#sentipensares2025 Las mujeres también fueron llamadas y respondieron con valentía
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| Luz Estela (Lucha) Castro
El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús llamando a Simón Pedro, a Santiago y a Juan a dejarlo todo y seguirlo. Pero esta llamada no es solo para ellos. La Iglesia nos ha enseñado durante siglos que este pasaje es sobre la vocación de los hombres, pero desde la teología feminista sabemos que la invitación de Jesús es para todas las personas, sin distinción de género, identidad sexual o edad.
Las mujeres también fueron llamadas y respondieron con valentía. María Magdalena, Juana, Susana, Marta y María, entre otras, siguieron a Jesús, escucharon su palabra, fueron testigos de sus milagros y anunciadoras de su mensaje. Sin embargo, la historia oficial de la Iglesia las ha silenciado. Hoy, desde nuestra fe en un Dios de justicia y amor, reivindicamos sus voces y afirmamos que la llamada de Jesús sigue siendo para todas y todos.
Este Evangelio nos invita a tres cosas fundamentales:
1. A CONFIAR
Jesús les dice a los pescadores que vuelvan a lanzar las redes después de una noche de fracaso. Esta invitación no es ajena a la realidad de quienes han sufrido derrotas, pérdidas y desesperanza. ¿Cómo confiar después de una noche de fracaso?
¿Qué significa esta invitación para una niña o un niño en Gaza, que ve su hogar reducido a escombros y escucha el llanto de su madre porque la guerra le ha arrebatado a su familia? ¿Cómo decirle que confíe, cuando la humanidad ha fallado y el silencio de la comunidad internacional parece más fuerte que la voz de Dios?
La confianza a la que nos llama Jesús no es ciega ni ingenua. Es la certeza de que Dios no es indiferente a nuestro sufrimiento. El Dios Aba, papito amoroso que nos enseñó Jesús, llora con cada niña y niño herido por la guerra, sufre con cada madre que ha perdido a su hijo. La confianza que nos pide Jesús no es en las estructuras de poder ni en los grandes discursos vacíos, sino en su presencia que, como la RUAH, el aliento divino, sigue soplando en medio del dolor y manteniendo viva la esperanza.
2. A LANZAR LAS REDES MAR ADENTRO
Jesús no les dice a los pescadores que se queden en la orilla. Les pide que vayan mar adentro, a lo profundo, a lo desconocido. Esta es una invitación a no quedarnos en la superficie, a entrar en lo más hondo de la vida y de la fe.
¿Qué significa ir mar adentro para una madre que busca a su hija o hijo desaparecido? Significa sumergirse en un camino de dolor e incertidumbre, enfrentarse a la indiferencia de las autoridades, a la desesperación, al miedo. Pero también significa no rendirse, no dejarse vencer por la oscuridad. Ir mar adentro es seguir buscando, seguir nombrando a quienes otros quieren borrar, seguir gritando justicia cuando el mundo prefiere callar.
Dios está en esa búsqueda. La RUAH sopla en cada madre que pega un cartel con la foto de su hijo o hija, en cada persona que acompaña a las familias en su lucha. Jesús nos enseña que ir mar adentro no es un camino fácil, pero es el único camino hacia la verdad y la vida.
3. A DEJARLO TODO Y SEGUIRLE
Cuando los pescadores ven la pesca milagrosa, no se aferran a los peces. Lo dejan todo y siguen a Jesús.
¿Qué significa seguir a Jesús contra toda desesperanza para las y los migrantes que son arrojados como basura por quienes los ven como una carga? Significa caminar con el cuerpo herido y el corazón lleno de sueños, significa sostenerse unos a otros en el camino, significa no perder la fe en la dignidad propia cuando el mundo insiste en deshumanizarles.
Jesús mismo fue un migrante, su familia huyó a Egipto para salvarlo de la violencia. El Dios en el que creemos no está en las fronteras que separan, sino en los brazos que acogen, en las manos que construyen puentes y en los pies que caminan con esperanza.
El llamado de Jesús sigue vivo hoy. Nos llama a confiar cuando todo parece perdido, a ir mar adentro cuando el miedo nos paraliza, a seguirle cuando la desesperanza nos tienta a rendirnos. El Dios Aba, papito amoroso, y la RUAH que da vida nos acompañan en cada paso. Que nosotras y nosotros, juntas y juntos, respondamos con valentía: “Aquí estamos, mándanos”.