¿Cómo se manifiesta la injusticia de los grupos de poder, injusticia institucionalizada?
A una persona se le puede imputar determinadas acciones injustas, pero la culpabilidad de otras injusticias es fruto en parte de la libertad individual y en parte de la presión que ejercen muchas estructuras presentes. Nos referimos a los poderes económicos, las ideologías políticas, la cultura en general, las leyes, costumbres e instituciones que generan la denominada “injusticia institucionalizada”. Muchos de los grupos de poder económico son los responsables de esta injusticia institucionalizada que se manifiesta en muchas situaciones, en la vida infrahumana, en el riesgo ecológico, y, últimamente en la crisis económica. Ante un tema de importancia excepcional me pemito añadir a mis afirmaciones, citas de algunos documentos sociales de la Iglesia. Por ejemplo, la Mater et magistra (MM) de Juan XXIII (1961), la CP Gaudium et spes (GS) del Vaticano II (1965), la Populorum progresio (PP) de Pablo VI (1967), la Octogesima adveniens (OA) del mismo Pablo VI (1971).Y recientemente, La caridad en la verdad (CeV) de Benedicto XVI (2009). Con otra autoridad y perspectiva están los documentos del CELAM (Medellín y Puebla), la Instrucción de la SC Libertad cristiana y liberación (LI) (1986).
Situaciones Señalamos tres fundamentales: las desigualdades, la vida infrahumana, el riesgo ecológico y la “evitable” crisis económica
Las desigualdades injustas.
El rostro de un mundo deshumanizado aparece en:
las naciones ricas en pleno desarrollo, que gastan en armamento y en otros gastos superfluos lo que necesitan otras naciones pobres para no morir víctimas del hambre (cf MM 157-160);
las regiones privilegiadas de una misma nación que no son solidarias con otras pobres, obligadas a la emigración masiva y forzosa (cf. MM 150);
la mayoría de personas en muchas naciones (¿un 80 por 100?), que no disponen de lo necesario para una vida digna, mientras que una minoría de personas (¿un 20 por 100?) «viven en la opulencia o malgastan sin consideración» (GS 63);
la brecha creciente entre pueblos ricos, desarrollados, y otros pueblos pobres, en vías de desarrollo, cada vez más pobres (GS 66);
latifundios y minifundios con la secuela de una vida infrahumana en vivienda, libertad, salario, participación, etc. (GS 71);
el pluriempleo y el paro. La desigualdad entre las familias que se benefician con varios sueldos que facilitan una vida segura y confortable, frente a la angustia de las familias de los parados, con una existencia cada vez más precaria;
la conflictividad social (entre patronos y obreros) en los países donde una deficiente legislación laboral provoca conflictos por razón del salario, el trato recibido, el horario de trabajo, etc., Ha sido factor determinante en algunas revoluciones violentas al margen de la justicia.
La vida infrahumana.
Las desigualdades enumeradas y otros factores contribuyen a una existencia indigna de la persona humana que no puede disfrutar de un mínimo de los bienes materiales. Así sucede con:
aquellos obreros que perciben salarios insuficientes, acompañados de la inseguridad, la incapacidad para participar en la vida comunitaria, la vida de miseria que constituye una injusticia que clama al cielo (GS 71 y Medellín, Justicia);
los marginados de la sociedad: niños y ancianos abandonados, jóvenes drogadictos desasistidos, mujeres discriminadas por el machismo, familias en suburbios en situación infrahumana: pobres entre los pobres frente a la ostentación de otros sectores sociales (Puebla, 34 y 38);
los hambrientos: millones de personas que mueren víctimas de la desnutrición, de niños condenados a una muerte temprana. Según el Proyecto Hambre, alrededor de 24.000 personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre. Y unos 800 millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición;
los campesinos: relegados, discriminados, con trabajo duro y escasa remuneración: son las víctimas de los intermediarios, que con facilidad se enriquecen (Puebla, 35);
subempleados y parados: víctimas de las crisis económicas y de los modelos del desarrollo (Puebla, 37);
emigrantes dentro o fuera del país de origen: los que están sin familia, los que viven discriminados como ciudadanos de tercera categoría (OA 8-16).
