¿Qué une y qué desune a quienes caminan hacia la PLENITUD Everest?

A los guías de las expediciones camino del Everest les une la meta: llegar a la plenitud, a un absoluto. Pero cada uno elige una ruta y cuenta con unos recursos especiales tal y como analizamos en los artículos anteriores. Todo gira en torno a una idea central: la realización personal (Mounier), la espiritualidad pero sin Dios (el budismo), la religiosidad liberadora (Gandhi), el cristianismo radical (Francisco de Asís), la entrega al prójimo en una Iglesia creíble (Teresa de Calcuta) y la profunda unión con Dios (Juan de la cruz y Teresa de Jesús). ¿Existen, además de la meta, otros factores comunes en quienes anhelan llegar a la cima más alta? Sí, cinco disposiciones que configuran la escalada.
Enfocamos tales disposiciones de la subida al Everest como cinco condiciones para conseguir cualquier meta que merezca la pena. Para conseguir el objetivo es necesario: la conciencia de la dignidad personal bajo el influjo del mundo; la ilusión por alcanzar la meta, la interiorización de una mística que entusiasme, la decisión radical ante las dificultades y conflictos, y la coherencia en seguir el plan trazado.

Conciencia de la dignidad humana bajo el influjo del mundo
La primera condición o paso consiste en tomar conciencia de la dignidad personal con sus derechos y responsabilidades, con su conducta ética o inmoral, con la aceptación de la propia historia con los hechos traumáticos y las limitaciones humillantes. Y la humildad y sinceridad para valorar los triunfos y los fracasos. Para ello, el criterio más adecuado es el “sí” a la verdad total, la humildad de quien valora justamente lo bueno y malo realizado en su vida.
Como no se entiende a la persona sin el contexto cultural y socio-político, y dentro del primer paso-peldaño, urge analizar los valores e injusticias del mundo actual. De modo especial habrá que reflexionar sobre el influjo negativo, el bombardeo constante que padece la persona por la crisis que influye negativa y positivamente en la conducta de quien es víctima y actor.

Ilusión por los valores de las raíces que dan sentido a la vida
Es frecuente que toda persona formule estas preguntas: ¿dónde, cuándo y cómo, la vida tiene un sentido digno? ¿Cuáles son las raíces, las pretensiones, objetivos, ideales y metas que rigen mi conducta? ¿Qué pretendo en la vida según mis posibilidades y el contexto social que me condiciona? ¿Cuáles son los ideales que me atraen y las motivaciones que me empujan y dan sentido a mi existencia? A la hora de responder, urge cultivar raíces profundas, valores solidarios, metas y objetivos proporcionados, compromisos coherentes y motivaciones interiorizadas.
De manera especial, habrá que prestar atención a los criterios que a modo de raíces fundamentan la vida. Porque en la persona, los valores, principios y experiencias, es decir, las raíces, son la base de la conducta y factor decisivo para las tareas, relaciones y compromisos.
Tengamos presente que las metas, objetivos o ideales de vida dignifican, enriquecen y dan sentido a la felicidad. También, que tales objetivos dependen mucho de las posibilidades personales y del influjo del mundo. La persona, en cualquier tiempo y cultura, acepta y cultiva unos valores que, personalizados, fundamentan la vida a manera de columnas que sostienen o de focos que iluminan el camino a seguir.



Interiorización de una mística que entusiasma con el paradigma vocacional
Quien aspira a una meta exigente necesita razones fuertes que le motiven como es el amor a la familia, la fe del creyente, el interés comercial, la ambición, el dinero, el poder del político, o la belleza del artista o el miedo ante el peligro. La persona motivada, especialmente con el amor, la que está entusiasmada, posee una fuerza especial para vivir según el paradigma y la doctrina de quien es tomado como referente y modelo a imitar. Ahora bien, ¿en quién confiar como referente y en qué paradigma o doctrina como mística? Porque cada ideología y cada religión tienen una persona como primer testigo en quien confían plenamente y un paradigma como mística para las tareas y relaciones. El cristiano encuentra como referente a Cristo y como paradigma su proyecto del reino de Dios. Ahora bien, se trata de un Maestro y de una Buena nueva que admiten, por los menos, la interpretación del amor, de la acción apostólica y de la responsabilidad.

Decisión y radicalidad ante las dificultades y conflictos
La existencia de conflictos es palpable en cada persona por la tensión entre el yo ideal y el yo pasional. Y palpables son las tensiones inherentes a toda convivencia, unas ordinarias y otras más difíciles. Ni la misma comunidad de amor, la familia, escapa a los obstáculos de las tensiones y conflictos dentro de la misma comunidad y a los factores externos que la acosan continuamente.
La respuesta ante las dificultades puede ser negativa, débil o radical. Pero, ¿son insuperables tantos conflictos y tensiones, que constituyen una amenaza para la realización personal y la convivencia pacífica? Es difícil la superación pero muy posible si se utilizan los medios adecuados. ¿Cuáles? La normativa del diálogo interpersonal y las actitudes personales de entusiasmo, responsabilidad, valor ante los obstáculos, actitud radical en la decisión y coherencia para poner en práctica los recursos y ayudas externas.

Coherencia para seguir la ruta elegida
¿Qué camino elegir para llegar a la meta suprema, a la plenitud de una vida feliz? De un modo de otro, creyentes o no creyentes, todos anhelan ser felices, llegar al estado de mayor felicidad. Por supuesto que no todos lo consiguen. Mucho depende del camino y del guía elegidos. Es el tema de la felicidad con los diferentes caminos, testimoniados por personalidades coherentes. Una vez aceptada la ruta, el guía y los expedicionarios tienen que ser fieles y permanecer unidos. Sin coherencia y unidad, imposible escalar y conseguir el objetivo propuesto.

EN RESUMEN: los guías elegidos para escalar el Everest poseían una conciencia muy viva de su dignidad y del influjo ambiental que les condicionada. Tales personas supieron transmitir ilusión actualizando los valores que daban sentido a la expedición. Con el carisma propio, los responsables del ascenso motivaron fuertemente gracias a la mística contenida en el paradigma vocacional. En la mística radica el motor fuerte que genera decisiones radicales para superar dificultades y conflictos. Por último, tanto los guías como los miembros de las diferentes expediciones fueron coherentes para seguir las instrucciones que imponía la ruta elegida.
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