Un santo para cada día: 12 de junio San. Juan de Sahagún (Sembrador de paz y concordia. Patrono de Salamanca)
En este fraile agustino podemos ver uno de los más devotos entusiastas de la Adoración Eucarística y en España así se le reconoce. Había nacido en el pueblo de Sahagún (León) el 24 de junio de 1430
| Francisca Abad Martín
En este fraile agustino podemos ver uno de los más devotos entusiastas de la Adoración Eucarística y en España así se le reconoce. Había nacido en el pueblo de Sahagún (León) el 24 de junio de 1430. Sus padres eran Juan González del Castrillo, hidalgo castellano y soldado del rey Juan II y su madre se llamaba Sancha Martínez. Era el mayor de 7 hermanos. En el lugar donde estaba su mansión se levanta ahora una iglesia; tampoco existe ya la abadía benedictina donde Juan cursó los primeros estudios.
El padre soñaba con que su hijo eligiera el camino de las armas y llegara a ser un noble caballero, pero el muchacho era grave, dulce, bondadoso y más amigo de las letras que de las armas, así es que terminados esos primeros estudios, salió de su pueblo, llegó a Burgos y allí su obispo don Alonso de Cartagena lo tomó como paje, pero viendo la valía del joven empezó a distinguirle como a protegido, le ordenó sacerdote, le nombró capellán de su palacio, le hizo canónigo, dándole rectorías y beneficios, pero esto tampoco le satisfacía.
Posteriormente tuvo que ocuparse de la parroquia de Santa Gadea, famosa por el juramento que le hizo prestar el Cid al rey Alfonso VI, pero esto tampoco era lo suyo. Entonces decide ir a Salamanca cuando tendría ya unos 25 años. El antiguo canónigo llegó allí como un sencillo y pobre estudiante. Al año siguiente le pidieron que fuera a predicar al Colegio de San Bartolomé y gustó tanto su intervención que le invitaron a quedarse como Capellán. Allí estuvo tres o cuatro años, para después alojarse en casa de un sacerdote.
Una penosísima dolencia le obliga a someterse a una intervención, será el detonante para que se replantee su vida. Sale del hospital y se dirige al convento de San Agustín, donde vistió el hábito el 18 de junio de 1463. Tenía 33 años y el 28 de agosto de 1464, fiesta de San Agustín, haría su profesión.
Aunque amaba el retiro y la oración hubo circunstancias ajenas a él que le hicieron salir fuera de los muros del convento. Dos familias muy conocidas en Salamanca, los Manzanos y los Monroy, estaban enemistadas. Surgen disputas y peleas entre ellos, acabando incluso en asesinato. Llegaron los rumores hasta el convento y Fray Juan, que no soporta tanta miseria y tanto pecado, levanta la voz y se dedica a predicar por las calles el amor y la paz. En 1476 consiguió que los dos bandos enemistados se abrazaran y se perdonaran bajo juramento, a partir de entonces sería conocido con el sobrenombre de” Pacificador”. Tal acuerdo de paz se firmó en la casa de la familia Paz, en la calle de S. Pablo, donde a la entrada aún se puede leer una inscripción que dice: “ira odium generat concordia nutrit amorem”. Esta casa se conoce hoy día como la “Casa de la Concordia” y la plaza próxima donde está ubicada como la “Plaza de la Concordia”
Sus predicaciones solían ser amenas y persuasivas, pero también sabía ser firme y enérgico, cuando la ocasión lo requería. A veces se desplazaba a predicar en algunas villas salmantinas, como Alba de Tormes y Ledesma, donde tuvo problemas por hablar tan duramente contra los señores que tenían vasallos y no les daban buen trato. Dicen que las misas de Fray Juan eran famosas por su gran extensión, porque al tener la Hostia Consagrada en sus manos, el Señor se le aparecía y le hablaba y la gente se quejaba por la tardanza. Era un enamorado de la Eucaristía, como ya quedó apuntado y también un reconocido taumaturgo.
El 11 de junio de 1479, a los 49 años, fallecía en el Convento de San Agustín, probablemente envenenado por la amante despechada de un caballero, que se arrepintió de su mala vida por las predicaciones de Fray Juan y ella juró públicamente vengarse del fraile. Fue sepultado bajo el coro en el convento de San Agustín y posteriormente trasladado a la Catedral vieja de Salamanca.
Fue canonizado el 16 de octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII.
Reflexión desde el contexto actual:
Los hombres de Dios como Juan de Sahagún siempre encuentran la fórmula para resolver por la vía pacífica, los conflictos y enemistades que los demás no han sido capaces de solucionar por procedimientos violentos e injustos. ¿No es esto lo que nuestro mundo de hoy necesita? No es el poder, la imposición y la fuerza, los generadores de paz y concordia, ni siquiera lo es la ley por sí misma, porque si la ley no es justa y no está en consonancia con ley de Dios, más que reconciliación lo que engendra es malestar y odios