Morir con las botas puestas
¿El por qué de este tema de hoy? Sabéis que siempre me gusta compartir la vida, cosas que todos hemos sentido, vivido o pensado en algún momento, y hoy traigo ante vosotros el sentir de algunas personas que han sido educadas toda su vida en la obediencia, en el trabajo y en el no saber decir “no” en demasiados momentos de la vida, algo inculcado como fuego en el crisol.
El problema de estas personas es que cuando llegan a una determinada edad y la salud empieza a decrecer, no son conscientes de que su ritmo de trabajo no puede ser el mismo y es necesario aminorarlo. Se sienten y piensan igual que en los mejores momentos de su vida, empiezan a encerrarse en sí mismos, en su forma de pensar y actuar como la mejor, la válida. No admiten consejos de quienes les rodean, sienten que es mejor morir con las botas puestas, que trabajar a un ritmo más adecuado a sus posibilidades.
Esto es algo que estoy descubriendo con gran dolor en personas ante una gran impotencia y frente a su tozudez, pero ¿Qué hacer ante situaciones de ese tipo, ante personas con un suicidio anticipado? Pensareis que cada uno es dueño de su vida, creo que esto es una verdad a medias. No decidimos cómo o donde nacer, pero en muchas ocasiones, sí cómo morir.
Cuando su decisión es: mejor morir que aminorar. Entonces sólo nos queda asumir o decir como María ante su Hijo ¡Hágase! Rezar y ponerlo ante Él…
¿Os habéis encontrado en algún momento de vuestra vida situaciones con estas características?
Ojalá que nunca lo hagáis…