Las excomuniones de Miguel Hidalgo y José María Morelos, de nuevo a examen



Del 12 al 14 de mayo, la Universidad Pontifica de México desarrolló unas jornadas de historia denominadas “Iglesia, Independencia y Revolución" relativas al papel del catolicismo en la independencia y la revolución mexicana de 1910. Durante estas jornadas, los obispos de México dieron a conocer su compromiso para constituir un equipo de historiadores que examinara las excomuniones de Miguel Hidalgo y Costilla y de José María Morelos y Pavón, próceres del movimiento insurgente.

Los reclamos para examinar los procesos de excomunión de los insurgentes han provenido, del mismo modo, de los legisladores del Congreso de la Unión. El 11 de octubre de 2007, diputados integrantes de las fracciones parlamentarias del Partido Revolucionario Institucional y del Partido de la Revolución Democrática, posicionaron ante el pleno de la Cámara baja una proposición con punto de acuerdo para exhortar a la Secretaría de Relaciones Exteriores a iniciar las gestiones relativas al “levantamiento” de los edictos de excomunión contra los independentistas mexicanos ante el Estado del Vaticano; por otro lado, dispone un exhorto a la Secretaría de Gobernación para “promover la revisión de los edictos de excomunión de 1811 y 1814, por representar un desconocimiento de facto a nuestro país como nación independiente, además de la posible omisión de nuestro orden constitucional, emanado del Constituyente de Apatzingán en 1814”.

Los diputados, en la exposición de motivos de la propuesta, señalan los pormenores históricos del movimiento armado así como algunos párrafos del decreto de excomunión contra Hidalgo emitido por Manuel Abad y Queipo y dado a conocer el 28 de octubre de 1810. El punto de acuerdo argumenta: “Con el edicto de excomunión publicado por Abad y Queipo –donde se identificaba a Morelos como uno de los principales cabecillas (sic), el 22 de julio de 1814 en Valladolid, contra los independentistas mexicanos, se les coloca al lado de los grandes revolucionarios de la historia. Igual que con la independencia de México, la Iglesia católica fue inflexible con la ciencia moderna y persiguió a algunos de sus principales cultivadores. Giordano Bruno (1544-1600) fue apresado por la Inquisición y quemado en el romano Campo de Las Flores. Galileo Galilei (1564-1642) tuvo que comparecer ante el tribunal de la Inquisición que condenó su teoría científica por herética en 1633 y vivió su ancianidad bajo la vigilancia de la Inquisición.

Con la excomunión se quiso segregar a Morelos y borra su ascendencia y familia; se le intentó apartar de su venerada religión, se le quiso condenar por sus amigos y correligionarios…”

Someter a investigación las excomuniones de Hidalgo y Morelos no es nuevo. En 1953, Jesús García Gutiérrez, José Bravo Ugarte y Juan B. Iguínez presentaron un dictamen al arzobispo de México, Mons. Luis María Martínez, en el cual ofrecieron las valoraciones históricas sobre las excomuniones de los independentistas mexicanos. De acuerdo al documento, Hidalgo sí había sufrido la pena canónica como manifiestan los especialistas:


“a) Que el cura Hidalgo ciertamente incurrió en excomunión del canon porque era latae sententiae. Más aún, y conforme a la doctrina de Santo Tomás, expuesta por S. Alfonso, que incurrió en ella varias veces, tantas cuantas puso el acto penado con esa excomunión. (Repetidas prisiones de sacerdotes y religiosos, degüello de dos de estos (S. Alfonso o.c. Lib VII, dub. 111, No. 16).


b) Que, de suyo, Hidalgo fue excomulgado vitando, por haber sido excomulgado notorio de derecho desde su confesión judicial en Chihuahua y excomulgado notorio de hecho desde que se fueron sabiendo por muchos las prisiones y degüellos de sacerdotes y religiosos hechos por su orden. (García Gutiérrez-Bravo Ugarte- B. Iguiníz. Dictamen sobre las excomuniones del Cura Hidalgo, 1953, 13)”.



