Un santo para cada día: 4 de octubre San Francisco de Asís. (El santo al que todo el mundo admira y quiere)
| Francisca Abad Martín
Conocido popularmente como “el Poverello”. Es el santo de la pobreza, de la sencillez y la alegría. Vivió el Evangelio de la manera más radical. Su definición de Dios es la más sencilla y maravillosa que pueda dar el más encumbrado teólogo: “Dios es la sencillez y la paz, es la alegría”
Francisco Bernardone nació en Asís (Italia) a finales del siglo XII, en el seno de una acomodada familia de comerciantes de telas. Disfrutó de una infancia feliz, una adolescencia y una juventud plagadas de fiestas y sueños de gestas militares. De carácter alegre, jovial y desprendido, parecía que estaba hecho para triunfar en la vida, pero a pesar de las fiestas y el bullicio, él nunca olvidaba la honda educación cristiana que le había inculcado su piadosa madre, Madonna Pica. Ella le había llevado a bautizar, estando su padre de viaje de negocios, imponiéndole el nombre de Giovanni (Juan), pero al regresar su padre, no le gustó y se lo cambió por el de “el francesito”, que por entonces no era frecuente en Italia y que por derivaciones de la gente acabaría en Francesco,
En su ciudad natal se declaró la guerra entre nobles y plebeyos, los nobles apoyados por la vecina ciudad de Perusa. Francisco se puso a favor de los plebeyos, pero como ganaron los nobles le llevaron prisionero y con sus 20 años tuvo que soportar un año de prisión. Al regresar a su hogar débil y enfermo, algo había cambiado en su interior. En 1205 se alistó para luchar en la Cruzada al lado de las tropas pontificias, pero nada más llegar a la ciudad de Spoleto volvió a sentirse enfermo y tuvo que regresar. Una vez aquí nuevamente se vio envuelto en las fiestas y banquetes, si bien dentro de este ambiente comenzó a sentir un gran vacío en su interior.
A partir de ese momento se vuelve introvertido y busca la soledad. Emprende una peregrinación a Roma y al regresar, visita un día la vieja capilla de San Damián. Allí oyó una voz que parecía provenir del Cristo que le decía: “Francisco, repara mi casa”. Él pensando que se refería a la ermita, fue a casa de su padre, cogió las mejores telas, las vendió y se lo entregó al anciano sacerdote para que reparara la ermita. Pero no era esa la casa que Dios quería que reparara, sino la Iglesia como institución, que necesitaba una urgente reforma y todos anhelaban un cristianismo más impregnado de Evangelio.
Cuando regresó su padre se enfadó mucho, pero Francisco desnudándose delante de todos, le entregó sus ropas y el dinero que le había sobrado y se marchó a vivir pobremente. El obispo que estaba presente cubrió su desnudez con su propio manto. La pobreza y el desprendimiento de Francisco, impulsó a otros jóvenes a seguir su ejemplo uniéndose a él. Había nacido una nueva Orden Religiosa. En 1212 se le unió Clara de Asís, formando la rama femenina de las Clarisas y en 1221, para dar cabida en la Fraternidad a quienes, por diversas circunstancias, no podían abrazar la vida religiosa, instituyó la Orden Tercera, es decir los Terciarios Franciscanos, para los seglares comprometidos con el espíritu franciscano. A él le debemos también la tradición de fabricar los típicos “belenes” por Navidad.
Íntimamente asociado a la vida y obra de Francisco estuvo Domingo de Guzmán. Ambos con sus respectivas órdenes mendicantes estaban llamados a representar las columnas más sólidas de la Iglesia de los siglos posteriores. Su encuentro se produjo por primera vez en una iglesia de Roma, allí se conocieron asistiendo a una misa. Ambos se abrazaron y se besaron al tiempo que Domingo le dirigía estas palabras: “Tú eres mi compañero; conmigo recorrerás el mundo. Establezcamos entre nosotros un compromiso de colaboración. Seamos fieles a Cristo y no habrá adversario que pueda vencernos” y así fue.
Como fecha importante en la vida del pobrecito de Asís hay que señalar el 14 de septiembre de 1224, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. El Señor imprimió en las manos y pies de Francisco sus propias llagas, lo que conocemos como los “estigmas”. Enfermo y casi ciego y con el dolor constante de las llagas, falleció en Asís al atardecer del 3 de octubre de 1226, a los 44 años. Fue canonizado el 16 de julio de 1228. El patronazgo de S. Francisco es múltiple. Es invocado como santo patrón de los animales, del medio ambiente, de los belenistas y de los comerciantes, especialmente los de tejidos.
Reflexión desde el contexto actual:
Nos resulta difícil hoy, entender el gesto de Francisco, quien dejándolo todo se abrazó a la más absoluta pobreza y que a partir de entonces habría de ser su dilecta hermana. Esto solo lo podremos entender cuando leamos en profundidad el Evangelio como lo hizo fray Francisco. Cristo es el que dice: “Quien no deja todo lo que tiene para seguirme a mí y solo a mí, no puede ser discípulo mío”. En “El pobre de Asís” de Nikos Kazantzakis se nos presenta a un hombre, despreciador del mundo y de todos los bienes materiales, encarnando el ideal de pobreza y entonando un canto al amor universal. En el espíritu de Francisco en medio de toda su pobreza podemos ver la reconciliación de todo lo creado con su Creador.