¿Cómo presentar unas relaciones creíbles entre el hombre y Dios?
No basta con la estructuración de la opción religiosa como tal, urge también reconfigurar la imagen adecuada de cada uno de los elementos que integran la relación interpersonal, la del cristiano (yo humano) con Dios Padre (Tú divino) para obtener la credibilidad. Para unas relaciones creíbles, habría que pasar del Tú divino rechazado al Dios como Padre, Dios-amor; del yo humano exaltado y débil, al cristiano enriquecido en su realización personal; y de unas mediaciones radicalizadas a otras en sintonía cultural y en comunión eclesial. Urge reconfigurar para el Tercer Milenio unas relaciones creíbles del hombre con Dios que armonicen cultura y comunión eclesial, realización personal y plan salvífico, progreso humano y Reino de Dios, ”reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz. El Reino está ya presente en esta tierra misteriosamente; se consumará cuando venga el Señor” (GS 39).
Del Tú divino rechazado al Dios como Padre, Dios-amor
Diversas son las actitudes y respuestas ante el Tú divino en el mundo y en la Iglesia de nuestros días.
El Dios criticado y rechazado.
Dios, en la actual cultura de occidente, (mezcla de modernidad y de posmodernidad), pasó de ser criticado y cuestionado al rechazo y a la indiferencia por un porcentaje en ascenso en el hombre europeo. Sostienen los no creyentes que es imposible conocer la existencia de Dios; el tú divino y el hombre no pueden comunicarse. Dios viene a ser una criatura del hombre, fruto de sus limitaciones; pero hoy el hombre soluciona sus problemas sin Dios, pues ya no es el esclavo sino el señor del universo y el dueño de sí mismo, es el león que dejó de ser un dócil camello; Dios se opone a la realización del hombre; el tú divino es una «ilusión infantil» que enferma al ser humano; la existencia del mal y el dolor de los inocentes son incompatibles con la existencia de un Dios que todo lo puede, que sea providente, sabio y bueno; en nombre de Dios y de la religión se implantó la injusticia y se cometieron muchos crímenes.
El Dios deformado.
En la mentalidad de muchos creyentes también aparece la crisis religiosa por los criterios deformados sobre el tú divino, por las críticas contra Dios y por las dudas que esconden muchos de los interrogantes actuales sobre la fe cristiana. Entre los conceptos deformados sobre Dios destacan: el de ser supremo egoísta; un «tapa-agujeros» para lo que no se sabe o no se puede; el abuelo bonachón situado muy lejos («en los cielos»); un juez malhumorado con ganas de castigar con el infierno; el comerciante que admite tratos éticos: «me porto bien y me ayuda»; «le doy cosas y me corresponde».
También es falsa la imagen de Dios como un objeto domesticado con la varita mágica del rito religioso. Para muchos, Dios y la religión presentan los efectos de la droga para los momentos depresivos; vienen a ser como el bombero que sólo sirve para apagar incendios ocasionales; el tirano que goza con la obediencia ciega del hombre esclavo; el dictador ético responsable de muchos traumas psíquicos; el ídolo acallado fácilmente, del que se exagera lo que conviene y se oculta lo que fastidia; la idea abstracta que nada tiene que ver con la vida ordinaria del hombre, el ídolo fanatizado que justifica la violencia en nombre de la “guerra santa”,etc.
¿Qué hacer ante el rechazo de Dios y las falsificaciones de su imagen?
Ante todo prescindir de las representaciones de Dios que dicen poco o nada a la sensibilidad actual como para colocar a Dios en el primer puesto de los valores. Habrá que tener presente las críticas del secularismo y de los postmodernos. A la luz de los signos de los tiempos, pero con fidelidad al núcleo bíblico actualizado, se impone purificar algunas imágenes tradicionales de Dios muy en sintonía con otras culturas pasadas pero no con lo que el hombre de hoy espera porque no es una representación seria y fundamentada, creíble, la de Dios situado en el primer puesto de la escala de valores.
¿Cómo estructurar la fe de acuerdo con el Dios amor?
