La espiritualidad ordinaria y la “mística” de los ancianos

Los cristianos que durante las etapas anteriores fueron creyentes y practicantes, al final de su vida mantienen con firmeza las relaciones con Dios, aunque no todos con la misma calidad. Unos con una espiritualidad ordinaria –los piadosos-, otros con inquietud misionera, y un tercer grupo que vive la fe con entusiasmo, radicalidad y coherencia: son “ los místicos”. Todos, coherentes, tienen el mismo objetivo en el trato con Dios pero cada grupo con matices diferentes..

1-Los fieles y muy piadososHe aquí el arco iris de respuestas:
-generosidad y servicio. Con una fe sencilla pero convincente, comprendieron que los fieles y piadosos tienen que servir al prójimo con generosidad y con espíritu humilde.
-practicantes, como siempre. Son los que mantienen desde la juventud la fe y la práctica religiosa, como la misa dominical. Fieles a la doctrina y preceptos de la Iglesia y a las tradiciones religiosas de su parroquia. Y tanto, que si faltan a la Misa dominical, aunque sea por causas razonables, muchos no se atreven a comulgar sin antes confesar.
-un tanto obsesionados. Porque polarizan sus confesiones en los pecados contra “el sexto mandamiento”. Algunos, absolutizan de tal manera la castidad que olvidan faltas graves contra la justicia o la caridad. Sus virtudes son fe, esperanza y “castidad”, no caridad;
-muy ”rezadores”. Emplean mucho tiempo en sus oraciones y peticiones personales, con rosarios y novenas, sin que falten las devociones particulares, no siempre según la Iglesia. Las ancianas, más las que los ancianos varones, tienen un plan espiritual con muchas devociones, promesas y súplicas. Su casa, con abundancia de imágenes sagradas y de estampas de santos, parece un convento, pero viviendo solas… Dentro esta categoría colocamos a quienes, sin mucha formación pero con mucho amor, manifiestan que su vida gira en torno al Señor al que tienen ”loco” con tantas oraciones y rosarios. Por otra parte, son fieles que aceptan el dolor, la humillación, o una cruz grave exclamado: “más sufrió el Señor por nosotros”.
-católicos “papistas” De temperamento exaltado y orgulloso, lanzan críticas fuertes y continuas contra la Iglesia a la que exigen que sea en sus instituciones y doctrina como ellos piensan. También dogmáticos, pero con mentalidad opuesta, algunos progresistas piden libertad en materia del celibato sacerdotal, de sexualidad y de moral matrimonial. Prácticamente para ellos no hay pecados más que los que atentan contra la verdad y la justicia…y según el dictamen de su conciencia.
-los sentimentales. Aquellos que lloran al contemplar las escenas de la pasión del Señor pero sin conversión alguna. Algunos, son fanáticos con los “pasos” de sus cofradías donde vuelcan todos sus sentimientos. A este grupo pertenecen quienes son tan devotos de la Virgen María, la aman tanto, que manifiestan con sinceridad: “ que me perdone el Señor, pero amo más a su madre”.
-lectores de la Palabra de Dios. Son muy pocos y con escasa formación bíblica, pero centran su fe en la figura de Jesús y en el Reino de Dios. En este grupo se encuentran los de inquietud misionera y los de espiritualidad profunda, “los místicos”

2-Con inquietud apostólica: misioneros en la propia familia
¡Cuántos y cuántos de la tercera y cuarta edad viven angustiados, o, por lo menos, preocupados por la fe de hijos y nietos! Como padres y abuelos lamentan que no son practicantes y que viven sumergidos en la indiferencia religiosa. Es frecuente el remordimiento en tantas personas mayores, confundidas, porque sus hijos y nietos no van a misa, porque alguno de ellos vive en una situación matrimonial irregular: “¿en qué habremos faltado...si les proporcionamos colegios religiosos”, si nos acompañaron a misa durante la niñez y adolescencia?
Ante la fe deficiente, muchos abuelos se preocupan de la formación y piedad de los nietos: ¡son los evangelizadores y suplen a los padres y padrinos!
Otra faceta de la inquietud apostólica: el testimonio de tantas mujeres, (esposas, viudas o hijas solteras). Con fe y amor atienden en su casa a un familiar enfermo, al hijo drogadicto, o al esposo imposibilitado. ¡Ellas lograron salir adelante y superar todas las dificultades!
El sacrificio de tantos abuelos que hacen lo imposible para que sus nietos tengan la fe y la práctica religiosa que quizás sus padres olvidaron o perdieron. Siempre se culpan por la situación religiosa de su familia.
No faltan los abuelos radicalizados, católicos a “machamartillo”: con su fe tradicional firme, sólida y segura. Siempre, practicantes y apostólicos, y en ocasiones, “más papistas que el Papa”: ven errores en cualquier criterio que no coincida con los que ellos recibieron. Queriendo hacer bien hacen antipática la imagen de la Iglesia y de la misma fe cristiana. Y así influyen en el alejamiento religioso de sus hijos y nietos mayores. “Mis padres-abuelos son unos fanáticos que no comprenden al mundo de hoy”. El diálogo sobre esta materia de fe es tenso, conflictivo. Casi imposible.

3-Los coherentes y “místicos” Místico en sentido más propio, es todo fiel unido a Dios profunda y permanentemente. Como cristiano, es el seguidor de Cristo que vive la Buena Nueva con ilusión, entusiasmo y coherencia. En sentido menos propio, el figurado: místico es el cristiano que vive la fe de manera heroica. No solamente es practicante, piadoso y misionero en casa, sino con una profunda vivencia de la fe que manifiestas de varias maneras:
-se consideran discípulos y seguidores de Jesús. Ellos siguen centrando su vida en los valores y exigencias del seguidor de Jesús y que consiste en valorar, sentir, amar y relacionarse como lo haría Cristo en cada persona, en el aquí y en el ahora.
-dedican mucho tiempo a la oración. No solamente con la participación en la Misa diaria, el rezo del rosario y la lectura de la Palabra de Dios. Además, son fieles a la oración personal que se convierte en contemplación sin importarle el tiempo. ¡Saborean la presencia y la comunicación con el Señor!
-con servicio callado y constante. Tanto en la vida familiar como en otros ambientes ayudando a pobres y visitando a enfermos. Su tiempo y su dinero es para los necesitados. Y todo a la sombra, sin reconocimientos ni premios.
-heroísmo apoyado en la fe. Es de admirar y por muchos años:
-la paciencia en una grave enfermedad con dolores “insoportables”;
-los sacrificios cuidando enfermos en casa;
-el paciente aguante “del machismo o del matriarcado”;
-la acogida de hijos separados o drogadictos;
-la presencia antipática de un “familiar” que no es hijo ni nieto;
-la renuncia a la profesión por cuidar a los hijos;
-la vida pobre por la conducta inmoral de otros;
-la amante en la vida de la pareja.
-la generosidad de quienes abrieron la puerta a la vida con muchos hijos;
-la soledad y pobreza de los padres que todo lo sufren por no molestar a los hijos
En todos los casos existe un denominador común: “si no fuera por Dios esto no hay quien lo aguante”. “Por la fuerza de la fe llevo con paciencias estas contrariedades”
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