Reflexión bíblica sobre el Jubileo, Isaías 61 leído por Lucas 4 Pensando el Jubileo: el perdón como hecho social

La esperanza no defrauda (Rom 5,5). A propósito del próximo jubileo
La esperanza no defrauda (Rom 5,5). A propósito del próximo jubileo

Reflexión bíblica sobre el Jubileo, Isaías 61 leído por Lucas 4.

El perdón como hecho social. Superar el jubileo con una vida de "derecho y justicia".

Pensando el Jubileo

Eduardo de la Serna

El llamado “Jubileo” es – como se sabe – una institución bíblica.

Partiendo de la experiencia pastoral de la misión popular en la diócesis de Quilmes, hace tiempo hice una breve referencia al Jubileo[1]. Hoy pretendo señalar – partiendo de lo allí dicho – algunos elementos nuevos y viejos.

Es sabido que el “jubileo” hace referencia al cuerno del carnero (en algunas traducciones se dice “trompetas”), el cual es, a su vez un instrumento musical que, al resonar por todo Israel, indicaba, precisamente, la llegada de esta conmemoración. El término hebreo es yôbēl, que suele traducirse al griego por sálpigx (instrumento) o áfesis (jubileo). Como instrumento, en el término griego, suele estar relacionado con la batalla, como se ve desde Josué (6,5-20) y en otros textos (cf. Jer 4,5; Ez 7,14; Job 39,25; 1 Cor 14,8) aunque también se utiliza para convocar a reunión importante (por ejemplo, litúrgica; cf. 1 Cro 16,7; Sal 81,4). Incluso se convoca a fiesta por haber vencido en la batalla (1 Sam 13,3). En Núm 10,2-10 se distingue el tipo de convocatoria según el sonido del cuerno. En realidad, entonces, el objetivo es una reunión, sea esta bélica, litúrgica o social-política. Así, el tiempo definitivo de la reunión con Cristo, Pablo lo expresa como el toque de una trompeta (sálpigx), propio del final de los tiempos (1 Tes 4,16; 1 Cor 15,52). El término hebreo, como decimos, se usa en ambos sentidos, por ejemplo, para la batalla de Jos 6 o para el jubileo de Lev 25 y 27 (fuera de estos textos, el término solamente se encuentra en Ex 19,13, como instrumento de reunión, Núm 36,4, referencia al jubileo, Jer 17,8, entendido como corriente de agua y en Gen 4,21 como nombre propio, antepasado de los que tocan instrumentos musicales). El texto de Lev 27 señala la celebración, mientras que Lev 25 lo explica, por lo que debemos detenernos, precisamente, en esta unidad literaria.

Simplemente de ha de distinguir de kéras, cuernos (Gen 22,7; cf. 1 Re 22,11), en sentidos varios: donde se conserva aceite (1 Re 1,39), pero también los del altar; Ex 27,2; Lev 4,7.18.25…Am 3,14; Jdt 9,8), símbolo del poder (real) cf. Sir 47,11; Sal 148,14 o de fuerza (1 Sam 2,1; 2 Sam 22,5; Sal 17,3) sentido que utiliza la apocalíptica (cf. Dn 7-8; Ap 5,6; 9,13; 12,3; 13,1.11; 17,3.7.12.16).

Levítico 25

Como se ve, el tema dice relación directa al sábado y a la tierra, pero a su vez está estrechamente ligado a la libertad (liberar la tierra, liberar a los esclavos…). Es interesante señalar que, en el Medio Oriente, cuando las situaciones económicas eran excesivamente oprimentes, en ocasiones el rey – para mostrar su “magnificencia” (= gracia) – decretará la caducidad de todas las deudas; pero, es obvio, la diferencia con nuestro caso, es que se trataba de algo ocasional e inesperado, no – como en el caso bíblico – de algo previamente estipulado. El tema, como se ve, en su origen, es exclusivamente económico-social. Es comprensible, por caso, que alguien eligiera no prestar o tomar en prenda una tierra si el año sabático era inminente, y, precisamente frente a eso (y la intervención de Dios) alerta el texto (vv.18-22). En estos casos, a su vez, se supone la presencia del go’el (lit. “rescatador”): el pariente que debe rescatar la tierra o al pariente esclavizado; el jubileo, en este caso, muestra a Dios como go’el de aquellos que no tienen los medios para ser rescatados. Un pariente debe rescatar cuando sea posible a su pariente empobrecido (“si se empobrece tu hermano” es un Leitmotiv de la unidad, cf. vv. 25.35.39.47); el jubileo, es un evento nacional que ocurre dos veces en el siglo. No rescatar, por ejemplo, cuando se pudiera, por motivaciones de cálculo económico, es motivo de vergüenza (cf. Dt 25,8-10).