El amor de Dios es amor de padre-madre que cuida bondadosamente a sus hijos amados, es un amor que libera y se ofrece en forma de amistad: ¡el cristiano puede ser amigo de Dios! Pero se trata de una amistad especial entre el hombre y Dios. La clave de la amistad hombre-Dios radica en el concepto teológico de la caridad vinculada a la gracia. Así se explica la aparición de los «amigos de Dios» a lo largo de la historia. El amor-amistad de Dios responde a la situación del hombre actual, adulto, sí, pero débil que busca amar y ser amado.
Ahora bien, si en el núcleo de la fe está el Dios amor, el Padre de Jesús y padre de todos, los misterios fundamentales del cristianismo deben estar impregnados por esta verdad. Como ejemplos: habrá que presentar a Dios como el creador interesado por todo el hombre, por todos los pueblos, toda la historia y el cosmos. Y antes que ver a Dios como el juez que condena, contemplemos al Padre del hijo pródigo.
Del yo humano exaltado y débil, al cristiano enriquecido en su realización personal
Si la fe en Dios está en crisis no es menor la situación del yo humano que presenta nuevos retos a la evangelización.
La dignidad del yo humano dentro de la crisis religiosa.
Se puede comprobar cómo en el siglo XX, junto a la cultura de la modernidad y de la posmodernidad, está la crisis de valores que ha provocado la exaltación de la conciencia y de la autonomía del yo humano. Esta doble exaltación ha influido en la denominada crisis de la religiosidad, en la indiferencia religiosa, fruto del secularismo, y en la actitud religiosa de gran porcentaje de creyentes pero no practicantes: son los creyentes con una religiosidad light. Para muchos de la cultura actual, prevalece la convicción de que su dignidad humana corre riesgo si aceptan la vocación cristiana.
En el contexto de la situación religiosa se explica la necesidad de reconfigurar al yo humano con la propuesta de una vocación cristiana que esté en sintonía con sus aspiraciones. Partimos del momento antropológico: el yo humano, es el hombre actual, adulto y débil que busca amar y ser amado.
El hombre actual.
Por una parte, se siente persona adulta (y también autosuficiente) ante sí y ante la religión. Pero, por otra parte, es un yo débil que busca, como siempre, la felicidad en el amar y en el ser amado. Aunque parezca poseerlo todo, el yo humano sigue necesitando un Tú absoluto con la experiencia de su poder y amor. Siempre anhela algo más que pueda satisfacer todos sus deseos y carencias.
En esta situación, cómo presentar la vocación cristiana.
Muchas de las dificultades en las relaciones con Dios surgen porque el yo humano cree que con tales relaciones peligra su dignidad, su libertad, sus criterios y su misma realización personal, o porque juzga que sus proyectos como individuo o como miembro de una comunidad, no son compatibles con el mensaje de la fe. Con mayor o menor sinceridad, muchos opinan que las relaciones con Dios son un obstáculo para su vida y terminan por prescindir de Dios. Ante estas dificultades urge reconfigurar la imagen de un yo cristiano que se enriquece cuando inserta sus proyectos de vida en el plan de Dios gracias a la Buena nueva de Jesús. Será un éxito que se convenza de que su realización personal, su liberación y el progreso, quedan potenciados por el dinamismo del Reino de Dios.
El proyecto humano, el plan salvífico y el Reino de Dios.
Entre los rasgos del yo humano reconfigurado para relacionarse con Dios destacamos: la atención al proyecto humano en su dimensión personal y comunitaria; la inserción y enriquecimiento del proyecto humano en el plan de Dios; la armonía entre el mensaje y la respuesta cristiana con la realización personal; la presentación dinámica de las exigencias evangélicas (moral cristiana) a fin de insertarlas como exigencias de la misma madurez de la persona; el protagonismo del yo cristiano en la realización del Reino de Dios; la fusión en la «única» vocación cristiana de los medios humanos y los recursos espirituales para la personalización.
