Los obispos españoles, los abusos, el Papa y la hipocresía clerical Castillo: "Dios no tolera la teatralidad religiosa"
"¿Cómo se explica que, en el vergonzoso escándalo de la pederastia, los obispos franceses estén vendiendo sus bienes (hasta templos) para pagar a las víctimas, al tiempo que los obispos españoles han dicho que sea el Papa quien se encargue del problema, ya que el Papa ha sido quien ha decidido que a este escándalo se le ponga remedio?"
Dios no tolera la “teatralidad religiosa”. ¿Por qué la gente de Iglesia, clérigos y monjas, tienen que vestirse con indumentarias y vestimentas que los distingan y llamen la atención?
Uno de los comportamientos que más daño hacen, a la Iglesia y a tantas personas de buena voluntad es que la hipocresía resulta ser más frecuente de lo que imaginamos. Tan frecuente, que los hipócritas ni nos damos cuenta de las insistentes dosis de hipocresía que falsifican muchas de nuestra decisiones y comportamientos, Conductas, de las que, tantas veces, nos sentimos hasta orgullosos, cuando en realidad lo que hacemos es convertir la vida, la convivencia y, sobre todo, la religiosidad en una mentira, que, si se analizase a fondo, nos tendría que provocar rechazo y vergüenza de lo que hacemos, decimos y deseamos.
Me explico. La palabra “hipocresía” proviene del griego “hypokrisis” y del verbo “hypokrinomai”, que significa “representar un papel”. Y es que originalmente el término “hypokr” pertenece al lenguaje del teatro (H. Giesen, Christliches Handeln. Eine redaktionskritische Untersuchung zum “diakonische” Begriff in Mattheusevangelium – EHS XXIII – 181, Frankfurt a M, 1982, 216-219). Efectivamente, en una representación teatral, ocurre que, por ejemplo, un actor que puede ser un ignorante, aparece en escena como un sabio.
Esto supuesto, se comprende que los evangelios de Mateo y Lucas utilicen la “hipocresía” para decirnos cosas muy fuertes. En el sermón del monte, Jesús califica como “hipócritas” a los que utilizan la limosna (Mt 6, 2), la oración (Mt 6, 5) y el ayuno (Mt 6, 16) para que la gente los vea y les admire como personas ejemplares. Cuando en realidad, Dios se fija solamente en lo que queda “oculto”. El Dios, del que habla Jesús, es un Dios “críptico”. Se fija sólo en lo que nadie ve. Dios no tolera la “teatralidad religiosa”. ¿Por qué la gente de Iglesia, clérigos y monjas, tienen que vestirse con indumentarias y vestimentas que los distingan y llamen la atención?
Pero, sin duda alguna, donde Jesús fustiga con más energía la hipocresía de personas muy religiosas (que en realidad no lo eran) es en la diatriba contra escribas y fariseos, a los que el Evangelio califica como impíos (Mt 23, 13. 14. 15. 23. 25. 27.29). Para Jesús “no cuentan las palabras, sino únicamente las obras (Mt 7, 21-23; 12, 49 s; 25, 31-46). Por eso, porque aquellos hombres sólo pretendían quedar bien en la opinión pública, por eso Jesús los califica como “ciegos” y ¡guías de ciegos!” (Mt 23, 17. 24).
Esta teatralidad engañosa es frecuente en la vida. Pero, en los comportamientos religiosos, se produce y reproduce con más frecuencia y mayor peligrosidad. Porque, en el ámbito de lo religioso, son decisivos los “ritos”. Porque, en el comportamiento religioso, lo primario es el “rito”, no el “ethos”, la ética, la conducta. Y es que “los ritos son acciones que, debido al rigor en la observancia de las normas, se constituyen en un fin en sí” (Gerd Theissen, La Religión de los primeros cristianos, Salamanca, Sígueme, 2002, 151-152). Por esto, precisamente por esto, la fiel observancia religiosa se puede y se suele convertir en un engaño y un peligro. El rito, bien cumplido, tranquiliza la conciencia, pero no mejora la conducta.
Pues bien, aquí y en esto está el peligro. Un peligro que consiste en que por un lado va la exacta fidelidad a la Religión, al tiempo que, en otros ámbitos de la vida, puede ir – y va – la corrupción en asuntos de enorme gravedad. ¿Cómo se explica que, en el vergonzoso escándalo de la pederastia, los obispos franceses estén vendiendo sus bienes (hasta templos) para pagar a las víctimas, al tiempo que los obispos españoles han dicho que sea el Papa quien se encargue del problema, ya que el Papa ha sido quien ha decidido que a este escándalo se le ponga remedio? Me resisto a creer que todo esto esté siendo así. Pero, si es así, confieso que me produce una inmensa pena y raudales de vergüenza.