Cuando vivir es sobrevivir, el culto a la Santa Muerte

Guillermo Gazanini Espinoza / Secretario CACM. 17 de mayo.- La semana pasada tuve la oportunidad de ver un programa de TVE sobre la Santa Muerte y la devoción tepiteña. El documental confirmó la existencia de un culto que crece en un México lastimado y sufriente, país de la incertidumbre donde lo único cierto es la muerte. Chavos banda, reclusos, marginados, se acercan a ella. ¿Cuál es la clave para entender su expansión, particularmente entre personas que se dicen católicas, adoradoras de Dios y amantes de la madrecita de Guadalupe y fanáticos de San Juditas?
El diálogo del Atrio de los Gentiles no ignoró esta situación. A diferencia de otros países, en éste hay religiosidades y manifestaciones devotas que procuran el favor supersticioso de la divinidad. Sobre la Santa Muerte ya se ha escrito mucho y se ha difundido la condena de la Iglesia sobre sus riesgos e implicaciones en el crimen organizado; no obstante, sus fieles la miran con ternura, sus entrañas se conmueven ante una imagen que resulta repulsiva y diabólica. El cardenal Ravasi vio en este culto elementos de blasfemia con características anticulturales y anticristianas.
Desgraciadamente, la expansión del culto a la Santa Muerte se ha magnificado por la guerra contra el crimen organizado. En general, se ha elevado como la deidad protectora de sicarios, delincuentes y policías, la figura amiga y consoladora, justiciera y celosa; pero socorrida por los menospreciados, los vulnerables o marginados, los pobres y vulgares. No son parte de mafias, sino víctimas de la violencia; no son sicarios, pero sus hijos e hijas son objetivo de levantones y reclutamiento al servicio de lo ilegal. No son magnates y empresarios, políticos o influyentes y sí pobres, débiles, no tienen el mínimo de protecciones para sus familias, sin garantías y carecen de empleos formales, de satisfactores elementales, de esperanza.
No voy a referirme al crimen organizado, mafias y magnates que se sirven de este culto para el control y el poder; sin embargo, trataré de hacer un examen de los adoradores de la Santa Muerte que nada tienen que ver con la política, la riqueza, la violencia y la sangre ofrecida a ella y sí, en cambio, son víctimas del sistema estatal, de la destrucción y maceración familiar y, quizá lamentable, de las mismas estructuras eclesiásticas.
1.- El culto de los ignorantes
El ignorante está ubicado en los linderos de lo peyorativo y repulsivo. Al ver a un cholo o chavo de la calle que porta una imagen de la Muerte o verla tatuada en su piel, haríamos un juicio sentenciando al sujeto de ignorante y supersticioso, un pobre del cual ni siquiera preguntamos sobre su vida, su niñez y el por qué ha decidido grabar, de manera indeleble, un tatuaje que horroriza. Esas personas están lejos del refinamiento, de la ilustración, de la lectura pausada y clara de cualquier libro, de la evangelización. Muchos ni están preparados y la educación elemental y básica es un lujo; los guías y maestros no han pasado por sus vidas y si lo han hecho fueron emblemas de represión y oscuridad que de conocimiento y libertad. Un ámbito familiar armónico no ha sido posible, no crecieron haciendo lo que los niños deben hacer, jugar. Chavos en circunstancias de marginación, débiles físicos, huérfanos, jóvenes víctimas del abuso y de la explotación sexual, no pudieron tener la infancia ordinaria obligándolos al trabajo marginal, a la explotación laboral o largas jornadas para tributar las tarifas exigidas por los esclavizadores; las consecuencias son evidentes, drogas, promiscuidad, abusos, desintegración. Lo primero que aparece a la vista es una vida que recurre a una divinidad para dar un sentido a la existencia despreciada, la Muerte, un montón de huesos remanso de consuelo porque es justa con todos; ofrecerle, en el pensamiento mágico, humo, dulces, plegarias, lo que sea, es sacrificio para agradarle y hacerla amiga segura contra los enemigos que han destruido la existencia de la cual a nadie interesa.
2.- Certeza ante la nada
No es extraño leer en los libritos de la devoción a la Santa Muerte o en los exvotos creados para su tributo de los tremendos milagros y favores recibidos donde surge el predominio de la voluntad propia y el control personal de lo imposible. La nada se vence ante la certeza de un milagro que deriva en un cambio de las circunstancias que padece el solicitante. Si antes bebía, golpeaba y abusaba de la familia, hacerse amigo de la Muerte lo llevó a una situación distinta: una vida armónica donde los excesos son cosa del pasado; las plegarias de la esposa contra esa mujer robamaridos son escuchadas y el esposo vuelve con la infortunada; el hijo policía o militar recibe protección de la Muerte satisfecha de plegarias y ofrendas de la madrecita cuyo altar, adornado y jamás descuidado, está en un lugar central donde puede convivir, sin mayor empacho, con la imagen de la Guadalupana, involucrando a nietos para lograr el favor de la Muerte protectora, la que dio certeza ante la incertidumbre del trabajo policial donde se pone en peligro la vida.
