Largos procesos y exámenes históricos. ¿Qué pasó con el alma del cura insurgente? Miguel Hidalgo, ¿Hereje excomulgado?
Los arzobispos de México Luis María Martínez, Ernesto Corripio Ahumada y Norberto Rivera Carrera analizaron la cuestión ante reclamos políticos que exigían el perdón del Vaticano y la Iglesia
| Guillermo Gazanini Espinoza
En la 4T de Andrés Manuel López Obrador, la reivindicación y reparación de daños en la historia son ingrediente de redención de los héroes nacionales a tal punto que el presidente de México exige perdón a quienes supuestamente mancillaron el honor mexicano.
Tales reclamos se dieron cuando AMLO, a través de un video de marzo de 2019 grabado en ocasión de la batalla entre chontales y españoles, demandaron del Rey de España y el Papa Francisco el relato de agravios y el reconocimiento de los daños por la conquista y la evangelización hace casi 500 años que derivó en el sometimiento de los naturales y el mestizaje; pero Andrés Manuel no sólo apunto sobre este hecho. También criticó las excomuniones de los insurgentes, de “los padres de nuestra patria”, suplicando por la reconciliación, pero exigiendo el perdón.
La excomunión de Hidalgo es un tema largamente analizado en la historia quizá hasta el cansancio, suscitando controversias sobre su efectiva aplicación y saber qué pasó con el alma del padre de la patria condenada por la “injusta jerarquía” y sistema virreinal que lo degradó. El insurgente Hidalgo, cura ilustrado y próspero empresario de la Nueva España fue condenado y pasado por las armas en 1811, unos meses después de haber llamado al fin de la opresión cuando la madrugada del 16 de septiembre de 1810 dio el famoso Grito, hoy clímax de las celebraciones nacionales que recuerdan el honor por la Independencia y loas a la insurgencia; sin embargo, ¿Qué debemos saber el destino ultraterreno de Miguel Hidalgo?
La reivindicación exigida por AMLO no fue tan nueva e intensa como en los años previos al del Bicentenario de 2010 cuando eclesiásticos, académicos y políticos tuvieron una auténtica batalla por saber qué debería proceder en esta controvertida cuestión. En mayo de 2009, la Universidad Pontifica de México desarrolló unas jornadas de historia denominadas “Iglesia, Independencia y Revolución" relativas al papel del catolicismo en la independencia y la revolución mexicana de 1910. Durante estas jornadas, los obispos de México dieron a conocer su compromiso para constituir un equipo de historiadores que examinara las excomuniones de Miguel Hidalgo y Costilla y de José María Morelos y Pavón, próceres del movimiento insurgente.
Los reclamos para examinar los procesos de excomunión de los insurgentes han provenido, del mismo modo, de los legisladores del Congreso de la Unión. Sucedió en octubre de 2007 cuando diputados del Partido Revolucionario Institucional y del Partido de la Revolución Democrática, posicionaron ante el pleno de la Cámara baja una proposición con punto de acuerdo para exhortar a la Secretaría de Relaciones Exteriores a iniciar las gestiones relativas al “levantamiento” de los edictos de excomunión contra los independentistas mexicanos ante el Estado del Vaticano; por otro lado, dispuso un exhorto a la Secretaría de Gobernación para “promover la revisión de los edictos de excomunión de 1811 y 1814, por representar un desconocimiento de facto a nuestro país como nación independiente, además de la posible omisión de nuestro orden constitucional, emanado del Constituyente de Apatzingán en 1814”.
Los diputados señalaron los pormenores históricos del movimiento armado así como algunos párrafos del decreto de excomunión contra Hidalgo emitido por Manuel Abad y Queipo del 28 de octubre de 1810. El punto de acuerdo argumentó: “Con el edicto de excomunión publicado por Abad y Queipo –donde se identificaba a Morelos como uno de los principales cabecillas (sic), el 22 de julio de 1814 en Valladolid, contra los independentistas mexicanos, se les coloca al lado de los grandes revolucionarios de la historia. Igual que con la independencia de México, la Iglesia católica fue inflexible con la ciencia moderna y persiguió a algunos de sus principales cultivadores. Giordano Bruno (1544-1600) fue apresado por la Inquisición y quemado en el romano Campo de Las Flores. Galileo Galilei (1564-1642) tuvo que comparecer ante el tribunal de la Inquisición que condenó su teoría científica por herética en 1633 y vivió su ancianidad bajo la vigilancia de la Inquisición.