El jubileo fue, pues, un mecanismo para prevenir esto (los latifundios) y preservar el tejido socioeconómico de la tenencia de la tierra por parte de múltiples hogares, con la igualdad comparativa y la viabilidad independiente de las familias más pequeñas, y sus unidades de tierra.[2]

El jubileo es

Un verdadero programa de reforma social, el más radical de cuantos registra el AT (… su) finalidad principal es la de promover la solidaridad entre los miembros del pueblo de Dios, impidiendo la ruina completa de las personas endeudadas y la excesiva acumulación de riquezas en las manos de unos pocos.[3]

Mirando detenidamente el texto, es interesante que comienza aludiendo a que Dios habla desde el Monte Sinaí, lo cual remite a la donación de la Ley, y, a su vez, a la libertad – esclavitud, en obvia referencia a Egipto. En este contexto de libertad, la referencia es al descanso incluso de la tierra (madre), y que a su vez sea alimento para todos sin exclusión.

La libertad precisa seguridad económica y libertad del empobrecimiento e independencia económica (…) la tierra no es objeto del libre mercado puesto que la compra o la venta permanecen bajo restricciones teológicas (…; esto incluye la prohibición de intereses y usura que lleva a la subordinación), YHWH quiere que los israelitas sean personas libres en su propia tierra (…). (Es evidente que el endeudado solo puede pagar con su trabajo). Obviamente, el ‘mercado’ por sí mismo no se preocupa de las personas que son reducidas a la pobreza, y Levítico 25 imparte los criterios de que una sociedad no puede prosperar en su totalidad si uncierto número de sus miembros han perdido significativamente su poder económico e independencia.[4]

Sin embargo, estas normas de vida de Israel, no es evidente que se hayan cumplido lo que no impide marcar el horizonte de la voluntad de Dios para todo tiempo.

Ahora bien, si esto no se llevó adelante en tiempos en los que Israel era independiente, ciertamente era totalmente inaplicable en tiempos de dominación y sometimiento. Los poseedores de tierra o esclavos, sin duda, no cederían sus beneficios guiados por una divinidad que desconocen.

En un sugerente artículo sobre el Jubileo y su aparente referencia en Isaías 61, Severino Croatto afirma claramente, sobre el Jubileo que “Levítico 25, (es) el único texto bíblico que trata del tema”.[5] Por eso concluye:

Cuando uno vuelve, después de haber trabajado exegéticamente en los dos oráculos proféticos, a los textos del Pentateuco sobre los años “santos” sabático y jubilar, encuentra que tienen poco de común con el lenguaje profético. Los profetas no condicionan la praxis de solidaridad a determinadas fechas fijas (siete o cincuenta años), sino que la exigen siempre.

Por otra parte, los contenidos de las instituciones del año sabático y jubilar son muy diferentes. En el lenguaje, al menos, no se tocan. El sentido fundamental de los años “santos” es el concepto de “devolver” (de un lado), o “recuperar” (del otro), trátese de libertad personal, de tierras o de deudas. El sentido nuclear del mensaje profético es más de fondo, ya que se trata de “no originar” la esclavitud, la deuda del otro o la pérdida de sus posesiones.