El riesgo ecológico como situación injusta
La ecología puede enfocarse como una respuesta justa, condición para la paz y como un ambiente para ejercer la libertad. Pero tembién admite el enfoque de factor injusto para la salud personal y comunitaria según sea el uso o abuso que se haga con la naturaleza. Este abuso es cada vez más alarmante por la explotación desordenada de las reservas físicas, el derroche en los recursos no renovables, la contaminación del suelo, del aire y del espacio. Los causantes de tal abuso radica en los egoísmos nacionales, en la idolatría del gigantismo que acude a todos los medios para conseguir sus fines imperialistas. Tal egoísmo no se detiene ante los peligros de la tecnología, de la carrera de armamentos, etc., que envenenan el ambiente, contaminar los alimentos y destruyen la belleza y el mismo mundo. Conviene observar tambien que el riesgo ecológico que padece toda la humanidad proviene más de las naciones poderosas, las que más contaminan, y que son los pobres quienes más sufren los efectos.
Benedicto XVI escribió del riesgo y del abuso ecológico en la encíclia La caridad en la verdad (51). De este Documento presentamos algunas exhortaciones, avisos y denuncias: “que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan”;.“cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales, así como la degradación ambiental, a su vez, provoca insatisfacción en las relaciones sociales”;. “la desertización y el empobrecimiento productivo de algunas áreas agrícolas son también fruto del empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso”;. “el acaparamiento de los recursos, especialmente del agua, puede provocar graves conflictos entre las poblaciones afectadas. Un acuerdo pacífico sobre el uso de los recursos puede salvaguardar la naturaleza y, al mismo tiempo, el bienestar de las sociedades interesadas” (51).; “es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida”;. “es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas”; “los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad”(51).
La “evitable” crisis económica Por primera vez desde que acabara la Segunda Guerra Mundial, la economía mundial ha declinado y está sufriendo una fuerte crisis desde 2008. Serán más de 50 millones de personas las que pierdan su empleo en todo el mundo a medida que las empresas cierran o eliminan puestos de trabajo. Esta “evitable” crisis económica afecta de manera injusta los intereses de millones de personas que, según afirman los técnicos, en realidad pagan con sus rentas, con su trabajo y con su seguridad y bienestar la irracionalidad del sistema financiero en que se soportan nuestras economías.
¿Quienes son los que más sufren esta dolorosa situación? De modo especial las economías de los más débiles como las de las periferias en África, Latinoamérica o las de los países asiáticos más empobrecidos. ¿Razón? Cuando se desata la crisis, los capitales escasean y su falta se nota especialmente en los territorios que están más necesitados de inversiones y recursos. Y son, además, los que hacen frente con más dificultad a intereses más elevados. Por esta causa se desata la crisis hipotecaria y se desencadena al mismo tiempo una crisis financiera, puesto que el impago creciente inicial afecta enseguida a la seguridad y rentabilidad de los grandes bancos y fondos de inversión internacionales.
¿Se pudo evitar la crisis? Tema muy discutido entre los entendidos. Es lógico pensar que la subida del precio del petróleo (en el 2008, el precio del petróleo superó los 100 dólares, por primera vez en su historia y alcanzó los 147 barril en julio) y la inercia de los responsables de estructuras socio-económicas que no pusieron a tiempo los remedios necesarios, aceleraron y agravaron la crisis que también cuenta con otros factores. Es muy de lamentar que no todo el mundo está perdiendo con la crisis. Al revés, de ella saldrán fortalecidos muchos bancos y los grandes poseedores de capital.