Con la excomunión se quiso segregar a Morelos y borra su ascendencia y familia; se le intentó apartar de su venerada religión, se le quiso condenar por sus amigos y correligionarios…”
Dilucidar las excomuniones de Hidalgo y Morelos no es nuevo. En 1953, Jesús García Gutiérrez, José Bravo Ugarte y Juan B. Iguínez presentaron un dictamen al arzobispo de México, Mons. Luis María Martínez, en el cual ofrecieron las valoraciones históricas de los independentistas mexicanos. De acuerdo al documento, Hidalgo sí sufrió la pena canónica como manifiestan los especialistas:
“a) Que el cura Hidalgo ciertamente incurrió en excomunión del canon porque era latae sententiae. Más aún, y conforme a la doctrina de Santo Tomás, expuesta por S. Alfonso, que incurrió en ella varias veces, tantas cuantas puso el acto penado con esa excomunión. (Repetidas prisiones de sacerdotes y religiosos, degüello de dos de estos (S. Alfonso o.c. Lib VII, dub. 111, No. 16).
b) Que, de suyo, Hidalgo fue excomulgado vitando, por haber sido excomulgado notorio de derecho desde su confesión judicial en Chihuahua y excomulgado notorio de hecho desde que se fueron sabiendo por muchos las prisiones y degüellos de sacerdotes y religiosos hechos por su orden. (García Gutiérrez-Bravo Ugarte- B. Iguiníz. Dictamen sobre las excomuniones del Cura Hidalgo, 1953, 13)”.
Sin embargo, la excomunión de la Inquisición no pesó sobre Miguel Hidalgo en virtud de que no hubo sentencia contra el cura de Dolores. Los dictaminadores presentaron sus conclusiones generales al arzobispo de México después de haber realizado su trabajo con “serena imparcialidad, sin ser movidos por pasión, ni prejuicio alguno” Miguel Hidalgo no había incurrido en la pena de excomunión por haber iniciado la independencia pero sí habría sido sujeto de esta condena por los ataques a la libertad y vida de los clérigos, religiosos y haber sido absuelto de sus pecados por el sacramento de la confesión que lo aproximó a los auxilios espirituales para tener una muerte cristiana.
El 15 de septiembre de 1985 en Dolores Hidalgo, Guanajuato, obispos rehabilitaron y reconocieron al padre de la patria. En el 175 aniversario del inicio del movimiento de independencia, se celebró una misa en el atrio del templo del famoso. Treinta y un obispos y 122 presbíteros concelebraron la eucaristía presidida por el entonces presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y arzobispo de México, cardenal Ernesto Corripio Ahumada. Los prelados dijeron que la excomunión contra Hidalgo se aplicó por atacar la libertad y vida de los clérigos y religiosos, no la insurgencia. Antes de su fusilamiento, el cura se confesó y fue absuelto cesando los efectos de la excomunión, según explicaron los obispos.
Ante casi cinco mil fieles que asistieron a la concelebración, el cardenal Corripio manifestó la voluntad y disposición de los obispos mexicanos para encontrarse con el pueblo y con las raíces de la nación mexicana. El arzobispo alabó los ideales de libertad de Miguel Hidalgo quien “se atrevió a comenzar el movimiento sin contar con más fuerza que la de su pueblo…” adoptando la imagen de la Guadalupana que “volvía a ser signo de esperanza para los habitantes de estas tierras”.
En julio de 2002, vísperas de la visita de Juan Pablo II a México para canonizar a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, diputados federales de la LVIII Legislatura aprovecharon para plantear al Pontífice la rehabilitación de Hidalgo; sin embargo, el nuncio apostólico, Mons. Giuseppe Bertello, rechazó la propuesta ya que consideró que podría impregnarse de política un hecho religioso tan importante como la elevación a los altares del indígena de Cuautitlán.
A raíz del punto de acuerdo de octubre de 2007, el cardenal Norberto Rivera Carrera ordenó la constitución de una comisión que emitiera sus valoraciones en torno a las excomuniones. El encargo fue encabezado por el Dr. Gustavo Watson Marrón, especialista en historia de la Iglesia y director del Archivo Histórico del Arzobispado de México. Sus conclusiones fueron publicadas, un año después, en octubre de 2008, en el Libro Anual del ISEE (Siglas de Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos) bajo el título “Consideraciones en torno a las excomuniones de Hidalgo y Morelos”.
Watson Marrón recoge el dictamen de García Gutiérrez y Bravo Ugarte, señalando la validez de la excomunión de Abad y Queipo en su calidad de autoridad máxima de la diócesis de Michoacán; sin embargo, el especialista da cuenta de los honores tributados a los próceres después de la consumación del movimiento revolucionario.
