Carta fraterna a un sacerdote combativo
Querido amigo:
Lo intentamos en vano muchas veces. Quisimos afiliar a Jesús a una causa celota de la que siempre se mantuvo distante. Quisimos extraer hierro de un evangelio que no lo contenía. Pudimos abrazar una Teología de Liberación cuando no vimos otra salida, pudimos levantar el puño cuando aún no habíamos logrado aparcar la rabia. Pudimos equivocadamente clamar a favor del grupo violento de turno cuando nos cerraron tantas avenidas…, pero ya no es ese tiempo. Esa hora dura felizmente ya pasó. Ahora somos llamados a un ulterior paso. Se abren nuevos y luminosos cauces para acercar el mañana.
El nuevo mundo nace sin ruido como el amanecer prístino, el nuevo mundo no brota con fondo de batalla, sino con suave sinfonía aunada, con canción del alma. El nuevo mundo está emergiendo como la clara luz del alba, lenta y silenciosamente, cargado de promesa. El nuevo mundo está naciendo de la mano de quienes labran sano, con amor y sin química, en las escuelas donde ese cultiva el alma, no sólo el intelecto, en los bancos en los que se apuesta exclusivamente por el apoyo a empresas respetuosas de la Tierra y los trabajadores… El nuevo mundo está naciendo en las comunidades alternativas, en las ecoaldeas, en las cooperativas, en los centros donde se estudia cómo y por qué nace la enfermedad, cómo poder recuperar la salud por métodos naturales. El nuevo mundo nace allí donde prosperan los principios de solidaridad, de colaborar y compartir… El nuevo mundo rueda allí donde un ciclista pedalea, donde un constructor levanta con balas de paja, donde un agricultor llama a la puerta con una cesta de productos ecológicos, donde unas madres se preparan para un parto natural, donde unos niños amasan un pan con levadura viva… La nueva sinfonía se eleva desde todos los países, condiciones, sociales y razas. El nuevo mundo nace en tantas partes, en tantos lugares a la vez, que no tenemos tiempo, ni ganas para combatir a quienes velan para que el viejo sistema no se derrumbe. Lo viejo se desplomará privado de la energía que nosotros mismos le cedimos para que se mantuviera.
Aquello que combatimos es aquello que reforzamos. No vinimos a combatir el viejo orden del individualismo y el materialismo que se caerá solo a nada que le restemos nuestro miedo, nuestro dinero..., sobre todo nuestro rencor. Somos las fuerzas de la reconstrucción, no de la destrucción. No vamos a la zaga del Sistema, ni siquiera a la contra. Vinimos a construir lo nuevo. Vinimos a levantar juntos/as codo con codo, corazón el Reino de Dios. Vinimos para ensayar a vivir por fin como hermanos.
Ante la flagrante injusticia sí nos ha de aguardar la primera línea de firmeza. Por eso el nuevo mundo nace también allí donde alto y firme se clama “basta” a la conculcación de los derechos humanos, donde se trata de detener el abuso y la explotación, desde la serenidad, desde la no-violencia ni física, ni verbal, desde la conciencia de que el opresor, el dictador, el abusador… no se le ganará para la noble causa con el ataque, sino con el corazón y la razón. Él también es nuestro hermano.
No nacimos para ir a la contra de nadie, nacimos para crear por fin el nuevo paradigma que superaría por fin el modelo anterior basado en el rencor y la confrontación. Si nosotros cambiamos, el mundo cambia. Los creyentes de todas las fés, también de las fés unidas, estamos llamados especialmente a ser la fraternidad que deseamos ver encarnada en el mundo. Creemos que si algo caracteriza el nuevo paradigma, la nueva civilización que estamos invitados a levantar, es la superación de esa espiral de la confrontación. Una vez más seguramente el desafío se debate en nuestro interior, ¿cómo no ser yo también confrontación, cómo no añadir leña a ese fuego antiguo de la violencia del humano contra el humano, cómo ser firmeza ante el oprobio, la explotación, el abuso y a la vez no atacar a quien desde su supina ignorancia lo comete?, ¿cómo ser yo primero encarnación del mensaje eterno de Jesús el Cristo y vaciar mi bolsillo de toda piedra calentada por mi mano y mi ignorancia? Apunto sobre todo hacia mí querido amigo, las veces que yo no fui abrazo, ternura, pomada…, las veces que yo también fui hierro, pólvora y fuego, las veces que encarné el paradigma que quiero ver superado.