¿Qué hacer? Como observa Benedicto XVI hay que aprender de la crisis, corregir. errores, y a la hora de buscar soluciones tener presente la ayuda a poblaciones que se encuentran todavía en una fase inicial o poco avanzada de su proceso de desarrollo económico. Urge revisar las políticas internas de asistencia y de solidaridad social, aplicando a ellas el principio de subsidiaridad y la solidaridad en el acceso a la educación (CeV 24, 60 y 61).
Está descrita la justicia institucionalizada en alguna de sus manifestaciones. Ahora queda pendiente un interrogante: ¿quienes son los culpables de las situaciones injustas, de la vida infrahumana y del riesgo ecológico? Tema para la próxima reflexión.
Situaciones Señalamos tres fundamentales: las desigualdades, la vida infrahumana, el riesgo ecológico y la “evitable” crisis económica
Las desigualdades injustas.
El rostro de un mundo deshumanizado aparece en:
las naciones ricas en pleno desarrollo, que gastan en armamento y en otros gastos superfluos lo que necesitan otras naciones pobres para no morir víctimas del hambre (cf MM 157-160);
las regiones privilegiadas de una misma nación que no son solidarias con otras pobres, obligadas a la emigración masiva y forzosa (cf. MM 150);
la mayoría de personas en muchas naciones (¿un 80 por 100?), que no disponen de lo necesario para una vida digna, mientras que una minoría de personas (¿un 20 por 100?) «viven en la opulencia o malgastan sin consideración» (GS 63);
la brecha creciente entre pueblos ricos, desarrollados, y otros pueblos pobres, en vías de desarrollo, cada vez más pobres (GS 66);
latifundios y minifundios con la secuela de una vida infrahumana en vivienda, libertad, salario, participación, etc. (GS 71);
el pluriempleo y el paro. La desigualdad entre las familias que se benefician con varios sueldos que facilitan una vida segura y confortable, frente a la angustia de las familias de los parados, con una existencia cada vez más precaria;
la conflictividad social (entre patronos y obreros) en los países donde una deficiente legislación laboral provoca conflictos por razón del salario, el trato recibido, el horario de trabajo, etc., Ha sido factor determinante en algunas revoluciones violentas al margen de la justicia.
La vida infrahumana.
Las desigualdades enumeradas y otros factores contribuyen a una existencia indigna de la persona humana que no puede disfrutar de un mínimo de los bienes materiales. Así sucede con:
aquellos obreros que perciben salarios insuficientes, acompañados de la inseguridad, la incapacidad para participar en la vida comunitaria, la vida de miseria que constituye una injusticia que clama al cielo (GS 71 y Medellín, Justicia);
los marginados de la sociedad: niños y ancianos abandonados, jóvenes drogadictos desasistidos, mujeres discriminadas por el machismo, familias en suburbios en situación infrahumana: pobres entre los pobres frente a la ostentación de otros sectores sociales (Puebla, 34 y 38);
los hambrientos: millones de personas que mueren víctimas de la desnutrición, de niños condenados a una muerte temprana. Según el Proyecto Hambre, alrededor de 24.000 personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre. Y unos 800 millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición;
los campesinos: relegados, discriminados, con trabajo duro y escasa remuneración: son las víctimas de los intermediarios, que con facilidad se enriquecen (Puebla, 35);
subempleados y parados: víctimas de las crisis económicas y de los modelos del desarrollo (Puebla, 37);
emigrantes dentro o fuera del país de origen: los que están sin familia, los que viven discriminados como ciudadanos de tercera categoría (OA 8-16).
