#advientoenclavedemujer Oremos en la felicidad de la sororidad femenina y seamos un pesebre que alberga el amor

Oremos en la felicidad de la sororidad femenina y seamos un pesebre que alberga el amor
Oremos en la felicidad de la sororidad femenina y seamos un pesebre que alberga el amor

Estamos por iniciar la cuarta y última semana de adviento, la espera del nacimiento de Jesús en nuestros corazones y hogares. Justo en esta espera, he recibido los misales para el año que se avecina, entre ellos el de niños, acompañado de un breve libro de oraciones para las infancias. Al hojearlo me llamó la atención la oración “cuando estoy feliz”. Y es desde pequeñas, pequeños; se nos acostumbra a orar en el miedo, abandono, temor, como un acto de contrición, como una alabanza al Dios-Creador, en la petición y peregrinajes permanentes, pero casi nunca o rara la vez, cuando estamos felices.

Esta última semana de adviento nos invita a recordar las palabras del arcángel Gabriel a María: '¡Alégrate, llena eres de gracia!', y a Isabel, que en el Evangelio de este domingo exclama: 'Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno.” ¿Qué escenas, palabras, recuerdos nos llenan de felicidad en esta espera?

Respondiendo a esto, de manera personal, recuerdo el primer adviento en el cual fui consciente de la espera, tenía 8 años, fue Clarita quien me acercó a la enseñanza del catecismo, recuerdo los episodios de la Navidad, las parábolas y el amor de Jesús en los niños, las imágenes que se destacaban en medio de libros para los mayores, los catecismos llenos de un Jesús alegre con los brazos abiertos: Ven.

A propósito del nuevo año litúrgico, donde vemos a Lucas colocando las figuras femeninas en los primeros capítulos “llenas de felicidad y gracia de Dios”. Recuerdo a todas esas mujeres, que han sido esperanza, luz y alegría en mi peregrinar dentro de mi camino espiritual. Como bien mencioné, fue Clarita quien me dio esa semilla primigenia al acercamiento al misterio Divino. Hace 4 años, después de la primera oleada de la pandemia, tomé ejercicios espirituales en línea por 2 semanas, después de este profundo análisis, la misma comunidad ofrecía cursos de análisis bíblico para un mejor y mayor acercamiento a la palabra y a la fe adulta, fue entonces que en 2021 comencé a tomar dichas clases (en línea) con una mujer llena de sabiduría y de la gracia de Dios: Estela. Durante estos años me he adentrado al conocimiento más grande del amor de Dios, en su palabra y en la práctica, en compartir con mis compañeras del curso que también dejan en mí su palabra de amor y sabiduría que hace hinchar mi corazón de júbilo. Y en mi búsqueda de la voz femenina dentro del análisis y textos bíblicos di con el espacio de Tras las huellas de Sofía, mujeres guiadas por la divina Ruah, en pro de la voz femenina cuya llama nunca se apaga, sino todo lo contrario, se va nutriendo y perpetuando a través del tiempo y las fronteras.

Aprovecho este espacio, como lo indiqué en un inicio, para orar por esta felicidad que siento:

Señor, Madre-Padre, te doy gracias por la felicidad de haberte encontrado, en la dulce mirada y voz de Clarita en mis primeros años, bendícela y concédele más años para que su luz me siga guiando como hasta ahora. Gracias por el pan de vida que me das a través de las clases de Estela, de las palabras de aliento de todas mis compañeras de clase de la Escuela Bíblica, bendice sus hogares, guía sus caminos en dirección a tu luz bendita y sigue entre nosotros para más amarte y más conocerte. Gracias por la felicidad que siento cada vez que leo y me siento apapachada con los mensajes del grupo de Teología femenina, bendice a María Andrea, Marisa y todas las compañeras que con cada grano de arena, manifestamos el amor absoluto que proviene de ti. Gracias, Señor, por la vida, por manifestarte a través de la mirada de mi hija, de su inocencia y ternura, por darme las lecciones más maravillosas de tu amor a través de ella. Gracias por tanta felicidad.

Gracias por poner siempre la mirada, la mano, las palabras de otra, conmigo, como manifestación de tu sabiduría y de tu amor.

Te invito a compartir tu felicidad por la venida de Jesús en este mundo: con Dios, con tus seres queridos, y con aquel prójimo que necesita de tu mano. Recuerda que es esencial compartir estos momentos de gracia con Aquel que es todo.

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