¡Qué importante es tener motivos para esperar!, para ilusionarse, para tener esperanza…
Parece que cada vez nos “meten” por los ojos antes la navidad, una navidad con minúsculas porque sólo es comercial, la verdadera Navidad está por llegar y para prepararnos a ella, tenemos antes un tiempo precioso litúrgicamente, que es este en el que nos encontramos.
Quizá alguien piense que el momento en el que estamos viviendo socialmente no es el mejor para conservar la esperanza, pero yo me pregunto: si perdemos la esperanza, la ilusión cada día, cada amanecer que se nos regala ¿qué nos queda?
Los cristianos tenemos suficientes motivos para esperar, para fiarnos. Sabemos positivamente que después de la noche oscura siempre hay un rayo de luz que disipa las tinieblas. Llegará la paz a un mundo egoísta, llegará el amor, llegará Jesús. ¡No lo dudéis!
El Adviento es el tiempo en el cual Dios nos promete que sigue aquí, entre nosotros. Por lo tanto, no sigamos esperando a quien ya ha llegado. Que no nos pase como al centinela, que se dedicó toda su vida a esperar a quien a que ya estaba a su lado…
Yo me pregunto: ¿de verdad siento que es un tiempo para ilusionarme, qué es lo que verdaderamente me ilusiona, qué busco?
Isaías en el cap.43 nos dice a cada uno de nosotros:
“No temas, yo te he elegido, estoy contigo” ¿me lo creo?