Sin embargo, la excomunión de la Inquisición no pesó sobre Miguel Hidalgo en virtud de que no hubo sentencia de ésta contra el cura de Dolores. Los dictaminadores, en esa ocasión, presentaron sus conclusiones generales al arzobispo de México después de haber realizado su trabajo con “serena imparcialidad, sin ser movidos por pasión, ni prejuicio alguno” Miguel Hidalgo no había incurrido en la pena de excomunión por haber iniciado la independencia pero sí habría sido sujeto de esta condena por los ataques a la libertad y vida de los clérigos y religiososy haber sido absuelto de sus pecados por el sacramento de la confesión que lo aproximó a los auxilios espirituales para tener una muerte cristiana.

Más adelante, el 15 de septiembre de 1985, en Dolores Hidalgo, Guanajuato, los obispos mexicanos rehabilitaron y reconocieron al padre de la patria. Al haberse conmemorado el 175 aniversario del inicio del movimiento de independencia, se celebró una misa en el atrio del templo donde se diera el famoso “Grito de Dolores”. Treinta y un obispos y 122 presbíteros concelebraron la eucaristía presidida por el entonces arzobispo de México, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada. Los prelados dijeron que la excomunión contra Hidalgo había sido aplicada por atacar la libertad y la vida de los clérigos y religiosos, no por haber iniciado la insurgencia. Antes de su fusilamiento, el cura de Dolores se confesó y fue absuelto, por lo que cesaron los efectos de la excomunión, según explicaron los obispos en esa ocasión.

Ante casi tres mil fieles que asistieron a la concelebración, el cardenal Corripio manifestó la voluntad y disposición de los obispos mexicanos para encontrarse con el pueblo y con las raíces de la nación mexicana. El arzobispo primado de México alabó los ideales de libertad del cura de Dolores quien “se atrevió a comenzar el movimiento sin contar con más fuerza que la de su pueblo…” adoptando una imagen, la de Guadalupe, que en las manos de Hidalgo “volvía a ser signo de esperanza para los habitantes de estas tierras”.

En julio de 2002, vísperas de la visita de Juan Pablo II a México para canonizar a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, diputados federales de la LVIII Legislatura aprovecharon la ocasión para plantear al Pontífice la rehabilitación de Hidalgo; sin embargo, el nuncio apostólico, Mons. Giuseppe Bertello, rechazó la propuesta ya que consideró que podría impregnarse de política un hecho religioso tan importante como la elevación a los altares del indígena de Cuautitlán.

A raíz del punto de acuerdo de octubre de 2007, el arzobispo primado de México, Mons. Norberto Rivera Carrera, ordenó la constitución de una comisión que emitiera sus valoraciones en torno a las excomuniones. El encargo fue encabezado por el Dr. Gustavo Watson Marrón, especialista en historia de la Iglesia y director del Archivo Histórico del Arzobispado de México. Sus conclusiones fueron publicadas, un año después, en octubre de 2008, en el Libro Anual del ISEE (Siglas de Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos) bajo el título “Consideraciones en torno a las excomuniones de Hidalgo y Morelos”.

Watson Marrón recoge en su escrito las consideraciones del dictamen de García Gutiérrez y Bravo Ugarte, señalando la validez de la excomunión de Abad y Queipo en su calidad de autoridad máxima de la diócesis de Michoacán; sin embargo, el especialista da cuenta de los honores tributados a los próceres después de la consumación del movimiento revolucionario.

Efectivamente, un decreto de 19 de julio de 1823 declaró como Beneméritos de la Patria en Heroico Grado a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, José María Morelos y “ocho caudillos más” ordenando que sus restos fueran exhumados “y que éstos fueran trasladados a una caja, que se conduciría a la capital, cuya llave sería custodiada en el archivo del Congreso. Esa caja se trasladaría a la Catedral el 17 de septiembre…” para “levantar ahí “un sepulcro… con la inscripción que ponga la Universidad y apruebe el gobierno”. Una procesión solemne se realizó por toda la ciudad en honor a los caudillos y sus restos fueron depositados en una bóveda bajo el altar de los Reyes de la Iglesia principal de la diócesis de México, permaneciendo en Catedral hasta 1926 cuando los mismos fueron trasladados a la columna de la Independencia del Paseo de la Reforma. Watson Marrón concluye afirmando que “todo esto no hubiera ocurrido si Hidalgo y Morelos hubieran muerto excomulgados”.

