Un santo para cada día: 2 de febrero La Presentación de Jesús en el Templo y Purificación de María. (Festividad de Las Candelas)
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Presentación del Señor y Purificación de María, festividad que se suele confundir con la circuncisión, siendo así que se trata de acontecimientos diferentes. La circuncisión tenía lugar a los ocho días del nacimiento, la fiesta de la Purificación en cambio a los 40 días
| Francisca Abad Martín
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Presentación del Señor y Purificación de María, festividad que se suele confundir con la circuncisión, siendo así que se trata de acontecimientos diferentes. La circuncisión tenía lugar a los ocho días del nacimiento, la fiesta de la Purificación en cambio a los 40 días. La fiesta que celebramos hoy es conocida desde muy antiguo como la fiesta de la Candelaria, importada de Oriente, que se conocía con el nombre del Hypapante, en referencia al encuentro de la Sagrada Familia con los ancianos Simeón y Ana en el templo. Esta festividad fue impulsada por el papa Sergio y con ella se intentó dar protagonismo a la Virgen, hasta el punto de pasar a conocerse como la Purificación de María, llegando a ser una de las festividades marianas más importantes, juntamente con la Natividad, la Anunciación y la Asunción. Del carácter eminentemente mariano que esta festividad tuvo en tiempos pasados nos da idea el antiguo Misal Romano, donde figuran oraciones y antífonas dedicadas especialmente a la Virgen y que ponen de manifiesto su papel relevante en la celebración de esta festividad. Esto cambió desde el Concilio Vaticano II, a partir del cual la candelaria comenzó a tener otro significado y se la quiso vincular a nuestro Señor, haciendo de ella una festividad más cristológica que mariana, en la que Jesús es reconocido por Simeón y Ana como el Salvador de Israel y Mesías, pasando a ser conocida como la Presentación de Jesús en el templo. Este nuevo giro, se aprecia claramente si echamos una ojeada al actual calendario litúrgico, vigente a raíz del Concilio Vaticano II. En realidad, se trata de dos ritos distintos que podían celebrarse separadamente, pero que María y José deciden unirlos para poderlos celebrar conjuntamente en el templo de Jerusalén.
María y José al presentar al niño ofrecen como rescate, según la costumbre, dos tórtolas (era la ofrenda de los pobres). Se dan también en ese momento los episodios, sobradamente conocidos, del anciano Simeón y la Profetisa Ana. Simeón era un hombre justo que había recibido la promesa de lo alto de que no morirá sin que sus ojos hubieran visto al libertador de Israel y nada más tenerlo en sus brazos es consciente, por inspiración divina, de que había llegado el momento en que sus anhelos y lo que había sido la aspiración de su vida se estaban cumpliendo, por lo que comienza a bendecir a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» (Luc 2 ; 29-32) De aquí que sea conocida esta festividad como la candelaria . Y a María le dijo: “Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.” (Luc. 2; 34,35).De modo parecido la profetisa Ana bendecía a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Israel.
Es preciso aclarar que, según la costumbre en Israel, todo hijo primogénito debía ser ofrecido al Templo y para “rescatarlo” había que presentar una ofrenda (adecuada al nivel económico de los padres). Así mismo las mujeres, según la ley judía, tenían que pasar por un rito de purificación, una vez transcurrida la cuarentena después del parto, en el caso de que el vástago fuera varón y algunos días más si era hembra. Ello era así porque según la ley mosaica, la sangre era símbolo de vida y por tanto solo era patrimonio de Dios. Dado que en el parto siempre se derrama sangre se estableció una cuarentena ritualmente purificadora para poder participar en los actos litúrgicos. En cualquier caso, tal ritual era innecesario tratándose de María, debido a la milagrosa concepción de su Hijo, sin haber tenido contacto con varón; aun así, ella voluntariamente quiso someterse a lo establecido legalmente y no diferenciarse en nada a las mujeres de su época.
Con respecto a la Fiesta actual de las Candelas, muchos pueblos tienen celebraciones especiales en este día y si bien hay tradiciones que en algunos sitios se están perdiendo, en otros se mantienen vivas, como en varias zona de Latinoamérica sobre todo en México. Todas tienen como base la luz de las candelas y la purificación con el fuego. Es muy famosa la fiesta de La Candelaria, Patrona de Tenerife. Todas ellas tienen su fundamento en considerar a Jesús como “La Luz del mundo”.
Reflexión desde el contexto actual:
María y José quieren ajustarse en todo momento a la ley y comportarse como un matrimonio “normal”, aceptando todas las normas, tanto religiosas como sociales, de su época. De ellos los hombres de hoy debiéramos aprender a no escaquearnos del cumplimiento de nuestras obligaciones incluso con el fisco, pues viviendo en sociedad la carga que a ti te toca llevar, si tu no la soportas se la endosas al vecino. Pablo VI señalaba que, en la fiesta de la Presentación, hay tres virtudes evangélicas, de las que podemos tomar ejemplo:“La pobreza: María y José se ven obligados por su situación económica a hacer a Dios la ofrenda de los pobres. La pureza: Virgen la Madre de Jesús; virgen su esposo José; la anciana Ana, elogiada por su casta viudedad. La obediencia: María y José obedecen la ley; Simeón y Ana son dóciles a la moción del Espíritu". Otra lección que se desprende de este acontecimiento nos viene sugerida por las palabras del anciano Simeón:“Y a ti una espada te traspasará el alma”, debieron despertar en el alma de María sentimientos contradictorios y un anuncio de lo que habría de ser su vida en adelante, pero aun así , supo mantener la calma. De Ella debiéramos aprender nosotros que enseguida perdemos los papeles, cuando las cosas no salen a nuestro antojo