Así es cómo caminamos cada día, cómo intentamos avanzar y salir adelante en estos momentos de crisis, que por otra parte, no son los primeros que vivimos ni tampoco los últimos, donde luces y sombras conviven unidas. El poder y la impotencia… sensaciones que seguro más de una vez hemos sentido. Pero seguimos caminando, intentando quitar las piedras que nos dificultan seguir avanzando y agarrarnos a esa FUERZA que nos sostiene. Una FUERZA que es diferente al resto porque en ella hay amor, hay fe, hay esperanza, hay servicio…
Para la gente sencilla, de buen corazón, sus riquezas no son el dinero, sino la vida y en ella todos sabemos que no tenemos nada para siempre. Pero sin embargo, somos ricos porque cada día está lleno de diferentes nombres, gestos, palabras, recuerdos con los que seguimos caminando hacia un mundo que nos llama y nos grita pidiendo libertad. Nos pide dejar de lado las ataduras, vaciarnos de aquello que no nos dejar seguir aceptando esas luces y sombras a las que hacía mención, en una palabra: aprendiendo a vivir la desposesión como forma de libertad.