El riesgo ecológico como situación injusta
La ecología puede enfocarse como una respuesta justa, condición para la paz y como un ambiente para ejercer la libertad. Pero tembién admite el enfoque de factor injusto para la salud personal y comunitaria según sea el uso o abuso que se haga con la naturaleza. Este abuso es cada vez más alarmante por la explotación desordenada de las reservas físicas, el derroche en los recursos no renovables, la contaminación del suelo, del aire y del espacio. Los causantes de tal abuso radica en los egoísmos nacionales, en la idolatría del gigantismo que acude a todos los medios para conseguir sus fines imperialistas. Tal egoísmo no se detiene ante los peligros de la tecnología, de la carrera de armamentos, etc., que envenenan el ambiente, contaminar los alimentos y destruyen la belleza y el mismo mundo. Conviene observar tambien que el riesgo ecológico que padece toda la humanidad proviene más de las naciones poderosas, las que más contaminan, y que son los pobres quienes más sufren los efectos.
Benedicto XVI escribió del riesgo y del abuso ecológico en la encíclia La caridad en la verdad (51). De este Documento presentamos algunas exhortaciones, avisos y denuncias: “que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan”;.“cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales, así como la degradación ambiental, a su vez, provoca insatisfacción en las relaciones sociales”;. “la desertización y el empobrecimiento productivo de algunas áreas agrícolas son también fruto del empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso”;. “el acaparamiento de los recursos, especialmente del agua, puede provocar graves conflictos entre las poblaciones afectadas. Un acuerdo pacífico sobre el uso de los recursos puede salvaguardar la naturaleza y, al mismo tiempo, el bienestar de las sociedades interesadas” (51).; “es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida”;. “es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas”; “los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad”(51).
La “evitable” crisis económica Por primera vez desde que acabara la Segunda Guerra Mundial, la economía mundial ha declinado y está sufriendo una fuerte crisis desde 2008. Serán más de 50 millones de personas las que pierdan su empleo en todo el mundo a medida que las empresas cierran o eliminan puestos de trabajo. Esta “evitable” crisis económica afecta de manera injusta los intereses de millones de personas que, según afirman los técnicos, en realidad pagan con sus rentas, con su trabajo y con su seguridad y bienestar la irracionalidad del sistema financiero en que se soportan nuestras economías.
¿Quienes son los que más sufren esta dolorosa situación? De modo especial las economías de los más débiles como las de las periferias en África, Latinoamérica o las de los países asiáticos más empobrecidos. ¿Razón? Cuando se desata la crisis, los capitales escasean y su falta se nota especialmente en los territorios que están más necesitados de inversiones y recursos. Y son, además, los que hacen frente con más dificultad a intereses más elevados. Por esta causa se desata la crisis hipotecaria y se desencadena al mismo tiempo una crisis financiera, puesto que el impago creciente inicial afecta enseguida a la seguridad y rentabilidad de los grandes bancos y fondos de inversión internacionales.
¿Se pudo evitar la crisis? Tema muy discutido entre los entendidos. Es lógico pensar que la subida del precio del petróleo (en el 2008, el precio del petróleo superó los 100 dólares, por primera vez en su historia y alcanzó los 147 barril en julio) y la inercia de los responsables de estructuras socio-económicas que no pusieron a tiempo los remedios necesarios, aceleraron y agravaron la crisis que también cuenta con otros factores. Es muy de lamentar que no todo el mundo está perdiendo con la crisis. Al revés, de ella saldrán fortalecidos muchos bancos y los grandes poseedores de capital.
¿Qué hacer? Como observa Benedicto XVI hay que aprender de la crisis, corregir. errores, y a la hora de buscar soluciones tener presente la ayuda a poblaciones que se encuentran todavía en una fase inicial o poco avanzada de su proceso de desarrollo económico. Urge revisar las políticas internas de asistencia y de solidaridad social, aplicando a ellas el principio de subsidiaridad y la solidaridad en el acceso a la educación (CeV 24, 60 y 61).
Está descrita la justicia institucionalizada en alguna de sus manifestaciones. Ahora queda pendiente un interrogante: ¿quienes son los culpables de las situaciones injustas, de la vida infrahumana y del riesgo ecológico? Tema para la próxima reflexión.