Un santo para cada día: 27 de febrero San Gabriel de la Dolorosa. (El religioso que en poco tiempo se hizo santo)
Fue beatificado por Pio X en 1908, teniendo el consuelo de asistir a la ceremonia, ya anciana, la que había sido su “medio novia” en su adolescencia. Fue canonizado por Benedicto XV el 13 de mayo de 1926. Es patrono de la juventud
| Francisca Abad Martín
¿Quién no ha oído hablar de Asís la cuna de San Francisco y Sta. Clara? Esta entrañable villa ha sido declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad, razón por la cual es un poco pertenencia de todos. Los peregrinos que se acercan a ella la ven como un santuario que rezuma franciscanismo por todos los rincones. Este emblemático lugar habría de ser famoso también porque vio nacer a un religioso pasionista ejemplar, conocido como S. Gabriel de la Dolorosa. Su nombre de pila fue Francisco Possenti, nacido el 1 de marzo de 1838, en el seno de una familia acomodada, siendo bautizado en la misma pila bautismal donde lo habían sido San Francisco y Santa Clara.
Cuando tenía 4 años fallece su madre y el padre tiene que hacerse cargo de los 13 hijos. Francisco hacía el número 11. Se educó primero con los Hermanos de las Escuelas Cristianas y después con los Jesuitas de Spoleto, a donde se había trasladado su padre. Era un buen estudiante, pero sus fervores infantiles, que apuntaban hacia la vida religiosa, daban paso con frecuencia a otro tipo de sentimientos mundanos durante la adolescencia, que le introdujeron de lleno en una vida disoluta, muy lejos de sus aspiraciones infantiles, con una “medio novia” de por medio y sintiéndose querido por las jovencitas.
A medida que iba creciendo, la vida se le fue mostrando con todo su rigor. Se suceden enfermedades personales y se producen los fallecimientos de familiares, entre ellos una hermana con la que él estaba muy unido; amargos acontecimientos en los que parece que Dios le va dando “avisos” y siempre ocurre lo mismo: Al llegar la tempestad, vuelve la mirada hacia el interior para retornar a los fervores anteriores, que le ayudan a recuperar la “calma” y volver a las andadas una vez pasada la tormenta. El Joven Possenti no acaba de asentar la cabeza. A los diferentes vaivenes de la vida, en el caso de Francisco, hay que añadir un carácter propenso a la cólera, con claras muestras de obstinación; por eso, cuando después de una procesión en la que sintió los ojos de la Virgen clavados en él, como queriéndole animar a un cambio de vida, decide definitivamente ingresar en la Congregación de los P. Pasionistas, al exponer a su padre sus deseos, éste, a pesar de ser un devoto creyente, le niega su permiso, pues piensa que, acostumbrado a una vida cómoda y regalada, no soportará los rigores de la vida religiosa, máxime en una congregación tan austera.
La intervención de dos sacerdotes que se entrevistan con el padre, después de haber hablado con el joven, hace que la balanza se incline a su favor e ingresa, a los 18 años, en la Congregación de los P. P. Pasionistas, cambiando su nombre por el de Gabriel de la Dolorosa.
Su vida religiosa fue breve, pero intensísima, destacando por dos rasgos fundamentales: su gran amor a la Sma. Virgen y su permanente alegría; dicen que hasta su muerte no se borró la sonrisa de su rostro.
A los 20 años comienza sus estudios para poder llegar al Sacerdocio, según cuenta alentado por estas sabias palabras de Vicente Strambi, santo de su congregación: “Cuando tenéis que entregaros al estudio, imaginaos que estáis rodeados por una multitud innumerable de pobres pecadores privados de todo socorro y que os piden con vivas instancias el beneficio de la instrucción, el camino que conduce a la salvación”; pero ese sacerdocio para el que se estaba preparando nunca llegaría, ya que una vez recibidas las Órdenes Menores enfermó de tuberculosis y después de pasar un año en la enfermería, dedicándose con alegría y sumisión a aceptar la voluntad de Dios, después de haberse ofrecido él mismo como holocausto y víctima, fallecía a los 24 años el 27 de febrero de 1862, dejándonos un hermoso ejemplo como religioso y lo fue más aun como enfermo.
Fue beatificado por Pio X en 1908, teniendo el consuelo de asistir a la ceremonia, ya anciana, la que había sido su “medio novia” en su adolescencia. Fue canonizado por Benedicto XV el 13 de mayo de 1926. Es patrono de la juventud.
Reflexión desde el contexto actual:
Nunca debemos pensar que todo está perdido. Dios siempre tiene recursos para alterar el ritmo de los acontecimientos y cambiar los sentimientos de los corazones con un súbito golpe de gracia y aunque la vida de las personas en un momento determinado se muestre muy apartada de Él, nunca lo estará tanto que no sea asequible a sus largos y amorosos brazos. La corta, pero intensa vida religiosa de Gabriel, nos lleva a hacer una última reflexión. Por lo que respecta al espíritu, más que el cuánto lo que importa es el cómo, no tanto el número de años vivido, sino la intensidad con la que se viven. A veces un instante vale más que toda una vida.