De unas mediaciones radicalizadas a otras en sintonía cultural y en comunión eclesial
Urge reconfigurar al Tú divino y al yo cristiano, pero también se impone el replanteo de las mediaciones religiosas para que sean creíbles dentro y fuera de la Iglesia católica
Las mediaciones en la Iglesia católica.
Las mediaciones siempre han estado presentes en todas las religiones como factores fundamentales hasta identificar la religión con las mediaciones. El cristianismo presenta como gran mediación a la persona, doctrina y obra de Cristo centrada en el Reino de Dios y en el dinamismo de la gracia. Pero el mismo Cristo instituyó la Iglesia, mediación para relacionarse con Dios desde la venida del Espíritu Santo. La Iglesia católica a lo largo de su historia fue estructurando una serie de mediaciones institucionales, doctrinales, sacramentales y litúrgicas fundadas en la doctrina de Cristo y bajo la acción del Espíritu.
Cuestionamiento e indiferencia ante las mediaciones católicas.
Una de las manifestaciones de la crisis religiosa ha sido el cuestionamiento y hasta el rechazo de muchas mediaciones religiosas católicas. ¿Razones y factores de estas críticas? Debidas en gran parte al influjo de la cultura moderna y posmoderna, y más concretamente a las críticas del secularismo y a la actitud rebelde del subjetivismo y del relativismo (ética de situación). Todo ha contribuido para cuestionar muchas enseñanzas católicas, las mediaciones litúrgicas y hasta la misma estructura de la Iglesia con su magisterio con las relaciones de autoridad y libertad en temas de moral.
También actualmente, junto al cuestionamiento y críticas se dan respuestas prácticas negativas. En concreto está el gravísimo problema de la indiferencia religiosa, fruto del secularismo que afecta más a las mediaciones que al mismo Dios como Tú absoluto. Es grave problema que presentan los creyentes, sí, pero no practicantes, a los que podemos llamas creyentes con religiosidad light.
Exaltación de las mediaciones dentro de la Iglesia.
Hoy día, sigue el problema de las mediaciones religiosas con las respuestas exaltadas por parte de grupos católicos (conservadores y progresistas) que radicalizan bien sean las mediaciones religiosas antiguas o modernas que quieren imponer a los otros grupos eclesiales.
Aunque están en comunión con la Iglesia, no faltan expresiones en la piedad y en la religiosidad popular, surgidas en el ayer, que no sintonizan con la cultura actual y con la sensibilidad del hombre de nuestros días. Presentan indiscutibles valores religiosos pero por sus múltiples carencias, están necesitando una reconfiguración de sus mediaciones religiosas.
Del Tú divino rechazado al Dios como Padre, Dios-amor
Diversas son las actitudes y respuestas ante el Tú divino en el mundo y en la Iglesia de nuestros días.
El Dios criticado y rechazado.
Dios, en la actual cultura de occidente, (mezcla de modernidad y de posmodernidad), pasó de ser criticado y cuestionado al rechazo y a la indiferencia por un porcentaje en ascenso en el hombre europeo. Sostienen los no creyentes que es imposible conocer la existencia de Dios; el tú divino y el hombre no pueden comunicarse. Dios viene a ser una criatura del hombre, fruto de sus limitaciones; pero hoy el hombre soluciona sus problemas sin Dios, pues ya no es el esclavo sino el señor del universo y el dueño de sí mismo, es el león que dejó de ser un dócil camello; Dios se opone a la realización del hombre; el tú divino es una «ilusión infantil» que enferma al ser humano; la existencia del mal y el dolor de los inocentes son incompatibles con la existencia de un Dios que todo lo puede, que sea providente, sabio y bueno; en nombre de Dios y de la religión se implantó la injusticia y se cometieron muchos crímenes.
El Dios deformado.
En la mentalidad de muchos creyentes también aparece la crisis religiosa por los criterios deformados sobre el tú divino, por las críticas contra Dios y por las dudas que esconden muchos de los interrogantes actuales sobre la fe cristiana. Entre los conceptos deformados sobre Dios destacan: el de ser supremo egoísta; un «tapa-agujeros» para lo que no se sabe o no se puede; el abuelo bonachón situado muy lejos («en los cielos»); un juez malhumorado con ganas de castigar con el infierno; el comerciante que admite tratos éticos: «me porto bien y me ayuda»; «le doy cosas y me corresponde».
