#pascua2023 La Fiesta
Salió llevando el mensaje que el festejado repitió
| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
Le habían hecho la exhortación en dos horarios, a las 18 o a las 20 horas. De su
decisión era, qué hora le acomodaría. Esta fiesta era muy especial, le habían
dicho, solo se realizaba cada año. Era tan importante que habían tenido diferentes
actividades preparatorias para que su participación fuera relevante. Le había
llegado el aviso del convite con varias semanas de antelación. Quién la invitó le
había hecho hincapié de que entre más se preparara, mejor iba a ser su disfrute
durante el festejo.
Como toda planificación requería esfuerzo y disposición. Pero tenía tanto trabajo
que aunque la invitación le gustaba, pensaba que descansar era tan importante
para su ser, que con tantos detalles por organizar que le pedían realizara, no
tendría oportunidad de relajarse como se lo merecía.
La notificación le había llegado cuarenta y dos días antes. Estaba asombrada que
alguien tuviera el tiempo para recordárselo cada uno de esos días. Pero así fue.
Mil detalles le comunicaron que era invitada. Uno de esos días, le llegó la
participación cuando un marginado social, tocó a su puerta y le entregó el
recordatorio, pero al verlo tan amolado, le dio de comer. Otra vez, estando
ocupadísima, le llamaron por teléfono, era alguien que antes de darle el
recordatorio le contó de sus tristezas y soledad, hasta que muchos minutos
después se lo dijo. Tuvo que tener mucha paciencia para escucharlo y darle unas
palabras de consuelo. En una ocasión estaba celebrando un triunfo profesional,
estaba muy contenta, le había costado mucho esfuerzo obtenerlo. Y leyendo en su
Facebook, se da cuenta que una de sus amistades cercanas había vivido una
pérdida importante y que escribía avisando. Tuvo que dejar el festejo por lo
obtenido y comunicarse con esta persona, cuál no sería su sorpresa, que era la
mensajera para recordarle del festejo, casi ni hablaron de la tragedia de esta
mujer. En otra ocasión, había decidido dormir un poco más, cuando el timbre
telefónico la despertó, era un amigo desde el otro lado del mar, compartiéndole
sus pesares y vaya que eran grandes. Pero entre plática y risas, le hizo el
recordatorio también. Otra vez, a la joven que le ayudaba con el aseo de la casa,
se le cayó de manera inverosímil, un plato de las manos haciéndose añicos. La
molestia subió desde sus entrañas, cuando esta joven le dijo: se lo pago. Al
escucharla, contuvo las palabras de irritación de su boca, pero le dijo: Ten
cuidado. Entonces observándola, se dio cuenta que la joven no veía bien. Y en su
gracias, le recordó que el escrito de preparación para la fiesta que le habían dado,
indicaba que cuando recibiera un gracias de alguien, era un recordatorio más. En
otro momento hubo un problema muy difícil de alguien de su familia, en sus manos
solo estaba el estar cercana. Sin hablar, pero estar. Lo hizo y también recibió otro
gracias.
Y así no faltaron avisos, comunicados, acciones, advertencias, en fin, muchos
detalles significativos que continuamente por 42 días le hicieron recordar de la
invitación al festejo mayor.
Todavía más, hasta le daban a escoger dos horarios para que asistiera. ¡¡Uf!!, iría,
si no le gustaba, se saldría, al fin entre tanta gente, ni notarían su presencia y
menos su ausencia.
Llegó el día de la cita, cuando arribó al lugar indicado, todo estaba a oscuras y en
silencio. Hasta pensó que se había suspendido, pero antes siquiera de tocar,
percibió que la puerta estaba abierta de par en par, Entró, cuál no sería su
sorpresa que había muchos, en silencio, esperando. Tal vez el organizador no
había llegado o se le habían ido de las manos las cosas, como por ejemplo
prender la luz. Se metió pensando que realmente en cualquier momento se podría
escabullir, lo único que necesitaba era dejarse ver por uno o dos conocidos para
comprobar que había estado.
Había muchos que no conocía, por lo que tuvo que esperarse a encontrarse con
alguien conocido. En eso llegó el organizador, reconoció su voz pero aún seguían
a oscuras. Empezó a hablarles de la importancia del festejo, pero ni sus luces del
festejado. ¡Qué raro!, que fiesta tan desorganizada, pensó. Por un rato, el
coordinador siguió hablando del agasajado, y con cada Palabra que compartía,
ella sentía que su corazón ardía. Se le hacía conocido por lo que decían de Él,
pero no estaba segura de ubicarlo bien.
Luego los invitó a cantar para irse alegrando, y cuando lo hacían, se prendieron
las luces, sonaban cascabeles, campanas y el festejado con una sonrisa gloriosa
los acogía, había estado todo el tiempo, pero como las luces habían estado
apagadas no lo habían notado. Entonces les dijo: Bienvenidos, los he estado
esperando desde hace mucho tiempo. Qué bueno que festejan conmigo mi triunfo.
Me siento muy pero muy contento de que estén aquí. Estaba observando cómo
iban llegando y al reconocerlos a cada uno, me fui sintiendo muy feliz de que
hubieran aceptado festejar conmigo. Era tan fuerte su personalidad y tan cálidas
sus Palabras que parecía que el corazón femenino iba diluyéndose en la alegría,
la cercanía, la calidez y el amor que emanaba el anfitrión. Entonces el festejado
dijo: Esta es una fiesta, así que bailemos, cantemos, gocemos y comamos.
Empezó a sonar música, había dos grupos musicales, se alternaban dándole a la
celebración un ambiente de alegría, a veces con canciones reflexivas y en otros
momentos con melodías tan movidas que era casi imposible dejar de bailar. Hubo
un momento en que se dieron un abrazo tan fraterno, que no importaba si eran
conocidos o no, pues cada uno de los invitados sentían el gusto por estar ahí, que
alegres lo compartieron con otros. Se veían varias formas de celebración, unos
alzaban las manos mientras cantaban alegremente, otros también bailaban, los
más serios o penosos, cantaban bajito, otros aplaudían. No obstante, el ambiente
se llenó de tanta alegría porque el festejado les sonría, los acogía y les decía que
los amaba, que era imposible permanecer impávidos ante Su regocijo, pues una y
otra vez repetía que estaba muy contento de que estuvieran con Él.
Estaba asombrada, el ambiente de compañerismo, era tan fraterno, que se
experimentaba un sentido de comunidad y cercanía entre todos los concurrentes.
El organizador exultaba alegría contagiosa. El festejo duró lo necesario, pero
muchos no se querían retirar, hasta el grupo de jovencitos y adultos jóvenes que
tocaban amenizando, no paraban. Ella no dejaba de cantar y bailar.
Más allá de la alegría que vivió, salió llevando el mensaje que el festejado repitió
de varias formas y que les invitó a compartir con todos, especialmente con los más
necesitados, los tristes, con los que no lo conocían, con los que se sentían solos o
incomprendidos, con los que no tenían un proyecto de vida, con los que estaban
agobiados, con los enfermos del cuerpo o del alma o de la mente, Él dijo varias
veces con mucha alegría: "Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el
fin del mundo";. Mat 28, 20b.
¡Felices pascuas de resurrección!