Rotundo éxito de la primera edición de Los Jueves de RD, con el auxiliar de Madrid y Toño Casado José Cobo: "Es nuestro momento, el de los cristianos, es el momento de aportar esperanza"
El foro, organizado por RD y copatrocinado por Instituciones Religiosas del Banco Sabadell, nace con un claro deseo: "Estamos juntos para construir Iglesia y sociedad"
Toño Casado: "La música mantiene en alto la moral de la tropa; necesitamos cantar aunque a veces tengamos ganas de llorar"
Más de 140 personas se congregaron en torno a la conversación virtual, entre el dolor y la esperanza, que finalizó con la oración de los amigos de Jesús por los fallecidos y los que luchan por salir de ésta, y por todos los héroes del día a día
Cobo: "Hemos hecho de nuestra casa el espacio sagrado. Y sí, vamos a recuperar las Eucaristías «pero hagámoslo en todos los sentidos, porque la Eucaristía se vive, se celebra y se practica"
Más de 140 personas se congregaron en torno a la conversación virtual, entre el dolor y la esperanza, que finalizó con la oración de los amigos de Jesús por los fallecidos y los que luchan por salir de ésta, y por todos los héroes del día a día
Cobo: "Hemos hecho de nuestra casa el espacio sagrado. Y sí, vamos a recuperar las Eucaristías «pero hagámoslo en todos los sentidos, porque la Eucaristía se vive, se celebra y se practica"
| Infomadrid/RD
El obispo auxiliar de Madrid monseñor José Cobo ha participado en un encuentro virtual acerca de La Iglesia que cree, y que crea, en tiempos de coronavirus junto a Toño Casado, sacerdote, artista y autor de 33 El Musical. Se trata de la primera edición de Los Jueves de Religión Digital, patrocinado por Instituciones Religiosas del Banco Sabadell y moderado por nuestro redactor jefe, Jesús Bastante, y que nace con vocación de ser «un pequeño espacio de reflexión, diálogo y debate» en el que «estamos juntos para construir Iglesia y sociedad».
Hablando de su experiencia en este tiempo, el prelado ha señalado los dos momentos que él ha vivido, uno primero de «perplejidad» ante una situación que ha sobrepasado a todos, en el que «nosotros, que hemos estado telepastoreando, nos hemos dado cuenta de cómo la Iglesia y la sociedad se han puesto en marcha», y con «el sentimiento agridulce de ir encajando el dolor» en un momento también de «ir inventando cosas nuevas». Y un segundo momento, que es el actual, el de «ir pensando en el futuro».
El dolor y la esperanza en el Palacio de Hielo
El obispo auxiliar, que acudió a rezar responsos al Palacio de Hielo, ha reconocido que «no somos capaces de valorar la magnitud del dolor y de la pérdida». Lo que a través de la televisión eran números, allí eran «historias, familias que hay detrás… Me sobrecoge la magnitud del dolor que ahí estaba acumulado, pero fue un momento de creer en la esperanza y en la Resurrección como nunca. Hubo experiencia del dolor y experiencia de un Dios que responde».
Toño Casado, sacerdote adscrito a la parroquia del Pilar, que tiene una puerta de cristal en la que pusieron el sagrario, ha señalado que «era muy bonito ver cómo la gente al pasar se arrodillaba en la calle, con la bolsa de la compra y el perro», y a su vez ha remarcado cómo el Espíritu Santo ha sido fuente de creatividad para, en tiempos de dificultad y confinamiento, «estar cerca de nuestros fieles». Y puesto que «además de comer, la gente necesita arte», Casado ha abierto en este tiempo una serie de canales para ofrecer conciertos, «porque la música mantiene en alto la moral de la tropa; necesitamos cantar aunque a veces tengamos ganas de llorar».