3.- La Muerte cumple
Oraciones, ofrendas, velas, plegarias, de acuerdo al rito y para necesidades específicas, todo es aceptado por quien sabe cumplir, siempre y cuando el solicitante sea fiel. En el mercado de Sonora, en altares callejeros o en las redes sociales se exhiben, orgullosamente, las peticiones cumplidas o el deseo de un favor. En la página oficial de la Santa Muerte en Facebook se lee este tributo de un fiel, respetando la forma como ha sido escrito: “Gracias por protegerme y proteger a toda mi gente, gracias por siempre ir a mi lado derecho, por responder a cada una d mis preguntas, gracias por demostrarme q si tengo fe en Dios y en ti todo puede salir a mi favor, gracias por hacer pagar a todas esas personas q un dia me hicieron sufrir, pero en especial gracias a Dios por ponerte en mi camino y convertirte en mi mas leal amiga Te Qiero flaca”.
La idea predominante en los devotos es la justicia de la que se han visto privados. La Muerte no está dispuesta a transas o concesiones, no hay en ella negociaciones y privilegios, sobornos o dádivas. A cambio del favor, solicita la fidelidad porque la traición se paga a precios altísimos. Para estos devotos, las exigencias de las grandes religiones privan de los beneficios o de la gracia divina; asumir dogmas, transformar la vida en base a los mínimos de una conducta ética, representan cargas muy pesadas imposibles de cumplir. El pensamiento mágico manipula y los favores convergen en el beneficio exclusivo del solicitante sin importar el bienestar de otros implicados. La Muerte, del lado del devoto, es una garantía para evitar la propia trágicamente, una especie de inmunidad prolongando la vida que habrá de llegar a su fin, sin embargo, podría dilatarse teniendo a la Muerte como amiga y aliada. Lo único seguro es ella y a todos se lleva parejo, demostrándole una fe inquebrantable, se vive en la certeza de que ha de cumplir sin distinciones.
CONCLUSION
El Atrio de los Gentiles quiso abrir la posibilidad del diálogo con los no creyentes; en México, la devoción a la Santa Muerte muestra una realidad profunda que revela las necesidades de un país muy lastimado y sufriente. Muchos se han declarado católicos, pero su denominación cristiana no causa conflicto para adorar a una imagen esquelética cuya significado encierra falsas ideas de justicia, certidumbre y equidad. Conjugar Santa Muerte con Virgen de Guadalupe o hacerla un Ángel Justo de Dios más poderoso que el mismo Jesucristo es, desde esta cosmovisión, la adoración por esta especie de Demiurgo que hace alcanzable lo inalcanzable ante la aparente ausencia de Dios reflejada en la violencia y precariedades de la vida.
Los marginados, los excluidos, los despreciados, las familias desintegradas, quienes han sido privados de sus derechos fundamentales y de las necesidades más elementales, se acercan a un ídolo que ofrece soluciones efectivas y expeditas. La vida es una tragedia, todos los días hay que lidiar con trabajos mal remunerados para llevar el sustento, reunir los recursos para pagar la renta de una casa miserable e indigna; la vida es incertidumbre cuando la esposa o esposo sufren por el pecado de los cónyuges infieles o por la desgracia de salir cada mañana a recorrer las calles inhumanas e insolidarias de la ciudad negante de un trabajo decente. Vivir es sobrevivir, el hambre se satisface con drogas y la esperanza con la adoración a una entelequia descarnada catalizadora de miedos, desilusiones, vacíos, dolores y angustias porque no hace distinción y concede, de inmediato, todo lo que el sistema neoliberal y el capitalismo salvaje ha dado a pocos y negado a muchos.
Y este es el reto para la Evangelización de la que nos ha hecho reflexionar en últimos días el Papa Francisco, penetrar en la vida de personas sufrientes, de seres humanos cuyas existencia es insostenible: “Cuando creo siento que todo me sale mal, pienso en ti flakita y encuentro trankilidad, la trankilidad que ciempre te pido y me das, es por eso que ahunke las cosas parescan no tener solucion es cuando mi fe crece mas y mas y encuentro la solucion gracias flakita”.