Bienvenido, vienes en nombre del Señor

Benedicto XVI, es uno de los teólogo mas destacados de la iglesia católica, y lo era antes de se elegido Papa. Es un hombre *intelectualmente bien dotado y teológicamente ortodoxo como el que más. Ha sido, es y será un defensor acérrimo del dogma católico, de la liturgia más tradicional y de una iglesia en la que la vida intelectual y la razón tienen una preeminencia y sirven al discurso eclesial y al diálogo con la ciencia, el mundo contemporáneo y las diferentes corrientes de pensamiento.

Benedicto XVI, es sin dudas un trabajador nato, un hombre brillante y de una impecable coherencia cuando desarrolla sus ideas. Es fiel, por encima de todo a lo que cree. Cuando habla vale la pena escucharlo y dice cosas que suelen iluminar la fe de los creyentes y de los que ya están convencidos, ayudándolos a profundizar en su experiencia de creyentes.

Dicho esto, y reconociendo su valía personal humana y su talento, añadiría que es una persona difícilmente manipulable y agena totalmente a los juegos de la política vaticana, a la que algunos prelados –y no prelados- son muy aficionados.

No le tiembla el pulso cuando tiene que aplicar la tolerancia cero con los escándalos, como el caso de los curas pedófilos, los Legionarios de Cristo y los escándalos de en cualquier parte del mundo para los que aplicó un nuevo protocolo de seguimiento; tampoco se arruga cuando se propone hacer limpieza en la curia Vaticana, como lo hizo a la muerte de Juan Pablo II sacándose de encima al controvertido Cardenal Sodano y poniendo en su lugar al Cardenal Bertone, hombre de diálogo y apertura, hombre religioso y fiel. Benedicto no tolera los lobbys de poder en el vaticano ni el tráfico d e influencias. Es un hombre religioso, austero y fiel.


Benedicto XVI tiene las ideas claras y aunque en el nombramiento de los obispos puedan colarle algún gol, porque con las dimensiones de la Iglesia, es imposible que no le ocurra, tiene la capacidad de rectificar rápidamente y de mover fichas para parar los escándalos cuando se ha equivocado, o cuando es consciente de que le hicieron hacer algo mal.

Los que estaban acostumbrados a los juegos sucios de la política, tienen grandes dificultades con este Papa. Lo demostró cuando desde la Conferencia Episcopal Española se promovía un discurso fulminado del Papa contra el gobierno de Zapatero y sus políticas en su viaje a Valencia, dónde en lugar de hacer lo que querían los que le habían invitado, extendió la mano al diálogo, y promovió la pacificación de las relaciones con el Gobierno mediante interlocutores más serenos y un discurso integrador.

Recuerdo como, en plena crisis por la Guerra de Irak, el Gobierno de Aznar consiguió que Juan Pablo II no condenara la guerra en su visita en España, cosa que sí hacía Joan Pau II en el vaticano y por todas partes. Los que estábamos a favor de la paz, *quedamos profundamente desilusionados por este juego. Benedicto XVI, sin dudas habría condenado aquí y allá lo que para él era condenable.

Pero, no podemos olvidar que Benedicto XVI tiene 83 años, y no le podemos pedir que conecte con las generaciones de hoy y sus inquietudes. Aunque tenga un buen discurso teológico, no consigue despertar el interés ciudadano. Él responde a una época, a un estilo institucional, y a unos esquemas mentales que han quedado muy lejos de la hora que vivimos. Y aunque él reconoce el valor de los medios de comunicación, la fuerza de la Red, de Internet, es incapaz de hacer llegar su discurso al corazón de la sociedad, sencillamente, porque en no pocas cosas responde a otro tiempos, a otros intereses y a realidades que parecen –nunca mejor dicho- “de otro mundo”.

La Comunidad eclesial, cada vez está más lejos de la sociedad y tiene más dificultades para hacer llegar su mensaje de forma entendedora y entusiasta. Y no porque el mensaje del Evangelio no tenga fuerza y validez, sino porque tengo la impresión que pesa más la institución que la vida, lo que siempre se ha hecho que los carismas y los retos del mundo y de las personas. Creo que los cristianos y la Iglesia somos hoy, “malos vendedores de un buen producto”: No acertamos en la forma de contagiar la vida y la fe que brotan del Evangelio de Jesús.

Benedicto XVI es una persona coherente consigo misma, tímida a quien no le gustan los populismos. No tiene miedo a abrirse al diálogo, pero “se sabe sucesor de Pedro” y esto lo hace establecer un diálogo –permitidme la ’expresión que no es del todo afortunada- “con trampas”: diálogo sí, acercamiento a otras tendencias y religiones también, pero siempre que sean los otras los que reconozcan su primado y la verdad absoluta de la fe católica, y siempre que sus discursos estén más cerca de la derecha que de la izquierda. El Papa Benedicto, por ejemplo, favoreció la integración al catolicismo de los anglicanos, pero a los de la rama mas conservadora. Se dio prisa para readmitir a los lefebrianos en la Iglesia – le salió mal y tuvo que rectificar- pero no hubo idéntica disposición para extender la mano a la teología de la liberación o a las más próximas a ella.

Personalmente me siento más cerca de Juan XXIII el Papa bueno, y de Pablo VI, el Papa humilde, cercano y pastoral que de Juan Pablo II el carismático y de Benedicto XVI, “el Papa alemán”. Pero esto no quieta para que le dé la bienvenida a Cataluña, para que le agradezca que venga a la Sagrada Familia, una ICONA mundial de la fe, y para que le diga, que a pesar de los que desde la frivolidad le descalifican y se manifiestan en su contra, la mayoría agradecemos que nos visite, que nos traiga un mensaje de paz y que conozca de cerca de la Iglesia Catalana, el Pueblo de Dios que vive en esta tierra y que quiere ser fiel al Evangelio según el Espíritu y los signos de los tiempos
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