También es falsa la imagen de Dios como un objeto domesticado con la varita mágica del rito religioso. Para muchos, Dios y la religión presentan los efectos de la droga para los momentos depresivos; vienen a ser como el bombero que sólo sirve para apagar incendios ocasionales; el tirano que goza con la obediencia ciega del hombre esclavo; el dictador ético responsable de muchos traumas psíquicos; el ídolo acallado fácilmente, del que se exagera lo que conviene y se oculta lo que fastidia; la idea abstracta que nada tiene que ver con la vida ordinaria del hombre, el ídolo fanatizado que justifica la violencia en nombre de la “guerra santa”,etc.
¿Qué hacer ante el rechazo de Dios y las falsificaciones de su imagen?
Ante todo prescindir de las representaciones de Dios que dicen poco o nada a la sensibilidad actual como para colocar a Dios en el primer puesto de los valores. Habrá que tener presente las críticas del secularismo y de los postmodernos. A la luz de los signos de los tiempos, pero con fidelidad al núcleo bíblico actualizado, se impone purificar algunas imágenes tradicionales de Dios muy en sintonía con otras culturas pasadas pero no con lo que el hombre de hoy espera porque no es una representación seria y fundamentada, creíble, la de Dios situado en el primer puesto de la escala de valores.
¿Cómo estructurar la fe de acuerdo con el Dios amor?
El amor de Dios es amor de padre-madre que cuida bondadosamente a sus hijos amados, es un amor que libera y se ofrece en forma de amistad: ¡el cristiano puede ser amigo de Dios! Pero se trata de una amistad especial entre el hombre y Dios. La clave de la amistad hombre-Dios radica en el concepto teológico de la caridad vinculada a la gracia. Así se explica la aparición de los «amigos de Dios» a lo largo de la historia. El amor-amistad de Dios responde a la situación del hombre actual, adulto, sí, pero débil que busca amar y ser amado.
Ahora bien, si en el núcleo de la fe está el Dios amor, el Padre de Jesús y padre de todos, los misterios fundamentales del cristianismo deben estar impregnados por esta verdad. Como ejemplos: habrá que presentar a Dios como el creador interesado por todo el hombre, por todos los pueblos, toda la historia y el cosmos. Y antes que ver a Dios como el juez que condena, contemplemos al Padre del hijo pródigo.
Del yo humano exaltado y débil, al cristiano enriquecido en su realización personal
Si la fe en Dios está en crisis no es menor la situación del yo humano que presenta nuevos retos a la evangelización.
La dignidad del yo humano dentro de la crisis religiosa.
Se puede comprobar cómo en el siglo XX, junto a la cultura de la modernidad y de la posmodernidad, está la crisis de valores que ha provocado la exaltación de la conciencia y de la autonomía del yo humano. Esta doble exaltación ha influido en la denominada crisis de la religiosidad, en la indiferencia religiosa, fruto del secularismo, y en la actitud religiosa de gran porcentaje de creyentes pero no practicantes: son los creyentes con una religiosidad light. Para muchos de la cultura actual, prevalece la convicción de que su dignidad humana corre riesgo si aceptan la vocación cristiana.
En el contexto de la situación religiosa se explica la necesidad de reconfigurar al yo humano con la propuesta de una vocación cristiana que esté en sintonía con sus aspiraciones. Partimos del momento antropológico: el yo humano, es el hombre actual, adulto y débil que busca amar y ser amado.
El hombre actual.
Por una parte, se siente persona adulta (y también autosuficiente) ante sí y ante la religión. Pero, por otra parte, es un yo débil que busca, como siempre, la felicidad en el amar y en el ser amado. Aunque parezca poseerlo todo, el yo humano sigue necesitando un Tú absoluto con la experiencia de su poder y amor. Siempre anhela algo más que pueda satisfacer todos sus deseos y carencias.
