1,4 millón de haitianos, a un paso de la hambruna Manos Unidas aprueba ayuda de emergencia para Haití, un país sumido en el caos
Manos Unidas aprueba un proyecto de ayuda de emergencia para cubrir necesidades básicas del pueblo haitiano como alimentos, atención médica, agua potable y también alojamiento en condiciones dignas.
La violencia ha obligado al cierre de carreteras, hospitales y escuelas y dificulta a los grupos de auxilio llevar ayuda humanitaria justo en momentos en los que más se necesita
“Hay muchos barrios en Puerto Príncipe que están tomados por las bandas. Todo está cerrado. Las escuelas no funcionan, los bancos no funcionan, las personas tienen mucho miedo de salir de casa, no hay comida. Hay miles de personas que se están desplazando, yendo al interior del país donde no hay esta confrontación. Es realmente muy terrible y caótico. Hay tiroteos con muertes y más muertes, pero no se sabe cuántas, porque nadie lo dice”, narra un socio local de Manos Unidas
“Hay muchos barrios en Puerto Príncipe que están tomados por las bandas. Todo está cerrado. Las escuelas no funcionan, los bancos no funcionan, las personas tienen mucho miedo de salir de casa, no hay comida. Hay miles de personas que se están desplazando, yendo al interior del país donde no hay esta confrontación. Es realmente muy terrible y caótico. Hay tiroteos con muertes y más muertes, pero no se sabe cuántas, porque nadie lo dice”, narra un socio local de Manos Unidas
| Manos Unidas
Haití lleva meses inmersa en una terrible espiral de violencia e inseguridad. El incremento de los ataques provocados por las bandas armadas criminales ha paralizado a la capital, Puerto Príncipe. A la ya, de por sí, grave crisis institucional que vive el país desde el asesinato del presidente, Juvenel Moïse, hace casi tres años, se suma el aumento de la inseguridad alimentaria.
El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas alertó recientemente que “Haití se encuentra al borde de una devastadora crisis, con 1,4 millones de personas a un paso de la hambruna y el riesgo de que las operaciones humanitarias se paralicen, ya que la inseguridad rampante limita el acceso a las comunidades y la financiación de los donantes se agota”.
La violencia ha obligado al cierre de carreteras, hospitales y escuelas y dificulta a los grupos de auxilio llevar ayuda humanitaria justo en momentos en los que más se necesita. Aldir Crocoli, hermano Capuchino y socio local de Manos Unidas en Haití, confirmó vía telefónica antes de su evacuación a Brasil la semana pasada, que la situación es dramática: “Hay muchos barrios en Puerto Príncipe que están tomados por las “gangs” (bandas criminales). Todo está cerrado. Las escuelas no funcionan, los bancos no funcionan, las personas tienen mucho miedo de salir de casa, no hay comida. Hay miles de personas que se están desplazando, yendo al interior del país donde no hay esta confrontación. Es realmente muy terrible y caótico. Hay tiroteos con muertes y más muertes, pero no se sabe cuántas porque nadie lo dice”.
360.000 desplazados a República Dominicana
El conflicto armado y la violencia ha obligado a más 360.000 personas a desplazarse a la vecina República Dominicana. Más de 35.000 han huido de sus hogares desde principios de año, refugiándose en escuelas, iglesias y con familias de acogida.
Osvaldo Concepción, director del Centro Montalvo, socio local de Manos Unidas en República Dominicana, nos cuenta que es urgente establecer un diálogo sobre la crisis y la política migratoria del país vecino, aludiendo a los abusos que sufren las personas haitianas por parte de las autoridades dominicanas.
“Los niveles de abuso han sobrepasado los niveles imaginables. Los operativos migratorios se han convertido en operativos donde se cometen actos criminales. Y hay denuncias de abusos sexuales y de violencia”, afirma el religioso. Para denunciar esta violación a los derechos humanos, han emitido un comunicado pidiendo el fin de los mismos. “Desde Manos Unidas nos hemos sumado al comunicado porque sabemos que las deportaciones en condiciones abusivas de personas haitianas son constantes y llevan años produciéndose, vulnerándose las normativas específicas que existen en este sentido. Y parece especialmente cruel que se siga haciendo en estos momentos de grave crisis en Haití”, apunta Jessica Del Olmo, técnica de Proyectos de Manos Unidas en República Dominicana y Haití.
Acciones de emergencia
Todo ello ha obligado a priorizar y modificar las acciones de cooperación de la mayoría de ONG. Manos Unidas acaba de aprobar un proyecto de ayuda de emergencia con Cáritas Puerto Príncipe, y está a la espera de recibir otras propuestas, como la de la organización local Nuestros Pequeños Hermanos (NPH), con quien ya ha trabajado anteriormente en diversos proyectos de emergencia.
“Haití se encuentra sumido en una nueva espiral de violencia, después de que, a finales de febrero, las bandas liberaran a los presos de las cárceles, y exigieran la renuncia del primer ministro, Ariel Henry. Desde este momento, estamos en permanente contacto con socios locales para responder a las necesidades más inmediatas de la población”, explica Del Olmo.
La emergencia que se va a implementar con Caritas Puerto Príncipe consiste en ayuda alimentaria para 600 familias que han tenido que huir de sus hogares en la capital por la violencia. Se prevé la entrega de kits alimentarios (pasta, aceite, arroz, judías, pescado en conserva, sal, azúcar, etc.) y kits de utensilios de cocina (cacerolas, bidones para almacenar agua, platos y cubiertos) para todas estas familias.
Con otro de nuestros socios locales, ITECA, se está reorientando el apoyo previsto para impulsar huertos familiares y comunitarias para el autoconsumo en tres municipios del departamento de Artibonito, en el que el 53 % de su población se encuentra en riesgo de crisis o en urgencia alimentaria según la última Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en ingles).
“Una de las posibles salidas es que el pueblo haitiano recupere su soberanía y su derecho a la autodeterminación”, concluye Del Olmo. Como dice Henry Boisrolin (del Comité Democrático Haitiano), habría que “encontrar una respuesta haitiana que rompa con este sistema neocolonial”.
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