Poncio Pilato, Procurador romano

Guillermo Gazanini Espinoza / 24 de marzo.- “Padeció bajo el poder de Poncio Pilato...” Esta frase en el Credo cristiano señala el nombre del autor de la condena de Cristo, quien regía en nombre de Tiberio César, emperador de Roma y sucesor de Augusto, Pontius Pilatus.
La historia en los Evangelios sinópticos dan referencias del intrincado y errático proceso de Cristo ante las autoridades de Judea, legítimas en cuanto a su orden, manejo y administración, las del Sanedrín; no obstante, el “ejecútese” de la sentencia debería provenir de la máxima autoridad imperial en la Provincia de Judea, dominación romana desde el 64 debido a la ocupación del general y cónsul Pompeyo, reconquistador de la Hispania.
Poncio Pilato fue Procurador por diez años desde el 26 dC cuando el emperador Tiberio lo designa a la Provincia. Muchos intentan hacer una radiografía teniendo como punto de referencia algunas fuentes apócrifas como las Actas del proceso de Jesús y el Evangelio apócrifo de la muerte de Pilato. Desde nuestra perspectiva, el Procurador nos llega gracias a las interpretaciones cinematográficas en torno a la vida de Cristo, desde el gobernador impasible, pasando por el personaje necio que afronta al condenado y hasta el benevolente que, por todas las argucias jurídicas, trata de liberar al reo pasándolo por los azotes y disuadir a sus captores ante la brutal golpiza sin provocar la muerte, cosa que hubiera valido severos castigos a los verdugos al no atender las órdenes precisas de Pilato.
En su “Proceso de Cristo”, el jurista Ignacio Burgoa (1918-2005) cita la obra de Ferdinand Prat “Jesucristo” (1946) donde se describe la personalidad “brutal y terca” del Procurador romano: “Dos hechos pintan al vivo a este personaje. Cuando tomó posesión de su gobierno, discurrió con el objeto de dominar de una vez por todas a los judíos cuya obstinación le era muy conocida, introducir de noche a Jerusalén las insignias militares adornadas con imágenes y emblemas idolátricos. Los judíos le suplicaron que las retirara y durante seis días presentaron sus pechos desnudos a los soldados enviados para hacer una matanza…” Tal carácter implacable y cruel parece tener reflejo cuando en el Evangelio de Lucas, 13,1-9, unos hombres contaron de la matanza hecha por Pilato contra unos galileos cuando ofrecían sacrificios. La respuesta de Jesús es elocuente: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante…”
Pilato pasaría a la historia por el pragmatismo de su política. El diálogo con Jesús sobre la Verdad parece desentrañar el significado último para impedir la condena a la cruz que querían las autoridades del Sanedrín. En las Actas de Pilato, tenidas como protocolos del proceso de Jesús y de las cuales nos informa Eusebio de Cesarea (263-339), el Procurador buscó la forma de dar salida al juicio; sin embargo, los acusadores judíos remiten al tribunal a Jesús acusado de mesianismo y sedición. Los captores del Nazareno amenazan a Poncio Pilato con llevar el asunto al mismo emperador si no procura la paz de la provincia. La intimidación hace que Pilato ceda al punto de lavarse las manos, un símbolo ajeno a cualquier recurso de derecho y que sirvió para alimentar la leyenda negra contra los judíos acusados de deicidio. En cualquier caso, la condena concreta tiene por causa la sedición castigada con la crucifixión, pena romana herencia de los asirios y recurrida por Alejandro Magno.
El destino final de Pilato es incierto. El Evangelio apócrifo de su muerte, escrito hallado en el siglo XIV y tal vez de datación incierta, afirma que el Procurador fue cesado del cargo y tuvo que comparecer ante Tiberio siendo apresado en Roma. El asunto es que el emperador carga contra el cónsul por no presentarle cierta túnica de Cristo que le devolvería la salud. En el calabozo, condenado a una muerte infamante, el antiguo miembro de la orden de los equites se quita la vida con un cuchillo. Otras versiones dicen que Pilato fue desterrado a las Galias donde murió.
La pasión de Cristo vuelve nuestra reflexión sobre un hecho que cambió la historia de la humanidad. El Procurador Poncio Pilato fue el actor que planteó la disyuntiva entre la verdad o el pragmatismo. La causa de la condena de Cristo fue instigación que no logró tener una demostración plena y obedeció al Sanedrín y el pueblo furibundo que, posiblemente, fue sobornado para clamar el nombre de Barrabás. El juez Pilato es el reflejo de muchos otros jueces que no aplican el derecho y actúan por consigna, dilatando la justicia y aplicando penas onerosas, leoninas y crueles. Como el romano se lavan las manos haciendo que otros poderes sean capaces de realizar los favores por encima del derecho y de la justicia: Condenar sin delito como fue la causa de la crucifixión de Cristo.