En esta situación, cómo presentar la vocación cristiana.
Muchas de las dificultades en las relaciones con Dios surgen porque el yo humano cree que con tales relaciones peligra su dignidad, su libertad, sus criterios y su misma realización personal, o porque juzga que sus proyectos como individuo o como miembro de una comunidad, no son compatibles con el mensaje de la fe. Con mayor o menor sinceridad, muchos opinan que las relaciones con Dios son un obstáculo para su vida y terminan por prescindir de Dios. Ante estas dificultades urge reconfigurar la imagen de un yo cristiano que se enriquece cuando inserta sus proyectos de vida en el plan de Dios gracias a la Buena nueva de Jesús. Será un éxito que se convenza de que su realización personal, su liberación y el progreso, quedan potenciados por el dinamismo del Reino de Dios.
El proyecto humano, el plan salvífico y el Reino de Dios.
Entre los rasgos del yo humano reconfigurado para relacionarse con Dios destacamos: la atención al proyecto humano en su dimensión personal y comunitaria; la inserción y enriquecimiento del proyecto humano en el plan de Dios; la armonía entre el mensaje y la respuesta cristiana con la realización personal; la presentación dinámica de las exigencias evangélicas (moral cristiana) a fin de insertarlas como exigencias de la misma madurez de la persona; el protagonismo del yo cristiano en la realización del Reino de Dios; la fusión en la «única» vocación cristiana de los medios humanos y los recursos espirituales para la personalización.
De unas mediaciones radicalizadas a otras en sintonía cultural y en comunión eclesial
Urge reconfigurar al Tú divino y al yo cristiano, pero también se impone el replanteo de las mediaciones religiosas para que sean creíbles dentro y fuera de la Iglesia católica
Las mediaciones en la Iglesia católica.
Las mediaciones siempre han estado presentes en todas las religiones como factores fundamentales hasta identificar la religión con las mediaciones. El cristianismo presenta como gran mediación a la persona, doctrina y obra de Cristo centrada en el Reino de Dios y en el dinamismo de la gracia. Pero el mismo Cristo instituyó la Iglesia, mediación para relacionarse con Dios desde la venida del Espíritu Santo. La Iglesia católica a lo largo de su historia fue estructurando una serie de mediaciones institucionales, doctrinales, sacramentales y litúrgicas fundadas en la doctrina de Cristo y bajo la acción del Espíritu.
Cuestionamiento e indiferencia ante las mediaciones católicas.
Una de las manifestaciones de la crisis religiosa ha sido el cuestionamiento y hasta el rechazo de muchas mediaciones religiosas católicas. ¿Razones y factores de estas críticas? Debidas en gran parte al influjo de la cultura moderna y posmoderna, y más concretamente a las críticas del secularismo y a la actitud rebelde del subjetivismo y del relativismo (ética de situación). Todo ha contribuido para cuestionar muchas enseñanzas católicas, las mediaciones litúrgicas y hasta la misma estructura de la Iglesia con su magisterio con las relaciones de autoridad y libertad en temas de moral.
También actualmente, junto al cuestionamiento y críticas se dan respuestas prácticas negativas. En concreto está el gravísimo problema de la indiferencia religiosa, fruto del secularismo que afecta más a las mediaciones que al mismo Dios como Tú absoluto. Es grave problema que presentan los creyentes, sí, pero no practicantes, a los que podemos llamas creyentes con religiosidad light.
Exaltación de las mediaciones dentro de la Iglesia.
Hoy día, sigue el problema de las mediaciones religiosas con las respuestas exaltadas por parte de grupos católicos (conservadores y progresistas) que radicalizan bien sean las mediaciones religiosas antiguas o modernas que quieren imponer a los otros grupos eclesiales.
Aunque están en comunión con la Iglesia, no faltan expresiones en la piedad y en la religiosidad popular, surgidas en el ayer, que no sintonizan con la cultura actual y con la sensibilidad del hombre de nuestros días. Presentan indiscutibles valores religiosos pero por sus múltiples carencias, están necesitando una reconfiguración de sus mediaciones religiosas.