merezca el calificativo de amistad se requiere que en los amigos, bien la pareja, bien el grupo como tal exista:
1º la apertura mutua y en la sintonía mutua de unas persona hacia las otras. Frente a la actitud egoísta que se encierra en los intereses propios, está el impulso de quienes salen de sí y sintonizan con el prójimo. La capacidad de amar amistosamente hace que el “yo” vea lo del otro como suyo propio, más aún, prolonga su yo en el tú amado. Lo esencial del amor consiste en el impulso del sujeto a juntarse con el objeto, es un acto acompañado de placer, une al yo a un tú, al amante con el amado.
2ª el afecto que impulsa a unos y a otros a buscar el bien ajeno y a trabajar por la realización del otro. La amistad como amor cualificado es la capacidad humana de vibrar por el otro, por sus intereses y alegrías. Los amigos auténticos exclaman: ¡me alegra que existas! ¡soy feliz cuando te veo feliz y estoy triste porque tú estás triste! Y como reacción lógica: busca de modo desinteresado la felicidad de las personas amadas aún con sacrificio propio.
3º la mutua donación. La amistad en su dimensión de praxis se mide por la capacidad de donación de una persona a otra persona particular o al grupo en su totalidad. La donación se manifiesta también en el grado de preocuparse, servir y entregarse a otra persona o colectividad; por la fidelidad permanente: en las circunstancias fáciles y en las difíciles. Por el contrario, el egoísta siempre desea que le sirvan y es incapaz de sacrificarse por el otro.
Cuándo es falsa la amistad Ante las exigencias de la amistad, como amor mutuo y cualificado, fácilmente se desprende que no existe amistad o que es falsa cuando:
-uno o los dos identifican su amistad con el placer o con el sentimiento superficial de estar juntos, de pasar lo bien; .
-”los amigos” simplemente experimentan una necesidad. Más que amistad, lo que se da es una necesidad: "yo te necesito; nosotros nos necesitamos";
-la relación amistosa cosifica al tú como algo que llena la vida, que da felicidad pero que no es amado por sí mismo. Más que amor, se da el egoísmo de uno o de varios que se instrumentalizan;
-se confunde el amor con el afán de poseer. El amigo o el grupo son medios de poder. El orgulloso quiere conquistar al otro o a los otros pero él no se da.
Siempre, en la falsa amistad, predomina la actitud de quien, velada o abiertamente, pone su yo en el centro de la felicidad y al otro u otros en la periferia. Siempre desea que le sirvan pero es incapaz de sacrificarse por los otros que pasan a un segundo puesto.
Sí, la relación interpersonal de mayor calidad es la amistad o amor mutuo correspondido. Y la dimensión esencial del reino de Dios es la del amor en su triple proyectiva: como donación personal, relación amistosa y unión entre los miembros. El amor relacional asienta sus raíces y la solidez de su tronco en la amistad. Y como ramas o manifestaciones: las que existe entre compañeros de cualquier tipo, entre novios, esposos y familiares. Con mayor o menor grado, el amor mutuo tiene sus manifestaciones, se alimenta con especiales motivaciones, encuentra obstáculos y necesita medios para conservar su calidad.
La amistad, primera entre las relaciones interpersonales La gran aspiración del ser humano consiste en amar y en sentirse amado. Uno de los objetivos más grandes y que más sentido dan a la vida es el poder amar y el recibir amor, el tener personas con quienes poder convivir con la dinámica del dar-recibir. La realización personal se realiza con la donación de sí a otros, pero necesita del afecto y de la ayuda del prójimo. Dar y recibir son dos aspectos esenciales del vivir humano. Quien tiene “cosas” pero no ama ni es amado, es un pobre de solemnidad. Y muchos, que son pobres en riquezas materiales, encuentran el sentido a su vida porque se ven acompañados de personas y familiares (a veces, de animales), a las que quieren y que a la vez le dan compañía, afecto y ayuda
Cierto que son imprescindibles las relaciones sinceras, respetuosas, responsables, libres, comprometidas y tranquilas. Pero ¿de qué serviría una convivencia con esas relaciones si falta el amor mutuo y la unión entre sus miembros? También es cierto que la amistad se presenta como una meta difícil y que necesita para su desarrollo las exigencias de la ética, de la ley y de los compromisos personales. Por su parte, la historia confirma que según sea la modalidad amistosa así serán mayores o menores las manifestaciones, dificultades y motivaciones. Porque no es igual la amistad sin compromiso en la convivencia entre compañeros de clase escolar, que la que el amor de una familia con varios enfermos que necesitan cuidados especiales.
¿Algo que añadir desde la fe? Mucho porque la relación amistosa, amor fraterno mutuo y correspondido, es un elemento esencial del reino de Dios enseñado por Cristo. El Maestro, no solamente enseñó el amor como don personal hacia el prójimo sino como relación interpersonal, ayuda mutua y unión en la convivencia. Después de tratar la dimensión humana de la amistad habrá que dedicar atención las nuevas perspectivas que ofrece el mensaje del Evangelio.
Muchas son las amistades
Con la base común de simpatía, ayuda mutua, confianza y comunicación sincera, muchas son las amistades de la persona. El niño tiene sus amigos con quienes juega y el joven se divierte con los compañeros entre los cuales existen algunos más íntimos. De mayor, las amistades femeninas pueden cristalizar en noviazgo y matrimonio. Algunos padres-madres de familia presumen de ser amigos de sus hijos y de otros familiares. El profesional, en ocasiones, comparte amistad y trabajo con los compañeros de oficio. Y lo mismo se diga de quienes participan en la Iglesia, en la política, en las diversiones, etc. De las muchas amistades en las que cristaliza el amor relacional, nos fijaremos en la posible amistad existente en el matrimonio y en la familia.