Por eso los profetas son radicales. Si se mira bien, en la base de la esclavitud, de la deuda o de la pérdida de una propiedad (casa o tierra) hay alguna forma de injusticia social. Lo que señalan los profetas, por supuesto que indirectamente, es que el año sabático o el Jubilar son males menores.[6]

Sea como fuere, una nota merece destacarse sobre el uso de la “libertad”. En Lev 25,10 se señala que “se proclamará libertad en la tierra”; el término hebreo no es frecuente y salvo en Jer 34 (y Ez 46,17) sólo vuelte a encontrarse en Is 61,1. El sustantivo derôr (que proviene del acádico andurarum) refiere siempre a la manumisión de los esclavos, y – en su origen – también a la remisión de deudas o retorno de bienes vendidos a sus originales propietarios.[7]

Como se ve, sea que el Jubileo fuera una institución nunca aplicada, o si es sólo mencionada una vez en toda la Biblia, o no lo fuera, lo cierto es que por uno u otro motivo (litúrgico o profético) hay una clara insistencia en la libertad, la tierra, el descanso, la solidaridad y la justicia. De hecho, es interesante que en los tiempos de opresión se haga referencia a “recuperar los sábados” (cf. Lv 26,45; Is 49,8.19; 61,4; Ez 36,3.8-11.24-36; 2 Cr 36,21-22): ustedes no le concedieron descanso a la tierra, y por eso, ahora los campos quedarán desolados, ustedes serán cautivos, y la tierra recuperará los sábados perdidos, disfrutando el descanso que ustedes no le dieron (Lev 26,32-35).[8]

Ahora bien, deteniéndonos en el sustantivo griego áfesis (que traduce yôbēl, “jubileo” en Lev 25 (15 veces) y 27 (6 veces) y también derôr (de Lev 25, Is 61 y Jer 34 y Ez 46) en los evangelios suele traducirse por “perdón” (de los pecados; cf. Mt 26,28; Mc 1,4; 3,29; Lc 1,77; 3,3; 24,47 y en Hechos, 5x. El término no se encuentra jamás en Pablo, por ejemplo). El verbo perdonar, en cambio (afíêmi) es más frecuente: Mt 47x; Mc 34x; Lc 31x; en Jn 14x, 3x en Hechos y 5x en Pablo.

Pero afíêmi es permitir o no, renunciar, dejar cosas, personas, situaciones, como por ejemplo los pecados o también deudas: dejar las redes, dejar a alguien hacer algo, dejar (atrás) los pecados...

Lucas 4, Jesús en la Sinagoga lee Isaías 61 (+ 58)

El texto de Lucas 4, en el que Jesús lee el texto de Isaías 61 merece ser brevemente mirado:

El espíritu del Señor (YHWH) está sobre mí,

Porque me ha ungido (ejrisén) para evangelizar (euaggelísasthai) a los pobres.

Me ha enviado (apestalkén) a proclamar (kêryxai) a los cautivos la libertad (áfesin), a los ciegos la vuelta a la visión (anablépô), envió (aposteilai) a los oprimidos en libertad (afései),

proclamar (kêryxai) un año agradable[9] del Señor (YHWH).

Notemos, a partir de esto algunos elementos.

Kêrýxai, “proclamar públicamente”, indica que la salvación entra en vigor por la palabra (pero no enteramente por los hechos). Para Lucas, “el año” es el advenimiento del tiempo escatológico, que fue anunciado por la relectura profética del tema del año del jubileo (Lv 25,8-54). El tema del Ungido del Señor y la mención del año del jubileo anuncian conjuntamente el complimiento definitivo de la voluntad divina.[10]

La primera parte está caracterizada por el verbo ungir (recordar que Cristo se traduce “ungido”, del verbo jríô). Jesús es el Mesías / Cristo / Ungido para evangelizar a los pobres. Esa “buena noticia” a los pobres se ejemplifica también en 7,22:

Vayan a informar a Juan lo que han visto y oído:

los ciegos la vuelta a la visión (anablépô)

los cojos caminan

los con lepra son limpiados y

los sordos oyen

los muertos resucitan

los pobres son evangelizados (euaggelízonthai)

En la segunda parte, marcada por el verbo “enviar” la mención es a la libertad y una doble proclamación, precisamente la libertad y el año del Señor.

