Un santo para cada día: 27 de marzo San Ruperto, fundador de Salzburgo
Su misión apostólica fue extendiéndose hasta llegar al Danubio. No contento con evangelizar se dedicaba a educar en el sentido amplio de la palabra, enseñando a las gentes a colonizar las tierras por donde pasaba
Salzburgo significa “ciudad de la sal”. Es por esto por lo que a S. Ruperto se le representa con un salero en la mano o también con un tonel lleno de sal
Debió nacer Ruperto hacia el año 660, oriundo del territorio franco, aunque hay fuentes que le atribuyen un origen irlandés. San Ruperto descendía de los robertinos, emparentados con los carolingios, que tenían su centro de operaciones en Worms. Se trataba de una familia importante que ostentaba el título de condes y dominaba la región del medio y alto Rin. De esta familia descendía Sta Erentrudis, según unos su sobrina y según otros su hermana, que está canonizada y cuya vida fue escrita por santa Ildegarda. Emparentado con esta familia estaba también san Ruperto de Bingen. En Worms recibió Ruperto su formación de clara influencia irlandesa, allí fue fraguándose su vocación misionera alentada por sus maestros. Imbuido por su celo apostólico llegaría hasta Regensburg en Ratisbona (Baviera) donde obtuvo sazonados frutos bautizando a varios nobles entre ellos al duque Teodoro de Baviera. Su misión apostólica fue extendiéndose hasta llegar al Danubio. No contento con evangelizar se dedicaba a educar en el sentido amplio de la palabra, enseñando a las gentes a colonizar las tierras por donde pasaba.
El Obispo Ruperto, revitalizó las minas de sal que había cerca de una ciudad romana abandonada y en este solar antiguo llamada Juvavum, fundó una nueva población, Salzburgo , ciudad encantadora, donde muchos años después iba a nacer Mozart. A partir de aquí la sal comenzó a ser una fuente de riqueza en esta ciudad, de donde le viene el nombre de Salzburgo que significa “ciudad de la sal”. Es por esto por lo que a S. Ruperto se le representa con un salero en la mano o también con un tonel lleno de sal. Esta forma de evangelizar era típica en Irlanda, por lo que en cierta manera se le podía considerar también a Ruperto como uno más entre los monjes irlandeses itinerantes. Junto con sus colaboradores recorrió las orillas del río Danubio allá por el año 697; en esos lugares predicó y convirtió a miles de personas e introdujo, además de la religión, la educación y otras reformas.
Con la ayuda de Teodoro de Baviera acabaría fundando, muy cera de Salzburgo, una iglesia dedicada a san Pedro que pronto abandonaría para irse a otro lugar que le parecía más apropiado a las orillas del rio Salzach, cerca de la ciudad romana de Juvavum donde estaban ubicadas las minas de sal . Este monasterio dedicado a S. Pedro pasa por ser el más antiguo de los construidos en Austria. Ruperto y doce colaboradores de entera confianza que se había traído de su tierra natal, alguno de ellos venerables, emprenderían una mística aventura . Al lado mismo del Monasterio de S. Pedro como venía haciéndose por tradición se construyó otro monasterio para mujeres bajo la dirección de la abadesa Erentrude, sobrina de Ruperto, de la que hacíamos mención al principio y ello resulto ser un éxito. El florecimiento de esta Comunidad va asociada el resurgir de Salzburgo fundada por Ruperto y de la que habría de ser su primer obispo hacia el 1697 convirtiéndose en foco desde el cual comenzaría a irradiarse con fuerza la fe cristiana. Como dato curioso hay que decir que la Comunidad de monjes que fundara Ruperto existe todavía, siendo la más antigua que existe en Alemania
Habiendo realizado una labor evangelizadora encomiable y haber contribuido de forma admirable a la civilización y al bienestar material de los conversos, colonizando lugares importantes como Salzburgo y después de haber dado sobrado ejemplo de bondad, rectitud, justicia, castidad, piedad y de otras virtudes morales y humanas Ruperto entregaba su alma a Dios en la ciudad de sus desvelos un 27 de marzo del año 718 coincidiendo con la fiesta de la Pascua.
Reflexión desde el contexto actual
Los santos son considerados hoy por algunos como un lujo superfluo, que solo sirven para decorar los altares de los templos. Ellos son los grandes incomprendidos de nuestro siglo. Cualquiera que conozca la obra colonizadora de S. Ruperto de Salzburgo puede darse cuenta de que esto no es así, sino que ellos fueron grandes benefactores de la sociedad en los tiempos en los que les tocó vivir .