¿Cuál es la situación de la proposición con punto de acuerdo que presentaron los diputados? Actualmente está en espera de dictamen de las comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Gobernación que han reunido los documentos necesarios que permitan considerar la viabilidad o no de la propuesta. Por otro lado, la Comisión Especial de Apoyo a los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, presidida por el diputado Francisco Antonio Fraile García, integrante de la fracción parlamentaria del Partido Acción Nacional, ha valorado todos estos antecedentes que desembocan, de forma clara, en la reconciliación de Hidalgo y Morelos al seno de la Iglesia. El 22 de octubre de 2007, Guadalupe Jiménez Codinach, doctora en Historia por la Universidad de Londres, presentó a la Comisión Especial un documento en el que afirma que “el cuerpo de una persona excomulgada no puede ser enterrado en terreno sagrado, como se hizo con el cuerpo de Hidalgo; tampoco podría haber sido objeto como los fueron los restos mortales de este caudillo, de honras fúnebres, de responsos y de misas celebrados en varias iglesias. Es, por lo tanto, innecesario solicitar al Vaticano la anulación de la excomunión de Miguel Hidalgo”.

No obstante, la Comisión de Relaciones Exteriores aprobó, el 13 de febrero de 2008, el dictamen en sentido positivo que avala la proposición con punto de acuerdo sobre las excomuniones de Hidalgo y Morelos. En parcas consideraciones, los diputados integrantes de ese órgano legislativo valoraron la conveniencia de dirigir un exhorto a la Secretaría de Relaciones Exteriores para solicitar “al Estado Vaticano información sobre el estado general que guardan los edictos de excomunión contra los independentistas mexicanos”, considerando como argumento principal la conmemoración del décimo quinto aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y nuestro país afirmando que el gobierno de México “refrendó su compromiso de continuar su trabajo de manera coordinada con la Santa Sede, en temas como la defensa de los derechos humanos, la proscripción de la pena de muerte, la migración, el sentido social de la globalización, el desarme y la paz y la seguridad internacional”. En este sentido, se aprobó este punto de acuerdo por dieciocho votos.


Tal dictamen ahora espera la aprobación de la Comisión de Gobernación; sin embargo, las consideraciones vertidas en el documento tienen una aplicación distinta a la naturaleza y consecuencias de las excomuniones contra los insurgentes. Echar mano de las buenas relaciones entre las naciones para que un Estado extranjero informe sobre tales edictos no es un argumento adecuado dado los juicios históricos y particulares sobre los acontecimientos de 1810 que no pueden ser justificados por nuestro concepto contemporáneo de “respeto mutuo… en favor de la convivencia armoniosa, la justicia, el respeto a los derechos humanos y la solidaridad entre las naciones”. (Comisión de Relaciones Exteriores. Dictamen relativo al levantamiento de los edictos de excomunión en contra de los independentistas mexicanos. p. 3). A decir de Jesús García Gutiérrez, José Bravo Ugarte y Juan B. Iguiníz, tales argumentos no merecerían ser tomados en cuenta “porque han sido hechos por personas que poco o nada saben de historia y menos aún de cánones”. (Dictamen sobre las excomuniones del Cura Hidalgo, 1953, 2).

El tema de las excomuniones de Hidalgo y Morelos sigue en examen. La Comisión de la CEM ya tiene planteamientos claros que permitirán una reflexión que desembocará en la conclusión que han tenido los arzobispos Luis María Martínez, Ernesto Corripio Ahumada y Norberto Rivera Carrera y aún cuando la pasión de los legisladores por los padres de la patria les mueve a afirmar que la excomunión sería un “desconocimiento de facto de nuestro país”, la sentencia de los historiadores es indubitable: Miguel Hidalgo y José María Morelos padecieron el sacrificio en pos de sus ideales revolucionarios perfectamente reconciliados con la Iglesia.
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