Aunque penséis que no, porque todo en este momento tiene un tinte algo negativo y negro, no siempre la evidencia es tan evidente.
Estamos a las puertas del Adviento. Para los cristianos especialmente, debería de ser un tiempo de “allanar” los caminos. Se nos invita ahora más que nunca, a la esperanza, a la ilusión, a la confianza, al amor. Creo que es bueno sentir que tenemos a ALGUIEN cerca con quien me cruzo de vez en cuando… en otra persona, en un gesto, en una palabra de amor… ¿Dónde estás y quien eres?...
Cuando lo sentimos en nuestras vidas, de verdad, no solo de palabra, entonces es cuando desaparecen nuestros miedos. El defensor de los últimos, la esperanza del que nada tiene, nos invita a ser levadura, a luchar por un mundo sin excluidos, más justo, donde nadie sea amo ni servidor de nadie.
¿No creéis ahora, que de verdad, hay motivos para estar alegres?
La carta a los Filipenses que seguro todos conocemos nos dice: “Estad alegres, nada os preocupe porque vuestras peticiones serán presentadas a Dios que sobrepasa todo juicio” (Flp 4, 4-7).
¿Qué lugar ocupa en mi vida, si es que lo ocupa?...
¿Qué cosas me hablan de su cercanía?
Sería bonito aprovechar este tiempo para liberarnos de tanta angustia y pensar qué motivos tengo para ser feliz, porque por muy mal que nos vayan las cosas, todos tenemos alguno…