Las filas revolucionarias no necesitan ya teólogos que las animen, sino clara visión que reconduzca hacia dentro todo ese caudal transformador.¿Confrontó Jesús con el viejo orden o trató de crear otro nuevo? ¿Estamos llamados a convertirnos en los celotas que no quiso ser Jesús o en los apóstoles del fraterno y universal amor que Él reunió? Es que nuestros sueños, es que el linaje crístico de amor fraterno que arrancó con Jesús culminaba en un Maduro insultando a la mitad de la población de Venezuela, en un Chavez enfurecido, en un Fidel de conmigo o contra mí… ¿Hasta ahí daban nuestros sueños? ¿No tenían otro recorrido?
Mi sentir y el de tantos que tratamos con sencillez de servir al mundo es que ya no somos internamente llamados a las filas de ningún combate contra nadie; que la beligerancia, la ofensividad de cualquier orden está llamada a ceder en el corazón del humano, especialmente de los hombres y mujeres espirituales y de buena voluntad. Creemos en la ley de evolución y por lo tanto, que tras toda una historia humana cargada de violencia y guerra, el nuevo estado evolutivo que nos aguarda se caracterizará por un mayor grado de armonía y de paz en nuestras relaciones.
Desde nuestro disenso ya antiguo, desde nuestras diferentes posiciones en este varipionto teatro de la vida, desde nuestra distinta percepción de nuestro papel en medio de este mundo tan maravilloso, como convulso; desde el gran respeto a la labor que incansablemente despliegas, con mi más fraterno abrazo.
Arteixo 12 de Marzo de 2017
Lo intentamos en vano muchas veces. Quisimos afiliar a Jesús a una causa celota de la que siempre se mantuvo distante. Quisimos extraer hierro de un evangelio que no lo contenía. Pudimos abrazar una Teología de Liberación cuando no vimos otra salida, pudimos levantar el puño cuando aún no habíamos logrado aparcar la rabia. Pudimos equivocadamente clamar a favor del grupo violento de turno cuando nos cerraron tantas avenidas…, pero ya no es ese tiempo. Esa hora dura felizmente ya pasó. Ahora somos llamados a un ulterior paso. Se abren nuevos y luminosos cauces para acercar el mañana.
El nuevo mundo nace sin ruido como el amanecer prístino, el nuevo mundo no brota con fondo de batalla, sino con suave sinfonía aunada, con canción del alma. El nuevo mundo está emergiendo como la clara luz del alba, lenta y silenciosamente, cargado de promesa. El nuevo mundo está naciendo de la mano de quienes labran sano, con amor y sin química, en las escuelas donde ese cultiva el alma, no sólo el intelecto, en los bancos en los que se apuesta exclusivamente por el apoyo a empresas respetuosas de la Tierra y los trabajadores… El nuevo mundo está naciendo en las comunidades alternativas, en las ecoaldeas, en las cooperativas, en los centros donde se estudia cómo y por qué nace la enfermedad, cómo poder recuperar la salud por métodos naturales. El nuevo mundo nace allí donde prosperan los principios de solidaridad, de colaborar y compartir… El nuevo mundo rueda allí donde un ciclista pedalea, donde un constructor levanta con balas de paja, donde un agricultor llama a la puerta con una cesta de productos ecológicos, donde unas madres se preparan para un parto natural, donde unos niños amasan un pan con levadura viva… La nueva sinfonía se eleva desde todos los países, condiciones, sociales y razas. El nuevo mundo nace en tantas partes, en tantos lugares a la vez, que no tenemos tiempo, ni ganas para combatir a quienes velan para que el viejo sistema no se derrumbe. Lo viejo se desplomará privado de la energía que nosotros mismos le cedimos para que se mantuviera.