En un decreto de 19 de julio de 1823 se declaró como Beneméritos de la Patria en Heroico Grado a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, José María Morelos y “ocho caudillos más” ordenando que sus restos fueran exhumados “y que éstos fueran trasladados a una caja, que se conduciría a la capital, cuya llave sería custodiada en el archivo del Congreso. Esa caja se trasladaría a la Catedral el 17 de septiembre…” para “levantar ahí “un sepulcro… con la inscripción que ponga la Universidad y apruebe el gobierno”. Una procesión solemne se realizó por toda la ciudad en honor a los caudillos y sus restos fueron depositados en una bóveda bajo el altar de los Reyes de la Iglesia principal de la diócesis de México, permaneciendo en Catedral hasta 1926 cuando los mismos fueron trasladados a la columna de la Independencia del Paseo de la Reforma. Watson Marrón concluye afirmando que “todo esto no hubiera ocurrido si Hidalgo y Morelos hubieran muerto excomulgados”.
Por otro lado, la Comisión Especial de Apoyo a los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, presidida por el diputado Gustavo Adolfo Cárdenas Gutiérrez del PAN en la LX Legislatura, valoró todos estos antecedentes que desembocan, de forma clara, en la reconciliación de Hidalgo y Morelos al seno de la Iglesia. El 22 de octubre de 2007, Guadalupe Jiménez Codinach, doctora en Historia por la Universidad de Londres, presentó a la Comisión Especial un documento en el que afirma que “el cuerpo de una persona excomulgada no puede ser enterrado en terreno sagrado, como se hizo con el cuerpo de Hidalgo; tampoco podría haber sido objeto como los fueron los restos mortales de este caudillo, de honras fúnebres, de responsos y de misas celebrados en varias iglesias. Es, por lo tanto, innecesario solicitar al Vaticano la anulación de la excomunión de Miguel Hidalgo”.
No obstante, la Comisión de Relaciones Exteriores aprobó, el 13 de febrero de 2008, el dictamen en sentido positivo que avaló la proposición con punto de acuerdo sobre las excomuniones de Hidalgo y Morelos. En parcas consideraciones, los diputados integrantes de ese órgano legislativo valoraron la conveniencia de dirigir un exhorto a la Secretaría de Relaciones Exteriores para solicitar “al Estado Vaticano información sobre el estado general que guardan los edictos de excomunión contra los independentistas mexicanos”, considerando como argumento principal la conmemoración del décimo quinto aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y nuestro país afirmando que el gobierno de México “refrendó su compromiso de continuar su trabajo de manera coordinada con la Santa Sede, en temas como la defensa de los derechos humanos, la proscripción de la pena de muerte, la migración, el sentido social de la globalización, el desarme y la paz y la seguridad internacional”. En este sentido, se aprobó este punto de acuerdo por dieciocho votos, pero rechazado en la Comisión de Gobernación; sin embargo, las consideraciones vertidas en el documento tienen una aplicación distinta a la naturaleza y consecuencias de las excomuniones contra los insurgentes.
Echar mano de las buenas relaciones entre las naciones para que un Estado extranjero informe sobre tales edictos no es un argumento adecuado dado los juicios históricos y particulares sobre los acontecimientos de 1810 que no pueden ser justificados por nuestro concepto contemporáneo de “respeto mutuo… en favor de la convivencia armoniosa, la justicia, el respeto a los derechos humanos y la solidaridad entre las naciones”. (Comisión de Relaciones Exteriores. Dictamen relativo al levantamiento de los edictos de excomunión en contra de los independentistas mexicanos. p. 3).
A decir de Jesús García Gutiérrez, José Bravo Ugarte y Juan B. Iguiníz, tales argumentos no merecerían ser tomados en cuenta “porque han sido hechos por personas que poco o nada saben de historia y menos aún de cánones”. (Dictamen sobre las excomuniones del Cura Hidalgo, 1953, 2).
El tema de las excomuniones de Hidalgo y Morelos aun suscita polémicas más en esta pretendida Cuarta Transformación en la que AMLO exigió el perdón y la reivindicación de los héroes. Y aunque la Iglesia mexicana otorgó indubitables conclusiones a través de los estudios ordenados por los arzobispos Luis María Martínez, Ernesto Corripio Ahumada y Norberto Rivera Carrera y aún cuando la pasión por los padres de la patria hizo la afirmación de que la excomunión sería un “desconocimiento de facto de nuestro país”, la sentencia de los historiadores es indubitable: Miguel Hidalgo padeció el sacrificio en pos de sus ideales revolucionarios perfectamente reconciliado con la Iglesia.