Nuevamente hay una inversión de la situación de los que están en un contexto dramático: antes, los presos, cautivos, ahora, cojos, ciegos… y en ese contexto el anuncio de buenas noticias a los pobres concentra (al comienzo en Lc 4 y conclusivamente en Lc 7) todo el anuncio del Evangelio y su praxis liberadora.

El cuerno (shofar; a veces traducido por trompeta) es un instrumento de viento hecho con cuernos de carnero y se suena para convocar a la asamblea; la convocatoria – en ocasiones depende del sonido – puede ser litúrgica, política, bélica. En el caso del jubileo se señala expresamente:

Entonces el cuerno (shofar) sonará el séptimo mes el día diez del mes, el día de la expiación sonará el cuerno (shofar) por toda la tierra. (Lev 25:9)

concluir que el 26/27 d.C. se celebrara como año santo y que Jesús hiciera alusión a ello requiere mucha fantasía. En primer lugar, está la predicación de la salvación a los pobres, como en 6,20 y luego, la concepción de Jesús como profeta (…). Para Lucas, por lo tanto, es particularmente importante la adición de Is 58,6 "para poner en libertad a los oprimidos (mismo término también para "remisión, perdón"), que Jesús no pudo haber encontrado en el texto de Is 61,1...; Jesús no sólo anuncióla remisión de los pecados y la libertad (como el Bautista, 1,77; 3,3), sino que las trajo (ver 24,47). La primera palabra que escuchamos pronunciar al Jesús adulto es "hoy".[11]

La profecía que Jesús lee tiene una clara e inconfundible temática de justicia social que encaja con el Magnificat de María (1,46-55) (…) Lucas modifica el recipiente de la buena noticia a los pobres, los “ciegos” y los “oprimidos” (4,18-19). Es una alteración que alarga el círculo de los mencionados en Isaías especificando los destinatarios de buenas noticias.[12]

En este contexto, además, en la referencia al Padrenuestro es interesante destacar un detalle.

Esquema 1

Es interesante por un lado el paralelismo entre “pecado” y “deuda”; ciertamente el primero en particular relación con el proyecto de Dios, mientras el segundo dice especial relación a las y los hermanos. Como por ejemplo, se ve en la parábola del rey que ha perdonado una gran deuda (Mt 18,28.30.34) o el administrador que estafa a su antiguo patrón (Lc 16,5.7). Las deudas, en estos casos son claramente económicas.

Y acá una pequeña reflexión final:

Es propio del Dios de Israel destacar que nuestra relación con él no se manifiesta en el culto o el templo, sino en la relación con el hermano, relación de “derecho y justicia”. “Después” sí (cf. Jer 7,7; Os 6,6…) viene el tiempo de la celebración. Esta es una manifestación de que quienes participan de un acto litúrgico son miembros vivos de un pueblo de hermanos. Y esto sigue vigente en el Nuevo Testamento: para Pablo, una celebración “eucarística” en la que los ricos no esperan a los pobres para celebrar juntos, “no es la cena del Señor” (1 Cor 11,20); el encuentro con Dios se hace patente, visible, “sacramental”, en el encuentro con las hermanas y hermanos, “a mí me lo hicieron” (Mt 25,40.45). Del mismo modo, las “deudas” con Dios (= pecados) y su perdón (áfesis) se hace patente en el perdón de las deudas (concretas, también económicas) con los hermanos y hermanas.

Centrar – entonces – el Jubileo exclusivamente en el tema del perdón de los pecados resulta parcial y limitado, además que parece centrarse en la relación intimista e individualista “entre Dios y yo” descuidando toda la dimensión comunitaria (= eclesial) de los Evangelios.