Aquello que combatimos es aquello que reforzamos. No vinimos a combatir el viejo orden del individualismo y el materialismo que se caerá solo a nada que le restemos nuestro miedo, nuestro dinero..., sobre todo nuestro rencor. Somos las fuerzas de la reconstrucción, no de la destrucción. No vamos a la zaga del Sistema, ni siquiera a la contra. Vinimos a construir lo nuevo. Vinimos a levantar juntos/as codo con codo, corazón el Reino de Dios. Vinimos para ensayar a vivir por fin como hermanos.
Ante la flagrante injusticia sí nos ha de aguardar la primera línea de firmeza. Por eso el nuevo mundo nace también allí donde alto y firme se clama “basta” a la conculcación de los derechos humanos, donde se trata de detener el abuso y la explotación, desde la serenidad, desde la no-violencia ni física, ni verbal, desde la conciencia de que el opresor, el dictador, el abusador… no se le ganará para la noble causa con el ataque, sino con el corazón y la razón. Él también es nuestro hermano.
No nacimos para ir a la contra de nadie, nacimos para crear por fin el nuevo paradigma que superaría por fin el modelo anterior basado en el rencor y la confrontación. Si nosotros cambiamos, el mundo cambia. Los creyentes de todas las fés, también de las fés unidas, estamos llamados especialmente a ser la fraternidad que deseamos ver encarnada en el mundo. Creemos que si algo caracteriza el nuevo paradigma, la nueva civilización que estamos invitados a levantar, es la superación de esa espiral de la confrontación. Una vez más seguramente el desafío se debate en nuestro interior, ¿cómo no ser yo también confrontación, cómo no añadir leña a ese fuego antiguo de la violencia del humano contra el humano, cómo ser firmeza ante el oprobio, la explotación, el abuso y a la vez no atacar a quien desde su supina ignorancia lo comete?, ¿cómo ser yo primero encarnación del mensaje eterno de Jesús el Cristo y vaciar mi bolsillo de toda piedra calentada por mi mano y mi ignorancia? Apunto sobre todo hacia mí querido amigo, las veces que yo no fui abrazo, ternura, pomada…, las veces que yo también fui hierro, pólvora y fuego, las veces que encarné el paradigma que quiero ver superado.
Las filas revolucionarias no necesitan ya teólogos que las animen, sino clara visión que reconduzca hacia dentro todo ese caudal transformador.¿Confrontó Jesús con el viejo orden o trató de crear otro nuevo? ¿Estamos llamados a convertirnos en los celotas que no quiso ser Jesús o en los apóstoles del fraterno y universal amor que Él reunió? Es que nuestros sueños, es que el linaje crístico de amor fraterno que arrancó con Jesús culminaba en un Maduro insultando a la mitad de la población de Venezuela, en un Chavez enfurecido, en un Fidel de conmigo o contra mí… ¿Hasta ahí daban nuestros sueños? ¿No tenían otro recorrido?
Mi sentir y el de tantos que tratamos con sencillez de servir al mundo es que ya no somos internamente llamados a las filas de ningún combate contra nadie; que la beligerancia, la ofensividad de cualquier orden está llamada a ceder en el corazón del humano, especialmente de los hombres y mujeres espirituales y de buena voluntad. Creemos en la ley de evolución y por lo tanto, que tras toda una historia humana cargada de violencia y guerra, el nuevo estado evolutivo que nos aguarda se caracterizará por un mayor grado de armonía y de paz en nuestras relaciones.
Desde nuestro disenso ya antiguo, desde nuestras diferentes posiciones en este varipionto teatro de la vida, desde nuestra distinta percepción de nuestro papel en medio de este mundo tan maravilloso, como convulso; desde el gran respeto a la labor que incansablemente despliegas, con mi más fraterno abrazo.
Arteixo 12 de Marzo de 2017