"Traen todo su dolor, sus traumas. Ya no viven ni siquiera al día, viven al instante... para algunos no les interesa si los matan..." Población en situación de calle... Ve una luz en la Iglesia de la Soledad
Mil 500 raciones de alimentos son las que se dan por semana; se cumple con toda la demanda para que ningún indigente se quede sin comer
10 personas, incluyendo al Padre Benito, le entran parejo a toda urgencia que se presente durante todo el día; 5 de ellos fueron indigentes, pero encontraron en este templo católico una oportunidad para reformarse y ahora pertenecen a esta comunidad de voluntarios; 3 de ellos son migrantes de nacionalidad hondureña, nicaragüense y panameño; respectivamente
Padre Benito cuenta con estudios de bioética y psicoanálisis; le ha servido para ser más eficiente en su labor de enaltecer la dignidad de la persona y saber escuchar las huellas del dolor del ser humano para ayudarlo a salir de esa pesadilla que es la indigencia
Padre Benito cuenta con estudios de bioética y psicoanálisis; le ha servido para ser más eficiente en su labor de enaltecer la dignidad de la persona y saber escuchar las huellas del dolor del ser humano para ayudarlo a salir de esa pesadilla que es la indigencia
| Alberto Castilleja - ACN
Población en situación de calle, ven una luz en la Iglesia de la Soledad con mano de Dios y del Padre Benito
La Iglesia de la Santa Cruz y la Soledad recibe todas las noches un promedio de 230 personas en situación de calle, que asisten para dormir en naves acondicionadas con colchonetas y cobijas, además otorga un desayuno diario a un promedio de 300 personas diariamente.
En entrevista con ACN, el PadreBenito Torres Cervantes, recordó que llegó en el 2015 y acondicionó este recinto religioso y que desarrolló la vocación de priorizar al indigente por una amarga experiencia de robo con violencia que vivió dentro de la parroquia.
Narró que cuando llegó a la parroquia, “a los quince días se metió un individuo hasta mi cuarto con una pistola, me dijo: ‘¡Entregue todo el dinero que tenga y no grite porque disparo!’; le contesté: ‘¡No te preocupes!, llévate todo lo que haya, no hay ningún problema’; mientras, mi hermano hizo todo lo posible por llamar a los servicios de emergencia”.
Prosiguió: “el joven al percatarse que la policía estaba en el lugar, me dio un golpe y caí; tras ser aprehendido, salimos a reconocerlo. Ahí fue donde nació la idea que teníamos que hacer algo por ellos”.
Reflexionó: “el demandar a una persona o solamente criticar la violencia y sólo ver el fenómeno que estamos viviendo en esta zona, no nos lleva a nada, teníamos que hacer algo; de ahí surgió la idea de hacer programas para ellos. Lo primero que se nos vino a la mente es hacerles de comer”.
“Ellos (personas en situación de calle), son los olvidados, aunque haya muchos programas sociales para ellos; son programas que los veo muy temporales, que alcanzan un periodo de un día y con suerte una semana, pero después quedan desamparados”, indicó.
Detalló que los indigentes “están perdidos en la oscuridad; no de la violencia, sino en la de la soledad y de sus mismos problemas existenciales que traen”.
“Ellos traen todo su dolor, sus traumas; ya no viven ni siquiera al día, viven al instante; entonces para algunos no les interesa si los matan; lo que quieren es defenderse en el momento. He visto cómo se pelea un niño con un adulto fuerte y fornido; se piensa: ¿Cómo puede ser posible que un pequeño se ponga con uno grande? Porque ya no piensan tanto una calidad de vida o que les hagan daño, simplemente sobrevivir”, reveló.
Dijo que persiste en estas personas un enojo no sólo con la sociedad; “es con todo: con ellos mismos, con su historia, con sus padres, con la Iglesia, con todo su entorno: ¿Por qué? Por todo lo que van cargando; desde pequeños que no fueron dándole una solución a sus problemas y el enojo se acumula ahí como parte natural de defenderse, como los han agredido tanto”.
En un recorrido efectuado por ACN en la Iglesia de la Soledad, se constató que en su totalidad, sus más de 8 naves, a las que se suman dos capillas, fueron habilitadas para hacer un sitio más digno y servir a personas en situación de calle; incluso hay hasta 3 espacios que se ocupan como bodegas de alimentos.
Un exitoso programa que el sacerdote inmediatamente se dio a la tarea de dar vida fue la organización “Saciando al Pobre A.C.”, trinchera con la que comenzó no sólo a alimentar al más vulnerable; sino a cambiar vidas y construir nuevas personas, al brindar sonrisas de esperanza, término que aquí no se queda en la retórica.
Refirió que el deterioro de la edificación era parte de los daños que provocó el sismo del año 85’ y el del 2017 y, aunque sí estaba pintada y arreglada en algunos espacios, se requería acondicionar espacios del para los indigentes.
Apuntó que, con ayuda de vecinos de la misma comunidad de La Merced, así como de fondos de la Fundación “Carlos Slim” (que apoya para ciertos eventos en la parroquia); Fundación Salmerón; Cosmopolitan (empresa que opera en la Central de Abastos, que envía raciones para 18 personas); “Bancos de alimentos, para todos”, Mensajeros de la Paz de España, y voluntarios, todas se unen para hacer posible esta acción.
Pero aquí el Padre Benito, al que más de un indigente califica de tierno, lindo, sincero y dulce, les tiene otra propuesta de vida, una que resulta muy efectiva: es la del retiro espiritual, el cual suele durar de 5, hasta 28 días, en un sitio paradisiaco conocido como “Ermita del Silencio”, a donde se les invita siempre a los indigentes para que disfruten de los hermosos paisajes que bordean el volcán Popocatépetl, aparte de contar con alimentos, traslado, seguridad, convivencia y un compañerismo que les ofrece paz.
Explicó que a esos retiros acude un grupo de hasta 30 indigentes, de los cuales se realiza un proceso de reconocimiento de personas dignas, a las que se les ayuda psicológicamente, por lo que algunos son canalizados a un centro de rehabilitación ubicado en Garibaldi: “Renace”, y un aproximado de 8 indigentes se decide si se quedan a colaborar en la comunidad de la Iglesia.
La Iglesia de la Soledad se ubica en la calle Santa Escuela, número 16, en la Colonia Centro, Alcaldía Venustiano Carranza y, hay que decirlo: desde el ingreso se siente el calor humano y la presencia de la mano de Dios, lo que confirma por qué las personas logran mitigar su desesperanza, miedo, angustia, soledad y ese enojo de padecer vejaciones en las calles donde la regla pareciera que es sólo sobrevivir, mientras pasa… como refiere el Padre Benito, “ese tiempo malgastado”.