Hoy, a la luz del evangelio según Juan, me atrevo a cambiar un poco la narrativa. Del evangelio según la discípula amada: Cómo Dios Madre me amó yo las he amado a ustedes, porque han cumplido mi mandamiento de amarse en sororidad y fraternidad; de vivir en hermandad. Permanezcan en mi AMOR.

Les he dicho esto, para que participen de mi alegría de verlas sentadas junto a sus hermanos, alrededor de la mesa de la vida y que sean plenamente felices. Ustedes son mis amigas no mis siervas, porque no las quiero arrodilladas, doblegadas y encorvadas ante el poder de amos y patrones; no las quiero ver como sacristanas, ni caminando en fila como borregos a recibir las migajas de la mesa familiar.

Las quiero empoderadas; las quiero a la mesa del banquete libando el vino generoso y comiendo el pan sabroso, como elegidas y destinadas a seguir dando fruto y que ese fruto permanezca. Esta es mi corazonada y mi sueño. "Aquí en confianza."