La Navidad es el gran don de Dios que nos regala a toda la humanidad.
Nos impulsa a una lucha constante por la persona, por todas las personas; y, sobre todo, por los más pobres y débiles.
El grito de Dios es un desgarro a favor de las mujeres maltratadas, personas en paro, inmigrantes rechazados, desahuciados de nuestra sociedad, para todos los olvidados. Ahí es donde los cristianos tenemos que hacer posible que la Navidad llegue a todos los rincones donde a la persona se le niega la dignidad que Dios le ha dado.
Celebremos pues, este don acercándonos al Dios hecho humanidad.
Mis mejores deseos caminando siempre hacia la esperanza y soñando por un mundo que solo está en nuestras manos cambiar.
¡Felices Navidades y un 2013 más agradable para los que más sufren!