Como Elías (1 Re 13,1-6; 17,17-24) y Eliseo (2 Re 4,8-37; 5,1-19), la misión profética de Jesús incluye no solamente la proclamación de buenas noticias sino también curaciones, que hacen visible la irrupción del reino de Dios.[13]

No hay evidencia que el Año de Jubileo se haya practicado alguna vez, pero los ideales que ofrece de distribución equitativa de la tierra y los recursos y la condonación de las deudas permanecen en los tiempos. El Jesús de Lucas enseñando sobre los peligros de la acumulación de riquezas es eco de los ideales del Jubileo, y sus discípulos procuran una equitativa distribución de sus bienes (Hch 2,33; 4,34) (…) La proclamación de Jesús de buenas noticias a los pobres, liberación de los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad de los oprimidos comienza a ser realidad en la enseñanza de Jesús y sus discípulos, la predicación y sus acciones. El intento de poner en práctica estos ideales es un desafío para las subsecuentes generaciones de creyentes.  Las feministas pueden escuchar en la declaración de Jesús un grito conjunto para obrar en la erradicación de la pobreza que afecta, primordialmente, a mujeres y niños (…) Nos compromete a educar a los que son ciegos a prácticas y sistemas que oprimen a todos/as a obrar para cambiar esas prácticas y estructuras. Esas acciones llevarán a la plenitud los ideales anunciados por Levítico 25, el profeta Isaías y Jesús.[14]

Siempre es importante señalar que, si Lucas destaca que la situación de los pobres cambiará, y eso es una buena noticia (= Evangelio), su doble obra indica que cuando la comunidad vive conforme al proyecto de Jesús de fraternidad y sororidad, “no hay pobres”, “no hay necesitados” porque los bienes se ponen en común. Ahora bien, puede señalarse que la reapertura de los ojos ciegos se hace concreta en la conversión, en la cual los creyentes “ven” el camino del Reino y “siguen” al Señor, pero ¿cuándo los presos son liberados? ¿cuándo los oprimidos son libres? Pensar – como se ha hecho – que se hace alusión, por ejemplo, a las liberaciones milagrosas de Pedro y Pablo de las cárceles (Hch 12,1-19; 16,25-40) parece ignorar las prisiones y muertes del Bautista, de Santiago y del mismo Jesús. Probablemente deba entenderse, en este caso, en un sentido más programático que referencia a situaciones concretas.

Notas conclusivas:

La Iglesia católica romana celebra jubileos cada 25 años. Se corre – es habitual en todo lo humano – el riesgo de distorsionar su sentido siempre desafiante. Notemos algunos elementos:

Perdón: el perdón no se trata solamente de “perdón de los pecados”. Es de todo lo que ata a las personas que deben ser desatadas (es interesante la relación entre perdón y atar-desatar en Mt 18,15-20), como es el caso de las deudas; deudas de personas, deudas de países. Es evidente que las deudas suelen estar en el origen de las esclavitudes (ver Mt 18,25). La relación deuda – esclavitud – perdón – libertad es propia de los tiempos jubilares. El perdón es de los pecados y las deudas porque es en la relación entre las personas donde se hace patente nuestra relación con Dios.

Esclavos: La esclavitud, se dice, es cosa del pasado. Pero es evidente que sigue vigente de modo más o menos disimulado. No solamente los endeudamientos, sino el empobrecimiento, la utilización de las personas y los abusos, el aprovechamiento de las distintas formas de poder que tienen cautivas a muchas personas. Además de las adicciones (que ciertamente esclavizan limitando, a veces al extremo, las libertades personales, sean las adicciones a consumos problemáticos, al alcohol, el juego, los celulares) … La libertad no es sino aquello que todas las personas pueden decidir con plena convicción y posibilidades de escoger lo contrario o lo diferente. La libertad de todas las esclavitudes es característica indispensable del tiempo jubilar, y sin ella todo sería espiritualismo o ficción.

Kerygma: por una lectura bultmaniana y ya descartada, se ha entendido el kerygma como el primer anuncio de lo fundamental, que luego sería ampliado por la catequesis. El verbo kerysso significa anuncio, y en Lc 4 indica claramente que se proclama libertad a los cautivos y que se proclama un año que es favorable al proyecto de Dios (vv.18.19). El kerygma es la liberación, es el anuncio de buenas noticias (Evangelio) a los pobres. Presentar un kerygma que ignore o deje de lado la situación de los pobres y la voluntad de Dios de que su situación cambie, es, nuevamente espiritualismo y ficción.

