¿Que es parresia? Francisco la recomienda para ser santo



Parresía es una palabra de origen griego que el Papa Francisco ha colocado sobre el candelero al hablar sobre la santidad. Los que no sintonizan mucho con Francisco se fijan en el contraste existente entre el gran teólogo que fue Benedicto XVI y el más bien divulgador de la teología que es Francisco. Pero en su última Exhortación Apostólica Alegraos y Regocijaos, Sobre la llamada a la santidad en el mundo actual, junto a innumerables citas bíblicas y a frecuentes alusiones al gran teólogo Santo Toma de Aquino, Francisco castellaniza esta palabra griega y dedica un buen apartado de su escrito a comentar el papel que juega la parresía en el acercamiento a la santidad cristiana.

¿Que destaca Francisco al usar este término proveniente del griego?


Significados múltiples
No es fácil una buena traducción de este término. Al no referirse el mundo físico (como oikos, que siempre se traduce por casa), la traducción es más versátil, más dependiente del contexto y de la intención. La definición que da el Diccionario de la Real Academia Española a la castellinación del término y que repiten otros diccionarios y enciclopedias ("figura que consiste en aparentar que se habla audaz y libremente al decir cosas, ofensivas al parecer, y en realidad gratas y halagüeñas para aquel a quien se dicen"), se refiere sólo a un uso de la Retórica y no entra en otros significados más próximos a la etimología del término; "decirlo todo" (de rema y pan, dicho y todo).

En la siete páginas que Francisco dedica en su escrito a la parresía, salen una serie de palabras y expresiones que configuran el significado múltiple que este término tiene en el Nuevo Testamento: "audacia", "fervor", "empuje evangelizador", "actitud llena de coraje", "entusiasmo", "hablar con libertad", "poner nuestros carismas al servicio de los otros", "sentirnos apremiados por el amor", "empuje del Espíritu para no ser paralizados por el miedo y el cálculo, para no acostumbrarnos a caminar sólo por dentro de confines seguros", "predicar tu palabra con toda valentía", "desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras"...Francisco concreta además media docena de citas expresas de esta palabra, de las 31 que se pueden encontrar en una Concordancia de los términos griegos del Nuevo Testamento. No se trata de llevar a cabo traducciones literales de la palabra parresía, sino de dar a entender todos los múltiples sentidos contenidos en este polifacético término. Poner en valor, la frase que ahora se repite hasta la saciedad. La ilustración que reproduzco, con una figura todo ojos y orejas y muchas antenas, abierta a todo lo que provenga de los demás, ya resulta significativa.

Su carencia, lo más significativo
Lo que más me ha impresionado -en el pequeño tratadito sobre la parresía de Francisco- no es todo el rico sentido positivo que el término tiene, sino lo mucho más que revela su ausencia, el sentido negativo manifestado en las situaciones en las que no se practica la parresía, en las que caemos "en la tentación de huir a un lugar seguro", para no afrontar el tener que dar la cara y asumir compromisos. Francisco enumera los "muchos nombres" que tiene el refugiarse en "lugares seguros": "individualismo, espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos, dependencia, instalación, repetición de esquemas ya prefijados, dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio en las normas... Nos resistimos a salir de un territorio que nos era conocido y manejable" (Gaudete et Exultate, número 134).

Cada uno de los términos de la enumeración merecería un comentario. Son situaciones heterogéneas, algunas no frecuentemente valoradas como negativas, pero todas manifestativas de la falta de arrojo que supone el no salir de los propios esquemas. Es mucho más cómodo el refugiarse en los "lugares seguros", pero Francisco recomienda el riesgo de la desinstalación. La llamada es muy clara: "La costumbre nos seduce y nos dice que no tiene sentido tratar de cambiar algo, que no podemos hacer nada frente a esta situación, que siempre ha sido así y que, sin embargo, sobrevivimos. A causa de ese acostumbrarnos ya no nos enfrentamos al mal y permitimos que las cosas `sean lo que son´, o lo que algunos han decidido que sean".

Francisco advierte que para atender a estos reclamos hace falta que "el Señor venga a despertarnos"; más incisivamente, hace falta que el Señor venga a "pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la inercia". Consciente de lo que esto supone y contando con el testimonio de los santos auténticos, Francisco recuerda que "la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados, devorados por el entusiasmo de comunicar la verdadera vida … a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante".

Retrato personal
Todo lo anterior lo dice Francisco al describir, al final ya de su escrito, los cinco aspectos de la "llamada a la santidad". Junto a la parresía, los otros cuatro son el "aguante-paciencia-mansedumbre", "la alegría y el sentido del humor", "el vivir en comunidad" y "la oración constante". En todo el escrito y en estos cinco brochazos finales, la santidad es presentada como algo a lo que todos los cristianos somos llamados, como algo que evitará que la vida cristina se convierta en un simple "museo de recuerdos".

Un rasgo final sobre la implicación personal de Franciscoen todo esto. Al escribir las Constituciones, San Ignacio traza una descripción subidísima de las cualidades que debería tener el P. General de la Compañía de Jesús. La descripción resulta casi inasequible, por lo ambiciosa que resulta. Los comentaristas han resaltado, con todo, que, indirectamente y sin pretenderlo de ningún modo, la descripción realizada constituye el mejor retrato de la figura de san Ignacio de Loyola. Algo parecido se podría decir del contenido de este escrito sobre la santidad y, más concretamente, de lo apuntado sobre la parresía: se hace una descripción de la ejemplar intrepidez que tiene el jesuita Francisco en su pontificado*.




* El gran moralista español Marciano Vidal ha publicado en el semanario Vida Nueva (número 3.086, 9-15 junio 2018, en un Pliego, incluido en las páginas 23-30) un completo comentario al escrito de Francisco, con una mirada además muy atenta a su conexión con la moral: Una espiritualidad evangélica, alegre y puesta al día. Sobre la exhortación apostólica `Alegraos y Regocijaos´. Merece mucho leerse, para recibir una valoración cabal sobre el escrito papal.
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