Identidad: ¿y qué es la amistad?
En plan genérico, este vocablo está conectado con el latino “amicus”; amigo, que a su vez deriva de amare, amar. Sí, amistad es una relación afectiva, amorosa en mayor o menor grado, que existe entre dos o más personas. Históricamente, la relación amistosa es de las más comunes y que normalmente han existido en la vida de las personas. La amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. La verdadera amistad dura toda la vida.
Pero conviene concretar algo más y fijarnos en la dinámica de la relación como amor-don mutuo. Un rasgo esencial del amor consiste en el dar. La amistad entraña una donación mutua y desinteresada entre el yo y el tú a nivel individual o grupal. En tal relación se da la realización interpersonal como resultado de la libre inclinación, de la mutua comunicación fundada en la simpatía mutua y en los mutuos intereses. Por lo tanto, presentamos la amistad como amor mutuo correspondido entre las personas que se ven iguales y fomentan la comunicación de bienes, la afinidad de voluntad y el gusto por compartir cuanto tienen.
¿Qué elementos integran la amistad? Además del amor-don están la empatía, confianza, fidelidad y sinceridad. La relación de auténtica amistad facilita hablar y actuar como realmente se piensa. Por ello, R.W. Emerson escribió:. "Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta". Conviene observar la diferencia existente entre las modalidades de la relación amistosa, entre la que surge por interés, por placer y por el bien. A esta última modalidad, la que surge del bien, merece llamarse amistad.
El proceso. En la amistad se recorre todo el proceso del amor que arranca del interés para desembocar en el don desinteresado o amor de benevolencia. En el proceso descendiente encontramos los conflictos, el enfriamiento, las distancias, las ofensas y hasta el final de personas que terminan por odiarse.
Otras manifestaciones La amistad como plenitud del amor. Además del genérico “dar” la amistad como auténtico amor se materializa en el compartir y servir, en el respeto, afectuosidad, la mucha confianza, facilidad para el diálogo, prontitud para comprender la situación del amigo, receptividad a la hora de aceptar las críticas, valor para corregir sin herir, un estímulo para poner en práctica los consejos recibidos, facilidad para disculparse, motivación fuerte a la hora de tener que defender los intereses de la persona amiga. Y capacidad para sacrificio por las personas amadas.
Ante el atractivo de respuestas se comprende que los sabios y poetas de todos los tiempos hayan exaltado siempre la amistad. Además del amor, se necesita la amistad. Para los filósofos griegos, la amistad auténtica , es un regalo de los dioses.
Insistamos en las manifestaciones. La amistad se demuestra en la preocupación por el amigo interesándose por su bienestar, por sus problemas y logros. Por esto procura reunirse, comunicarse o convivir con él. Un amigo es el que está en todo momento, el que te levanta cuando estás decaído. Es en la turbación donde la amistad se pone a prueba. «Sólo en el peligro se conoce al verdadero amigo». La amistad se da en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia y trascendencia. La amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. La verdadera amistad dura toda la vida.
El amor auténtico en clave de amistad Para que la relación amorosa del “yo-tú” merezca el calificativo de amistad se requiere que en los amigos, bien la pareja, bien el grupo como tal exista:
1º la apertura mutua y en la sintonía mutua de unas persona hacia las otras. Frente a la actitud egoísta que se encierra en los intereses propios, está el impulso de quienes salen de sí y sintonizan con el prójimo. La capacidad de amar amistosamente hace que el “yo” vea lo del otro como suyo propio, más aún, prolonga su yo en el tú amado. Lo esencial del amor consiste en el impulso del sujeto a juntarse con el objeto, es un acto acompañado de placer, une al yo a un tú, al amante con el amado.
2ª el afecto que impulsa a unos y a otros a buscar el bien ajeno y a trabajar por la realización del otro. La amistad como amor cualificado es la capacidad humana de vibrar por el otro, por sus intereses y alegrías. Los amigos auténticos exclaman: ¡me alegra que existas! ¡soy feliz cuando te veo feliz y estoy triste porque tú estás triste! Y como reacción lógica: busca de modo desinteresado la felicidad de las personas amadas aún con sacrificio propio.
3º la mutua donación. La amistad en su dimensión de praxis se mide por la capacidad de donación de una persona a otra persona particular o al grupo en su totalidad. La donación se manifiesta también en el grado de preocuparse, servir y entregarse a otra persona o colectividad; por la fidelidad permanente: en las circunstancias fáciles y en las difíciles. Por el contrario, el egoísta siempre desea que le sirvan y es incapaz de sacrificarse por el otro.
Cuándo es falsa la amistad Ante las exigencias de la amistad, como amor mutuo y cualificado, fácilmente se desprende que no existe amistad o que es falsa cuando:
-uno o los dos identifican su amistad con el placer o con el sentimiento superficial de estar juntos, de pasar lo bien; .
-”los amigos” simplemente experimentan una necesidad. Más que amistad, lo que se da es una necesidad: "yo te necesito; nosotros nos necesitamos";
-la relación amistosa cosifica al tú como algo que llena la vida, que da felicidad pero que no es amado por sí mismo. Más que amor, se da el egoísmo de uno o de varios que se instrumentalizan;
-se confunde el amor con el afán de poseer. El amigo o el grupo son medios de poder. El orgulloso quiere conquistar al otro o a los otros pero él no se da.
Siempre, en la falsa amistad, predomina la actitud de quien, velada o abiertamente, pone su yo en el centro de la felicidad y al otro u otros en la periferia. Siempre desea que le sirvan pero es incapaz de sacrificarse por los otros que pasan a un segundo puesto.