Año de Gracia – profetas: Es evidente que en un año jubilar – haya o no jamás ocurrido – alguien ha sido esclavizado, alguien se ha empobrecido, y se procura remediar su situación, pero sería ciertamente preferible que dichas cosas nunca hubieran ocurrido. La predicación de los profetas marca caminos en este sentido, pero cuando las personas nos alejamos de Dios y sus proyectos (= pecado) Dios mismo nos brinda los caminos para restaurar el orden fracturado. El jubileo, entonces, es esa posibilidad a la que sería de desear nunca se hubiera llegado. El camino sistemático de implantar “el derecho y la justicia” (mispat wetzedaqa) debería ser el modo de vida pretendido, aunque en ocasiones provoquemos lo contrario “derramamiento de sangres y clamores” (mispaj wetze’aqa) (Is 5,7). Pero aún en estos casos, Dios no se desentiende de su pueblo y le tiende la mano a la conversión, al cambio de mentalidad.

Tierra – techo – trabajo: desde hace tiempo el Papa Francisco ha insistido en las “Tres T”: techo, tierra, trabajo. Probablemente estas tres “utopías” sean características de un tiempo jubilar, también utópico, en la que no haya esclavos, sino trabajo digno, no haya latifundios, sino que cada quien tenga su tierra, no haya migraciones forzadas (y millones de muertos por su causa) sino que cada quien tenga su techo, su hogar… su vida plena.

Quizás mirando todo esto, el acento del próximo Jubileo no esté puesto en cosas incomprensibles o sin sentido, y seamos capaces de celebrarlo en la recomposición de una vida siempre más humana y – por ello – más divina, y, además, que no se ata a ritos sino a una praxis de libertad y de fiesta, de ojos abiertos y de buenas noticias a los pobres.

[1] E. de la Serna, Con los pies en el barro. Teología de la misión popular, Montevideo 1993, 81-83.

[2] Ch. J. Wright, “Jubilee, year of”, en ABD III:1027.

[3] A. Levoratti, “Levitico”, en A. Levoratti (dir.), Comentario Bíblico Latinoamericano. Antiguo Testamento I; Estella (Navarra): ed- Verbo Divino 2005, 512.

[4] Th. Hieke, “Leviticus”, en J. J. Collins – G. Hens-Piazza, B. Reid – D. Senior (eds.), The Jerome Biblical Commentary for the Twenty-First Century (Third Fully Revised Edition), London – New York – Dublin: T&T Clark 2022, 305-306.

[5] S. Croatto, “Del año jubilar levítico al tiempo de liberación profético (Reflexiones exegéticas sobre Isaías 61 y 58, en relación con el Jubileo)” en RIBLA 33 (1999) 76. Todo este número está dedicado al Jubileo con motivo de la proximidad del año 2000. Toda la revista puede verse en https://www.centrobiblicoquito.org/images/ribla/33.pdf.

[6] Ibid.. 95.

[7] Cf. S. Croatto, Imaginar el futuro. Estructura retórica y querigma del Tercer Isaías, Buenos Aires – México: Lumen 2001, 253.

[8] Cf. A. Portier-Young, Apocalipsis contra Imperio. Teologías de resistencia en el judaísmo antiguo (Agora 39), Estella (Navarra): Verbo Divino 2016, 396-404.

[9] Con buen criterio L. T. Johnson señala que algunos prefieren traducir “año del favor / gracia del Señor” “para tomar el sentido del año de Jubileo, pero, sin embargo, el término dektos no es usado en LXX conesa conexión”, L. T. Johnson, The Gospel of Luke (SP 3), Collegeville, Minnesota: The Liturgical Press 1991, 79.

[10] F. Bovon, L’évangile selon saint Luc 1-9 (CNT 2ème serie IIa), Genève: Labor et Fides 1991, 207.

[11] E. Schweizer, Das Evangelium nach Lukas (NTD 3), Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht 1986, 58.

[12] M. Patella, “Luke”, en J. J. Collins et al, The Jerome Biblical Commentary for the Twenty-First Century, 1310.

[13] B. E. Reid – S. Matthews, Luke 1-9 (Wisdom Commentary), Collegeville, Minnesota: The Liturgical Press 2021, 131.

[14] Ibid., 140.

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