Aportar esperanza
Sobre el desconfiamiento, monseñor José Cobo ha alertado de lo engañoso de la expresión «vuelta a la normalidad», porque es como decir «esto no ha servido para nada, los muertos no han servido para nada, volver a la normalidad es regresar a donde lo había dejado». «Pero la voz de Dios nos ha querido decir algo», y ya se han visto los primeros frutos, entre otros, el hecho de que la gente está valorando el estar en casa, lo que tiene, las pequeñas cosas, y además, que «se han puesto al servicio unos de otros». A lo que Casado añade algo «que es muy guay: hemos conocido a los vecinos, y los hijos han descubierto que sus padres existen, y que están con ellos».
Desde la nueva realidad social, el prelado ha insistido en que «es nuestro momento, el de los cristianos, es el momento de aportar esperanza». Porque el hombre se ha dado cuenta de su fragilidad, y por tanto es tiempo de «construir y recrear la cultura y las relaciones» desde la experiencia de un Dios que está ahí cuando caemos. «Los cristianos tenemos la respuesta a las experiencias de la fragilidad, muerte, enfermedad, alegría y pena, y tenemos el Espíritu de Jesús que nos impulsa a dar vida».
Una esperanza que habrá que trasladar también ante las nuevas situaciones de desigualdad que la crisis ha traído consigo, con el aumento de personas en situación de vulnerabilidad. Y ante este reto, monseñor Cobo ha apuntado la forma de trabajar impulsada por el Papa, por proyectos, en la que no haya compartimentos estancos de grupos o parroquias, sino la implicación de gentes de distintos foros y procedencias con un objetivo común. En este sentido, ha querido poner de relieve el trabajo hecho por la Mesa por la Hospitalidad, que acoge a refugiados y migrantes en situación de exclusión social. Toño Casado ha reforzado la idea asegurando que «toca el momento imperativo de la comunión, de sentirnos todos unidos».
También ha alertado el prelado de la brecha educativa:
«Como planteemos una educación en la que la mitad de los chavales se queden atrás, estamos fracasando como sociedad porque estaremos planteando una educación aristócrata; y además, la educación no es solo aprender con una tablet, sino aprender a relacionarse, a ver el mundo…».
Menos clericales
Otra de las experiencias incorporadas en este confinamiento, tal y como ha recordado Casado, es que la fe no se limita a la parroquia como espacio físico, sino que los cristianos también han hecho comunidad desde sus casas. En este sentido, el obispo auxiliar ha destacado la cantidad de gente que se ha unido a las Eucaristías desde su casa e incluso desde los hospitales: «Hemos hecho de nuestra casa el espacio sagrado». Y sí, vamos a recuperar las Eucaristías «pero hagámoslo en todos los sentidos, porque la Eucaristía se vive, se celebra y se practica».
"Nos creíamos que éramos el ombligo del mundo"
Y ha reconocido monseñor Cobo que «esto nos ha purificado, nos ha hecho ver dónde está lo fundamental, y preguntarnos también, cuando nos creíamos que éramos el ombligo del mundo, qué ha sucedido en la Amazonia en estos tiempos o en la Iglesia en otros momentos». En definitiva, el coronavirus «nos ha hecho menos clericales, la Iglesia se ha hecho más familiar: padres, madres, hijos, abuelos, han empezado a tener un protagonismo en la oración, y esto también nos ha hecho ver que la Iglesia no depende solo de que haya un cura, que es importante, pero de repente en lugares donde no ha habido curas, ha habido cristianos que han salido para adelante».
Mirando hacia el futuro, monseñor José Cobo ha querido destacar dos palabras que le resuenan en estos tiempos: reconstruir y abrazar.
«Es fundamental, para recomponer la esperanza, el abrazo. Y no podemos reconstruir desde los que mandan ni desde machar a los otros, sino desde la experiencia de fragilidad, que es lo que Jesús nos ha enseñado»
. Y ha recordado los antivirus propuestos por el Papa Francisco para frenar al coronavirus: caridad, justicia y solidaridad.